­En la avenida del Arroyo de los Ángeles cada día nace la vida. El contador se pone a cero y suenan llantos que recuerdan que no hay nada más natural que llorar. Tras el dolor de un parto, de unas complicadas maniobras que ya quisiera el capitán de un barco, nace la vida. Parejas que se miran orgullosas por el éxito de haber logrado aquello que tanto desearon. Madres cuyo dolor mitiga una mano minúscula que se agarra a la existencia y padres que comprenden el sentido del amor por una nueva vida, esa que se crea en un suspiro.

El Hospital Materno Infantil lleva viendo nacer a miles de niños desde el año 1981, aquel en que el servicio de Ginecología y Obstetricia se mudó de Carlos Haya a este nuevo hospital para dotar a los nacimientos de unas mejores instalaciones, adecuadas a la época.

No hay más que darse un paseo por el aparcamiento de Maternidad, a cualquier hora del día, para observar una mezcla de nervios, miedo e ilusión: la esperanza por una nueva vida aderezada con el temor de la propia fragilidad de la existencia. Sus paritorios encierran millones de historias cargadas de las sonrisas más sinceras: las de los niños. Desde que este centro sanitario abriera sus puertas hasta hoy no sólo se han asistido decenas de miles de partos y cesáreas, sino que también se ha vivido un cambio en la política del nacimiento adaptado a la ciencia y a la humanización del parto, una práctica cada vez más extendida que se abre paso entre bisturís y ecógrafos.

Esta demanda comenzó a proliferar a mediados de la primera década del siglo XXI: la vuelta a la maternidad de siempre, alejada de los nacimientos medicalizados y que opta por obtener un plus en la intimidad de un parto con grandes dosis de naturalidad siempre que no esté contraindicado. Esto hizo que los profesionales del Materno se plantearan cómo adecuarse a las peticiones sociales sin dejar de lado que un nacimiento debe ser seguro. Al margen de implantar técnicas como el piel con piel o de adquirir nuevos utensilios como la bañera de hidroterapia, los profesionales de la Unidad de Maternidad quisieron ir más allá y empatizar con sus clientas: las futuras mamás.

Por este motivo a dirección de la la Unidad de Gestión Clínica de Ginecología y Obstetricia decidió contar con los testimonios en primera persona de sus principales usuarias. Ya llevan tiempo trabajando con asociaciones de mujeres, de pacientes, de lactancia o crianza con la idea de recoger las demandas y atender las necesidades reales de las embarazadas. La supervisora de Obstetricia, Mariola Guarino, señala que al recoger las demandas de las distintas organizaciones se priorizó y ahora estudian la realización de reuniones con los propios profesionales. «Queremos una reflexión según la demanda para la mejora de la práctica diaria, nos están dando un feedback», dice.

Por su parte, la directora de la unidad, Ana Belén Espejo, admite que se ha hecho una revisión de la práctica profesional con los niveles adecuados de seguridad para mejorar la calidez humana. La ginecóloga apunta a que están trabajando por que haya una continuidad asistencial con la idea de unificar el proceso con Atención Primaria. De hecho, en los últimos años los profesionales del Materno han trabajado en estrecha colaboración con los del Distrito Málaga Valle del Guadalhorce para hacer una adecuación local y evitar en la medida de lo posible la práctica medicalizada. Fruto de este trabajo es el documento «Embarazo, parto y puerperio» con el que sientan las bases para mejorar todo lo que engloba el nacimiento.

Ante la implicación y el acceso a la información que hoy día tienen los padres, los profesionales han apostado por darle continuidad a los cuidados participando de manera activa con los profesionales de los centros de salud. En este sentido, la jefa de bloque de Cuidados Maternales María Jesús González, señala que el seguimiento está propiciando una mejora para que los controles sean exhaustivos y, si se da el caso, se vigile aún más.

En los últimos años no sólo han cambiado las estadísticas de nacimientos, habiéndose reducido por múltiples factores. También lo ha hecho la modalidad, aumentando el número de cesáreas también por cuestiones de salud como patologías previas o gestaciones de riesgo o el uso generalizado de la epidural, que hace décadas era anecdótico y hoy roza el 60%.

Dentro de la vuelta de tuerca por hacer a estas mujeres más partícipes del proceso en el que entrarán cuando nazcan sus hijos, desde el pasado noviembre se están haciendo visitas semanales para que las gestantes conozcan las instalaciones y a quienes les atenderán. Así lo explica la supervisora de Puerperio, Teresa Puebla, que destaca la importancia del seguimiento y trabajo conjunto con las matronas de los centros de salud para que el puerperio discurra sin dificultades.

Desde que una mujer entra por las urgencias de Maternidad hasta que sale con su bebé en brazos pueden pasar, desde 24 horas, hasta meses. La complejidad que rodea al nacimientos hace que no se puedan contar varios casos iguales y que los cuidados sean individualizados para sortear las dificultades. Ya sea un parto natural, uno con epidural o una cesárea, los profesionales siempre están preparados para que, influya o no el cambio de luna, los paritorios se llenen y se engrose la lista de malagueños.

Si hay dificultades añadidas, los profesionales se esmeran más si cabe por evitarlas o mantener a salvo a la madre y al bebé y, una vez este está fuera, ginecólogos y neonatólogos se dividen: hay que examinar bien a ambos. De este se ocupan los trabajadores de la Unidad de Gestión Clínica Intercentros de Neonatología, capitaneada por Enrique Salguero. Reciben a bebés prematuros, que no se alimentan bien, que tienen alguna dificultad añadida por problemas congénitos o a niños cuyo parto no ha discurrido todo lo bien que se hubiera querido. Aunque la media de estancia es variable, hay familias que pasan semanas y, otras, meses. Atienden a bebés nacidos desde la semana 23 de gestación -6 meses- y han llegado a luchar por niños que pesaron sólo 400 gramos. Y salieron adelante.

Todos ellos pasan antes por Nido. La coordinadora de la unidad, Josefa Cuevas, explica que la estabilización empieza allí. Los primeros cuidados son solo a unos metros del paritorio, el primer contacto con el mundo. Sólo en 2015 esta unidad atendió a 1.462 de los 4.500 bebés que nacieron en el Materno. De estos, 425 fueron directos a la Unidad de Cuidados Intensivos, donde están constantemente monitorizados. El resto, estuvieron ingresados en la unidad de Cuidados Intermedios, donde se ven caras de preocupación y esperanza. Gemelos de bajo peso, bebés prematuros que se adelantaron a su tiempo, madres que se extraen leche para donarla a otras y padres que hacen piel con piel con la esperanza de que el contacto cercano con sus hijos les dé fuerzas para salir pronto del hospital. Desde 2009 el Materno ha apostado por la cercanía y las puertas siempre están abiertas para que los padres estén con sus hijos el tiempo que deseen.