Aunque el Tribunal Supremo sólo ha exculpado a Romano van der Dussen de una de las tres violaciones por las que fue condenado en 2005 a 15 años y medio de prisión, éste ya ha anunciado que no tiene otra cosa que hacer en la vida que demostrar su inocencia en los otros dos ataques que se produjeron la misma noche de agosto de 2003 en zonas próximas de Fuengirola, en apenas dos horas y con el mismo modus operandi: golpear, violar, robar.

Mientras él y sus abogados insisten en que la policía sabía desde el principio que el ADN no era suyo y que en 2007 conocieron a su verdadero propietario, la justicia española ya tiene sus ojos puestos en Mark Philip Dixie, el londinense de 45 años que cumple una de las condenas más duras que se han impuesto en su país por un asesinato que cometió en 2005 el mismo día que celebraba su 35 aniversario en el sur de Londres.

La víctima fue Sally Anne Bowman, la prometedora modelo de 18 años a la que apuñaló en el cuello y en el estómago antes de violarla. La sentencia, posible gracias al ADN que dejó en la víctima, exige que no abandone la prisión como mínimo en 34 años. Hace unos meses, Dixie reconoció entre rejas su más que posible implicación en el ataque por el que acaba de ser excarcelado Van der Dussen. Como el holandés, el preso vivía en la Costa del Sol en aquella época y dijo que no quería que nadie pagara por algo que no había hecho, pero su gesto no incluye los dos ataques porque no los recuerda como consecuencia del abuso del alcohol y otras sustancias estupefacientes, consumos muy presentes en el historial de un depredador sin ningún autocontrol y declarado delincuente sexual en serie.Chef solvente con experiencia hostelera en su país, Australia, España y Holanda, la policía británica lo define como un cazador itinerante que usó su profesión para actuar y desaparecer, una vez cometidas las agresiones, con mayor facilidad en sus destinos, donde cambiaba continuamente de alias. Dixie acumula más de una quincena de condenas, cinco de ellas de naturaleza sexual, cuya lista lista inició con 16 años asaltando a una mujer a punta de navaja para robarle y abusar de ella, aunque también ha sido acusado de exhibicionismo y es candidato en otros crímenes sin resolver.

Antes del asesinato de Bowman y de la agresión de Fuengirola que ha reconocido, fue acusado de otro monstruoso asalto en Australia, donde además estuvo implicado en un ataque frustrado a una runner y fue descartado como sospechoso de la desaparición de tres mujeres. En el primer caso, otra vez el ADN que dejó en 1998 en la casa de una estudiante tailandesa lo señaló como el hombre que entró por su ventana para apuñalarla ocho veces para poder violarla. La joven sobrevivió, pero el hecho de que años más tarde utilizara el mismo patrón con Bowman reveló su tendencia necrófila.