Los kalashnikov con que los asaltantes del hotel Regency de Dublín mataron a un gánster vinculado a un clan irlandés asentado en la Costa del Sol e hirieron a dos más pusieron en alerta a los investigadores. Las fotografías de dos hombres disfrazados de policías entrando en el establecimiento muestran la versión rumana de los fusiles de asalto AK-47 utilizados por el IRA durante los años más sangrientos del conflicto norirlandés. Ayer, tres días después del crimen, el IRA de Continuidad (CIRA), una escisión disidente del inactivo grupo terrorista que se opone al proceso de paz, se atribuyó la autoría del tiroteo que provocó el caos durante el pesaje de los púgiles que al día siguiente tenían prevista una gran velada de boxeo. La última versión policial asegura que cinco de los agresores -tres disfrazados de policías, uno de mujer con una peluca y otro con una gorra- entraron durante la sesión de peso previa al combate mientras el sexto esperaba en una furgoneta que fue hallada en llamas en otra zona de Dublín.

En un mensaje telefónico transmitido ayer a la cadena BBC en Belfast, el CIRA no sólo dijo que el ataque es parte de su campaña contra los narcotraficantes y el crimen organizado, sino que anunció nuevas acciones paramilitares con el mismo objetivo. La nota argumentó que el fallecido, David Byrne, de 33 años, estuvo implicado en el asesinato de un líder de la facción del IRA Auténtico (RIRA) en 2012 por parte de delincuentes relacionados con el tráfico de estupefacientes. «Aunque no era miembro de nuestra organización, no vamos a cruzarnos de brazos y permitir que los traficantes de droga y criminales ataquen a republicanos», añadió el CIRA. Aunque el caso ha provocado que el primer ministro irlandés, Enda Kenny, exija al Sinn Féin que explique la similitud entre las armas, la Garda no descarta nada de momento. Tampoco la hipótesis inicial, que es la encarnizada batalla que los principales grupos mafiosos de Dublín mantienen desde hace años por el control del tráfico de drogas y en la que la facción terrorista se ha visto envuelta a través de la extorsión al más alto nivel a los grandes capos.

Como telón fondo, los investigadores siguen viendo en la muerte de Gary Hutch, asesinado a tiros en Mijas en septiembre, el penúltimo punto y aparte de la ya denominada «guerra total» entre los grandes clanes irlandeses. Según apuntan los principales medios del país, Hutch, otrora hombre de confianza de la organización que lidera desde la Costa del Sol Christopher Kinahan, fue ejecutado tras caer en desgracia con su jefe por negocio fallido. Desde su muerte, su tío Gerry Hutch, un criminal retirado al que han relacionado con algunos de los mayores atracos a mano armada de la historia de Irlanda, ha ganado protagonismo.

La policía cree que El monje, como es conocido por su vida disciplinada y religiosa desde que se jubiló, quiere vengar a su sobrino y que incluso se niega a firmar la tregua que de vez en cuando le ofrecen los mensajeros de los Kinahan. Este grupo también está en el punto de mira por la muerte de Gerard Kavanagh, padre de unos de los boxeadores que se encontraba en el hotel de Dublín y que también fue brutalmente asesinado en Marbella hace dos veranos.