­Con su acreditada capacidad para convertir los plenos de la Diputación en sesiones prolongadas de la discordia, PP y PSOE encontraron el consenso en la sesión ordinaria correspondiente al mes de marzo. Podría haber pasado por cualquier otra cosa, pero, finalmente, el acuerdo vino provocado por una discusión de fondo desarrollada a 600 kilómetros de Málaga y que gira en torno a la utilidad o no de las diputaciones. Se puede tener al país en funciones durante meses, por ni tan siquiera ponerse de acuerdo en la hora, pero también se puede coincidir en la necesidad de dejar atrás viejos desencuentros y aprobar una moción conjunta para modernizar las diputaciones, introduciendo, por supuesto, en este futuro escenario una defensa numantina de la institución en sí. Así, con leves matices en el discurso, y apuntalada sobre sendas resoluciones de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP), que apoyan la vigencia de las diputaciones, PP y PSOE escenificaron su unión en este asunto a través del voto favorable de sus 26 diputados.

Lo extraordinario no fue eso. Al fin y al cabo, ya se había anunciado así en la comparencia previa de sus portavoces. La extrañeza vino de la mano de Ciudadanos, formación que decidió abstenerse en una votación servida en bandeja para mostrar que su rechazo a las diputaciones va más allá de un espíritu meramente combativo. No en vano, su portavoz, Gonzalo Sichar, todavía lanzó el pasado martes un severo rapapolvo dirigido a las diputaciones, asegurando que su formación votaría en rotundo negativo. Con la abstención también de IU, a la postre, la única formación que se mantuvo firme en el no resultó ser Málaga Ahora.

Habló primero de la importancia de las diputaciones el portavoz socialista, Francisco Conejo. Adaptando el papel de «municipalista convencido», con la generosidad que conlleva enarbolar tan vehemente una causa noble como puede ser la de proteger la autonomía de los ayuntamientos, incluso los más pequeños, Conejo explicó que «no se trata de defender el puesto de diputado o de presidente, sino de prestar servicios eficaces y eficientes». En este sentido, dijo que el futuro pasa por las manos de los propios ayuntamientos, asegurando que España se encuentra ante la necesidad de abordar un debate sobre el modelo territorial. Debate que habría que afrontar, según Conejo, «de manera sosegada» y con espíritu de dejar atrás un modelo inveterado que ahora habría que adaptar al siglo XXI. Conejo, acaso lector de Hegel, por ligar el concepto de Estado a la conciencia de un pueblo, afirmó que «lo relevante es que los ciudadanos de Atajate tienen que ser conscientes de que es mejor que ellos mismos decidan cómo se prestan los servicios que reciben, antes de que lo decida alguien que está en Sevilla o en Madrid».

Por su parte, el presidente de la institución provincial, Elías Bendodo, le brindó un apoyo tan expreso a las diputaciones que llegó a afirmar que «habría que inventarlas» en el caso de que no existieran. Como ya hiciera en otras ocasiones apuró que los que piden su desaparición, «bien no saben bien lo que hacen las diputaciones, o bien no viven en un pueblo».

Ciudadanos cambia su voto. Lo que fue planteado como un discurso sólido por parte del portavoz de Ciudadanos, Gonzalo Sichar, con argumentos innegables para poner en duda a las diputaciones, concluyó con la ya mencionada abstención. Inclinación, a la postre, que pudiera ser considerada como demasiado templada. Tanto por el carácter hiperbólico de las palabras de Sichar, como por la propia esencia del partido, que siempre ha manifestado su rechazo a las diputaciones. «Nadie se queja de que el presidente de la Diputación ha subido los impuestos. Se trata de la figura más agradecida, porque siempre que aparece se dedica a dar», llegó a decir, además, de afirmar que el PP se dedica a cambiar «denominaciones para hacer parecer la realidad diferente a la que es». Al final, todo barrunta a que el futuro de la Diputación tomará la vía lampedusiana: que todo cambie para que todo siga igual.