­"Tengo cáncer de mama. Pero que nadie se preocupe, que en mis planes no está morir de ésto…tengo la agenda muy apretada y no me da tiempo vamos, y además, es que no lo tengo ni anotado en cosas pendientes de hacer últimamente", publicaba Soraya García Mesa en su Facebook. Una declaración arriesgada cuyo leitmotiv fue animar a las mujeres a que se hagan revisiones para que nunca sea tarde. Su condición de personaje público ha ayudado a muchas pacientes a ver el cáncer desde otro prisma.

¿Esperaba tanta repercusión de su «confesión» en Facebook?

No me vi en ese momento como persona pública, me vi como Soraya. Fue porque me iban abordando vecinas que se enteraban, no sabían si era un bulo y cuando les decía que sí se me echaban a llorar, así que decidí dar un paso inocente y escribirlo en el Facebook. En ese momento no te paras a pensar en que eres personaje público y tampoco en la trascendencia mediática que iba a tener. Al principio me agobié y luego me alegré, recibí mensajes de gente que al conocer mi carta se había animado. Saber que ayudó me dio mucho ánimo a mí.

¿Cómo empezó todo?

Fue el verano pasado. Me noté un nódulo, tenía ya uno en el otro pecho. Era pequeñísimo, pero era un tumor en nivel tres, el más agresivo, y estaba en estadio tres. No sé por qué supe que no era como el otro, que me iba a dar tarea, será la intuición femenina. Estaba más cansada de lo habitual, yo estoy acostumbrada a un ritmo de trabajo de jornadas intensas y de repente me costaba, algo no me cuadraba. Le dije a mi familia que se hiciera a la idea.

No era el primer caso de cáncer en su familia.

No, mi madre tuvo un cáncer de mama hace 15 años. Yo tenía entonces 23, fue un palo, le detectaron un nódulo y le dijeron que no era nada importante, que todas las mujeres solemos tenerlo y dos años después, en la revisión, le diagnosticaron que era cáncer. Fue como un shock, hubo que operarla de urgencia, le quitaron parte del pecho. Fue un impacto para nosotros pero mi madre muy fuerte dentro de lo que conlleva, hace 15 años era distinto a ahora, no era tan común. Ahora me sorprende la cantidad de gente que lo tiene. Por eso cuando me lo dijeron sabía lo que me esperaba, ya no me pilló por sorpresa lo que venía después, sabes que ese proceso es necesario para curarte.

¿Qué tal fue la operación?

Desde que me lo diagnostican fue todo muy rápido, a mediados de octubre pasé por quirófano, el equipo fue magnífico, la doctora Marta Rivero ha hecho una labor de cirugía plástica y en 20 días ya estaba empezando la quimioterapia. Me han hecho cirugía conservadora, hay un consejo en el que participan los médicos y entre todos determinan qué es lo mejor para el paciente. Lo limpiaron todo, mi pecho es digno de exposición. La edad es uno de los factores que más tienen en cuenta para las operaciones y el tratamiento porque saben que físicamente te afecta todo. Al conservarme la mama me han puesto todo el tratamiento completo para asegurarse de que no hay problemas más adelante.

¿Y los efectos de los tratamientos?

Los efectos son duros y decir lo contrario es engañar a la gente, he tenido la suerte de tener fortaleza, ni siquiera me he dado de baja aunque es cierto que ha habido días que me he tenido que quedar en casa y he sacado fuerzas de donde no tenía, ha sido duro, se me ha caído el pelo aunque eso ha sido lo de menos. Notas cambios físicos, vas viendo que la cara no es la tuya o los calores. En febrero empiezo con la radioterapia, 32 sesiones.

Dicen que la actitud lo es todo contra el cáncer. ¿Lo tuvo claro desde el principio?

Sí, aunque cuando llevas tres sesiones dices «madre mía, a ver como lo afronto». Si me lo hubiera tomado a mal, no sé cómo me habría influido, los médicos pueden poner todo de su parte con la medicina y el tratamiento, pero si no pones el estado de ánimo y te lo pones como un reto, es difícil.

Aún hoy cuesta trabajo pronunciar la palabra «cáncer».

Sí, pero hay que hacerle frente, llamarlo por su nombre, para afrontarlo hay que saber llevarlo y tomarlo como lo que es. La realidad no cambia porque dejes de nombrarla. Cuando lo tuvo mi madre ella no quería que lo dijéramos en casa, pero la manera de afrontarlo es hacerle frente, no por no decir la palabra ocultas la realidad.

En muchos casos lo lleva peor el círculo más cercano que el propio paciente. ¿Ha sido su caso?

Sí, tanto mi pareja como mi familia me ha pedido que fuera fuerte, es fundamental que estén al lado del paciente, aunque estén mal es importante sentirlos cerca. Yo he acabado dándole ánimos a ellos o pidiéndoles un abrazo para reconfortarlos y que sientan ese calor. Les decía, «ya queda menos».

2015 ha sido un año de claros y sombras. Alcaldesa y enferma de cáncer. ¿Qué balance hace?

Ha sido un año muy positivo para mí. Me marqué un reto, ganar las elecciones con mayoría absoluta y bueno, mi cuerpo necesita estar marcándose objetivos continuamente (ríe), y en esta ocasión me ha tocado la lucha contra el cáncer. Estoy aprendiendo mucho de mi entorno, de la gente y de mí.