No has entrado y ya sientes cómo la adrenalina recorre tu cuerpo. Tú y tu equipo (de entre dos y seis personas) tenéis el reto de averiguar el enigma que os dará la llave para salir de la habitación en la que habéis entrado o resolver el acertijo que se plantea entre esas cuatro paredes. Intuición, comunicación, curiosidad y darle al coco serán algunas de las claves para ganar la partida en un cuenta atrás establecida: sesenta minutos.

La furia por los juegos de escape (conocidos como room escape) cada vez gana más adeptos y Málaga es una de las ciudades que ha sucumbido a esta nueva forma de ocio que aterrizó en España hace escasos tres años. Hace tan solo un año que se asentó el primer local de este tipo en la ciudad y en cuestión de doce meses ya hay cuatro puntos diferentes repartidos por la urbe. Las perspectivas apuntan a nuevos establecimientos en cuestión de semanas.

EscaPark abrió sus puertas hace justo doce meses. Su propietaria Silvia Fabian, de origen húngaro, conocía el furor que ha levantado este tipo de establecimientos en su país. Un lugar en el que muchos fijan el punto de inicio de estos juegos y que ya cuenta en Budapest con hasta 200 locales. «Se ha generado una industria y turismo alrededor de los juegos de escape», explica. Londres cuenta con 80 y Madrid ya supera la veintena.

Resolver acertijos, rompecabezas, conseguir abrir candados a través de combinaciones numéricas y buscar pistas en un escenario que aparentemente no esconde nada es lo que mueve este juego que no tiene límite de edad ni requiere jugadores con mentes privilegiadas. La versión real de algunos de los videojuegos de aventura gráfica que preceden a este tipo de ocio son Broken Sword o Monkey Island.

Antonio Díaz, socio y empleado de The X-Doord, detalla que por sus instalaciones, abiertas desde hace cinco meses, han pasado desde niños de 8 años acompañados de sus padres hasta mayores de 82 años. «Hemos visto a tres generaciones juntas jugar una partida y ninguno se ha aburrido», indica. La buena acogía de estos establecimientos ha hecho que Toni, que comenzó con una sala, sume un nuevo reto. Otra habitación de algo más de dificultad para los que deseen volver a ponerse a prueba.

Pero ¿qué se esconde detrás de la puerta? Diversión, trabajo en equipo y ganas de resolver el acertijo que cada partida esconde. Víctor Almaza es el dueño de Link Escape, un establecimiento con tres habitaciones diferentes en el que la dificultad varía de normal a experto. Además, ofrece la posibilidad de personalizar las partidas para que los grupos de amigos, familiares, despedidas de solteros se mimeticen más aún con el entorno. En su caso, hay historias que presentan un enigma que hay que resolver en menos de una hora y no es necesario abrir ninguna puerta. «Room escape es el término con el que se conoce este tipo de juego», aclara. Con más de 600 partidas ya a sus espaldas en sus instalaciones asegura que una de las claves para dar con la solución es la observación y el diálogo entre el equipo.

La casa de las habitaciones ha sido la última -por poco tiempo- en unirse a la ciudad. Elisabeth Arévalo probó el juego en la ciudad que hasta hace unos meses era su hogar, Atenas, y no dudó en abrir uno en su punto de origen. Llevan solo cinco semanas y por las tres habitaciones que tiene no para de pasar gente. «Al principio entran asustados pero aquí solo hay que tener ganas de divertirse y pasarlo bien», asienta. Su idea es, si todo va por buen camino, aumentar el número de habitaciones para que los malagueños y visitantes no paren de sumar retos.

El negocio está asegurado y en ciudades como Budapest ya llegan turistas con intención de invertir todo su tiempo en este tipo de establecimientos. Un nuevo nicho de mercado ante el cual Málaga no pasa desapercibida y comienza a crear cultura entre sus ciudadanos.

Además, ya hay empresas que utilizan esos 60 minutos como prueba de selección al ver cómo se desenvuelven cada uno de sus participantes. El tiempo corre, los nervios florecen y la presión desenmascara muchos rasgos de la personalidad, ¡a jugar!