­Ni el último temporal ni la marejada política suscitada por las declaraciones del PSOE y de algunos de los alcaldes de los municipios de la costa. El PP no dará marcha atrás y se mantendrá firme en su decisión de acometer la ofensiva anual de regeneración de playas entre los meses de abril y mayo. O lo que es lo mismo: después del desafío turístico de la Semana Santa. La Demarcación de Costas entiende que el litoral, golpeado fuertemente el pasado noviembre, se encuentra en «buen estado tendente a muy bueno», por lo que no habrá obras de corrección, a excepción de las que pudieran motivar nuevas tormentas y de la zona de San Pedro, en Marbella, que está en plena fase de estudio y pendiente de los movimientos que asuma la arena durante las próximas horas.

Según el subdelegado del Gobierno, Miguel Briones, la fecha escogida este invierno para los tradicionales trabajos previos a la temporada alta -que, de acuerdo con los socialistas, siempre se han llevado a cabo en los últimos veinte años con anterioridad al Domingo de Ramos- no tiene nada de extraordinario; es más, señaló, el pasado ejercicio apenas se intervino en una actuación suave antes del parón de las procesiones. No es que esta vez se empiece más tarde, vino a decir Briones, sino que la Semana Santa se adelanta el calendario. Para el representante gubernamental, al que apoyó ayer en el lado técnico de su tesis el responsable provincial de Costas, Ángel González, las protestas del PSOE carecen de exactitud y son malintencionadas. Especialmente, en el caso de su secretario provincial, Miguel Ángel Heredia, al que acusa de «deslealtad institucional», pero también del alcalde de Marbella, José Bernal, uno de los regidores más beligerantes al respecto, y de quien dice que ha cambiado de actitud adoptando una postura contraria a la consensuada con su ayuntamiento.

Briones insiste en que las playas, salvo excepciones muy puntuales, están en garantías de afrontar con éxito el primer gran test turístico del año e insiste en tranquilizar al sector. La única duda gravita en torno a San Pedro de Alcántara y la posibilidad de aportar antes del día 20 los 15.000 metros cúbicos de arena que necesita tras el barrido de la última borrasca, que preocupa, y mucho, a sus autoridades municipales. El Ayuntamiento, y no sólo a través del alcalde, volvió ayer a la carga: quiere que la regeneración se adelante en relación a lo planificado y se ejecute íntegramente en las próximas dos semanas. Y, además, en un radio de actuación que trasciende con amplitud la zona acotada y que incluye otras playas como las del centro o Las Chapas.

La evaluación que hacen Bernal y el Ayuntamiento de Marbella del estado del litoral confronta en muchos puntos con el diagnóstico general del Gobierno. El Consistorio habla de urgencia y mete en la exigencia de obras inminentes los daños en el paseo marítimo y la estabilización de un total de 27 playas. Otra tanto sucede con Rincón de la Victoria, que tampoco quiere esperar hasta abril para ver reparadas sus franjas más dañadas -Los Rubios, principalmente-.

El Gobierno, que el pasado noviembre invirtió más de un millón de euros en encarar los efectos del temporal, defiende, no obstante, su gestión, que, según Briones, se apoya anualmente en un presupuesto fijo de 1,5 millones al que se suman partidas extraordinarias. Briones puso, precisamente, como ejemplo a Marbella, que el pasado año se benefició de un impulso tasado en 1,6 millones y distribuido en diferentes proyectos como la intervención en las dunas de Artola o el mantenimiento de la Torre del Cable, cuyo uso pasará ahora a ser responsabilidad del Ayuntamiento. «Las declaraciones de algunos dirigentes son irresponsables y generan un perjuicio al turismo», apuntó.

Ángel González aprovechó la ocasión para aludir a la erosión provocada por la instalación de escolleras y tuberías en puntos de la franja costera como Los Rubios, donde Acosol, incidió, debería plantear un nuevo emplazamiento, a ser posible más alejado de la zona de dominio público y de la afección potencial al medio ambiente. También la emprendió con el mantenimiento de «instalaciones» que a su juicio no deberían permanecer en ubicaciones tan próximas a la orilla y, mucho menos, durante los doce meses del año.