­Málaga acentúa su dependencia hacia los servicios, con un nivel de actividad pujante, de incuestionable liderazgo en el caso del turismo, pero sin que nada de eso sirva, al menos todavía, para propulsar la renta de sus hogares y situarla cerca del grupo de cabecera. Según los últimos datos compilados por el INE, publicados ayer dentro del estudio europeo Urban Audit sobre calidad de vida, el área metropolitana de la ciudad -la quinta más populosa del país- maneja aún su economía en mitad de contradicciones que, por un lado, aluden a un fuerte desarrollo en sus sectores más vigorosos y, por otro lado, a un alud de cuentas pendientes. La mayoría, relativas a parámetros especialmente sensibles como la riqueza de las familias y el desempleo.

De acuerdo con el trabajo, Málaga ocupa el más que discreto puesto 35 entre las 45 grandes conglomerados urbanos con mayor renta. La cifra asciende de media a los 23.200 euros anuales, muy lejos de los núcleos líderes, que aparecen encabezados por Madrid, Barcelona y Burgos, con más de 30.000 euros por hogar.

La cuantía recogida por el INE obedece tanto al alto nivel de paro -un 28,5 por ciento, el 15 más bajo de las 45- como a la carga impositiva, que también entra en la variable, junto a las cotizaciones en la Seguridad Social, a la hora de medir los ingresos reales de los que dispone mensualmente cada familia.

Los datos de Málaga son un espejo de los asignados a Marbella y a su entorno, que, por población de influencia, aparecen asimismo en la lista de análisis prioritario del estudio. De nuevo, surge del esbozo una economía definida por el turismo y el comercio, poderosa en cuanto a estancias hoteleras, pero sin que el nivel de vida alcance un promedio similar al de las zonas más prósperas de la península.

El perfil resultante de la investigación no depara, en este sentido, demasiadas sorpresas para los principales núcleos de la provincia. Eso, sí, corrobora realidades previamente apuntadas como es el caso de Málaga y de la pérdida de su industria, que ya apenas ocupa al 4,67 por ciento de los trabajadores -la tercera zona con peor índice; Marbella figura en el último escalafón, con apenas un 2,91%-.

El contraste, en ambas zonas, lo aportan los servicios, que son indiscutiblemente el motor, concentrando el 87,04 por ciento de la mano de obra, la cuarta cifra más abultada del conjunto del país. Lo bueno es que el monocultivo tiene tirón para rato y sitúa la tasa de actividad a un nivel aceptable, si bien todavía a cierta distancia de las que registran los conglomerados financieramente más dinámicos.

Por ciudades, la Costa del Sol sigue instalada en la misma paradoja. La capital está pavorosamente lejos de alcanzar a los municipios con las rentas más altas de España (Pozuelo de Alarcón, con 70.928 euros encabeza el ranking). Y, además, y una vez confrontados los ingresos con los impuestos, resta su nivel de riqueza por hogar hasta fijarlo en 24.405 euros, una cantidad inferior, incluso, a la computada en localidades tradicionalmente zarandeadas por el paro como Jaén y Cádiz.

En el caso de Málaga, buena parte de la culpa de la caída de este índice estriba en la pobreza de algunos de sus distritos. De hecho, el estudio incluye a la zona norte de la ciudad -Palma-Palmilla principalmente- y al área más empobrecida de la Carretera de Cádiz entre los barrios de las ciudades analizadas en los que las familias cuentan con menos recursos.