Hay padres que prefieren matricular a sus hijos en un centro sostenido con fondos públicos y confesional, aunque no sean católicos, antes que hacerlo en uno público, aun siendo más moderno, con aula matinal, servicio de comedor, actividades extraescolares, siendo bilingüe y disponiendo de un ordenador por cada alumno... Muchos padres creen que estos colegios ofrecen una enseñanza de mayor calidad. Es lógico que, por historia y tradición, gocen de un prestigio que no poseen las nuevas y públicas instalaciones docentes. Puede incluso que exista una excesiva mitificación. En los antiguos centros privados sólo podían estudiar los niños pertenecientes a familias con recursos, que podían costear los precios de la educación de sus hijos. Estos colegios han formado a una serie de generaciones que, por la calidad de la enseñanza recibida pero, indiscutiblemente, también por su origen social, han ocupado puestos dirigentes en la sociedad.