­Hay pasajes de la Biblia que han tenido que esperar hasta nuestros días para cumplirse. Los cielos y la tierra primero, al tercer día la vegetación y los animales. La ancestral obra de Dios relatada en lenguaje universal se está viendo reflejada ahora en el campo andaluz. La industria agroalimentaria de la región, un sector pujante como pocos, ha emprendido un viaje para apartarse de la imagen del jornalero andaluz aparcado bajo un olivo y quiere adentrarse de lleno en un mercado altamente tecnologizado que compite por ver quién es capaz de sacarle el máximo rendimiento económico a esto de alimentar el mundo.

En un desayuno informativo organizado por el Nueva Economía Fórum en el Hotel NH en Málaga, la consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Mari Carmen Ortiz, trazó ayer una radiografía del sector en la región, apeló a la dimensión cercana de la tecnología y puso el eje de su intervención en la aplicación de la misma como único garante que permite afrontar un cambio general solvente, cuando la agricultura, a priori, no es lo que más atrae a la mayoría de los jóvenes como medio para labrarse un futuro.

Si la profecía divina asegura que primero fueron las plantas y después vino el sol y la luna, los tomates que hoy se cultivan en los invernaderos andaluces tampoco necesitan ya de la luz natural para crecer. Es el día a día en la agricultura moderna, y así lo subrayó la consejera del ramo en su explicación icónica de cómo se cultivan chirimoyas en invierno y luego se exportan fuera de Andalucía. Los beneficios de las exportaciones en el sector ya representan el 8 por ciento del total del Producto Interior Bruto (PIB) andaluz. «El sector agroindustrial acapara el 10 por ciento del empleo que se genera en nuestra comunidad. En total, más de 500.000 personas trabajan en algún momento del año en actividades relacionadas con la industria de la agricultura, un sector que ha aguantado mejor que otros la crisis económica por la que hemos atravesado en estos últimos años», insistió Ortiz.

Si hasta hace poco sonaba a utopía, hoy ya se vislumbra un panorama en el que el agricultor se queda por las mañanas en su cama, mientras que un círculo automatizado se encarga de ordeñar al ganado y luego suministra de alimento a unos animales conectados vía sensores y bajo permanente vigilancia. Fuera, en el campo, los tractores trazan sus líneas sin que ni siquiera necesiten un conductor y la trilladora de maíz emite un señal de alarma cuando se ha llegado al tope de su depósito. Para quien pueda temer que tanto desarrollo acabará perjudicando a la capacidad de un sector, que tradicionalmente ha absorbido a una capa de la sociedad con menos formación, Ortiz aseguró ayer que «el relevo generacional conlleva un impulso a la modernización y a la innovación en el campo, facilitando la adopción de las nuevas tecnologías y el desarrollo de nuevos proyectos de mayor valor añadido».

En plena polémica sobre el impuesto de sucesiones y donaciones, con el PP de nuevo en plena alborada para pedir su supresión, Ortiz pidió que no se hiciera demagogia en este tema y subrayó que, en el sector de la agricultura, el 93 por ciento de las herencias han estado exentas de tributar al no superar el mínimo de 175.000 euros. En este sentido, Ortiz adelantó que la Junta de Andalucía ya habría creado un grupo de trabajo que está estudiando cómo modular este tributo para que sea «más razonable».

También adelantó, en todo caso, que no se eliminará y argumentó que «el objetivo no puede ser que las herencias de las grandes fortunas no tengan que pagar nada». Ortiz fue presentada por el secretario general del PSOE, Miguel Ángel Heredia. El acto contó también con la presencia del portavoz del PSOE en la Diputación, Francisco Conejo, y con la concejala en el Ayuntamiento de Málaga Estefanía Martín Palop, entre otros representantes políticos y empresariales.