Le ocurrió al investigador y escritor José Antonio Barberá. Se fue a Las Hurdes y allí, perdido en medio del campo, llegó a un mesón y le dijo el que trabajaba allí: «¿Usted escribe para El Avisador, verdad?».

Mucho más lejos, en el corazón de África, en una aldea de Burundi, resulta que unas monjas reciben El Avisador Malagueño, aunque, misterios de la vida, no tienen internet, y eso que es una revista digital.

Y no pueden faltar esos dos hermanos malagueños emigrantes en Australia, cada uno en un extremo del continente, que habían perdido el contacto y no tenían ni la dirección ni el número de teléfono del otro. Como uno de ellos sabía que su hermano recibía El Avisador Malagueño, se puso en contacto con la revista para que publicara un aviso y así los dos hermanos pudieron volver a contactar.

Son tres de las incontables anécdotas que atesora la revista digital gratuita El Avisador Malagueño, que cada mes se distribuye por medio mundo o habrá que decir por todo el mundo, como precisa su fundador, el conocido escritor y pintor naif Diego Ceano: «Ha habido veces en que me han llegado correos de países que no sabía que ni existían o países en guerra».

La idea de la revista, que acaba de cumplir diez años, le surgió por la sorpresa que se llevó un día, cuando acudió a un colegio, del que prefiere no dar el nombre, a impartir una charla sobre Historia de Málaga y cuando finalizó un profesor le comentó que no sabía que por Málaga habían pasado los romanos. «Aquello me afectó mucho, que los niños supieran quién era Búfalo Bill y no quiénes los personajes más próximos a ellos».

Y Diego Ceano cayó en la cuenta de que en Málaga no existían «publicaciones idóneas, que fuera didácticas» sobre la historia y cultura, «y pensé en hacer una revistilla que aglutinara cosas de Málaga, el porqué del nombre de una calle, el porqué pasó esto aquí, pequeños artículos que fueran claros y entendibles, sin grandes palabras», resume. En cuanto al nombre de la revista, eligió la de un famoso diario de la mitad del XIX en Málaga, en homenaje a los esforzados periodistas de esos tiempos.

Su primera meta fue llegar únicamente a colegios e institutos y así lo hizo, a partir de ese primer número de 2006, aunque tuvo sus dudas: «En los primeros números dudaba de que aquello tuviera continuidad porque no veía una respuesta clara, pero cada vez más gente llamaba para que le mandara la revista, personas que no tenían que ver con los colegios».

Y así fue creciendo esta obra colectiva en la que, en la actualidad, participa cerca de una veintena de colaboradores. Tuvo además una difusión tan extraordinaria que llegó a enviar 100.000 correos -con un millón y medio de correos indirectos- y si se cortó de forma brusca en 2013, con un paréntesis de 22 meses, fue por el ataque de unos hackers. Repuestos de los piratas informáticos, volvieron con brío y ya van por los 86 números. Desde hace unos meses cada número está dedicado en especial a un pueblo de la provincia. «Como tiene la difusión que tiene vendemos de alguna manera Málaga y su provincia fuera, por eso dedicamos cada mes la revista a un pueblo», aclara Diego.

Entre los colaboradores se encuentra el pintor José Luis Pavón, que ha hecho muchas de las portadas de los pueblos. «Llevo 40 años pintando y uno colaborando con El Avisador, mañana nos iremos a Archidona y habrá que pintar un cuadro», comenta. Para José Luis es una satisfacción que sus obras se difundan por todo el mundo.

También pinta Fernando Cordón, que se acercó a la oficina de la Diputación en la que trabaja Diego Ceano en busca de unos folletos, «empezamos a hablar, hicimos amistad y ya llevo colaborando dos años en la revista».

En el caso de Manuel González Alba, cuenta que es el encargado de buscar los temas y por ejemplo, ha contactado con un cantero de Archidona, uno de los últimos que quedan en la provincia, para un próximo número.

Y es asiduo de El Avisador Antonio Lara Villodres, investigador y experto en Heráldica, que explica que a raíz de un trabajo publicado en la revista digital sobre unos escudos «aparecidos y desparecidos» en Málaga se puso en contacto con él desde Madrid el marqués de Guadacorte, ya que se trataba de escudos vinculados con el marquesado.

Biografías de mujeres (la mujer está muy presente en El Avisador), semblanzas, una página de gastronomía de mucho éxito, historias... El Avisador Malagueño sigue imparable y llega gracias a internet a todos los rincones. «La única premisa cuando alguien quiere colaborar es que sean artículos preferentemente de Málaga y que no sean políticos ni religiosos», apunta el fundador.

Y para dar una importante pincelada de esta revista, la de la generosidad, una última anécdota: en 2007 el hijo de Francisco Rando Cabrerizo, un emigrante malagueño del Rincón de la Victoria que tuvo que marcharse a vivir a México, donde falleció, pidió a El Avisador que depositara en nombre de su padre una flor a la Virgen del Carmen.

La publicación se puso en contacto con todos los grupos políticos del Ayuntamiento, respondieron los populares y se organizó un acto en el que depositaron al pie de la Virgen del Carmen una canastilla de flores y un diploma con el nombre del emigrante malagueño. El hijo se emocionó al conocer la respuesta de la revista.