Soy un enamorado de la Radio. Enamorado, adicto, hincha… Cualquiera de las expresiones de afecto hacia algo o alguien encaja por mi devoción a la Radio. Cuarenta y tres años de mi vida los he consagrado a este medio de comunicación, cultura, entretenimiento, información…, y preferido casi por todo el mundo pese a la existencia de nuevos medios de difusión, como Internet. La Radio sigue ocupando el primer puesto.

Lamentablemente, sin que su privilegiado lugar se discuta, en la Radio, y lo siento como si estuviera en activo, de un tiempo a esta parte -al día de hoy- la programación, en lo que se refiere a la música, deja mucho que desear. Es de una monotonía desesperante porque los espacios musicales son iguales, dominados por el poderío anglosajón.

Si uno juega con el dial unos minutos comprobará que todas las emisoras ofrecen grabaciones o programas en directo con un mismo un denominador común: conjuntos y solistas cantando en inglés. Es un tipo de música, ya sea pop, rock, heavy metal y todas sus modalidades, que se repite una y otra vez hasta llegar al hartazgo. La única opción para oír canciones en español es recurrir a alguna de las emisoras regidas por comunidades sudamericanas, que son las que basan su programación en canciones con letras en nuestra lengua. Hay otra opción, apagar la radio.

Música de toda las procedencias

No hace demasiados años, las emisoras españolas, bien desde las centrales radicadas en Madrid, o las establecidas en nuestro caso en Málaga, dejando a un lado los informativos, las retransmisiones deportivas, los espacios específicos de cine, teatro, toros, humor, entrevistas, tertulias, etc…, repartían los tiempos con músicas de todas las procedencias; en los actuales tiempos la única música que se ofrece es de un mismo corte o estilo, con un porcentaje abrumador de canciones cantadas en inglés, como he apuntado antes.

El resto (en un porcentaje mínimo), a solistas y conjuntos españoles que muchas veces también cantan en inglés, porque hemos llegado a tales extremos que hasta a Eurovisión acudimos con canciones cantadas en la misma lengua omnipresente. No tengo nada contra el inglés ni contra el turco ni contra ninguna otra lengua. Pero, ¡leche!, estamos en España.

La Radio, en mis tiempos, era mucho más variada y rica que ahora, porque se emitían grabaciones muy variadas procedencias. La presentación de los espacios respondía a enunciados como Música de baile, Ritmos sudamericanos, Canciones populares, Trabaje con música, Música ligera, Discos dedicados, Novedades, Pida su música, Música para recordar, Ritmo y melodía... Cada emisora titulaba los espacios de acuerdo con las grabaciones elegidas para cada ocasión.

A estos espacios se sumaban otros muy específicos, como Cante Flamenco, la Zarzuela, La Opera, Grandes Orquestas, Música de películas, Canción española, Música Clásica... De todos aquellos espacios no queda apenas nada. El más exitoso de todos aquellos programas fue Clásicos populares, donde Fernando Argenta, fallecido no hace mucho, y Araceli Fernández Campa, popularizaron la música clásica hasta el extremo de ser uno de los programas estrella de la radiodifusión española.

Lo que se oía entonces

Me vienen a la memoria tiempos no tan lejanos en los que disfrutábamos, por ejemplo, con la Orquesta de Xavier Cugat, con su amplísimo repertorio que gustaba a todos los oyentes y que además de dirigir su numerosa orquesta se atrevía a tocar el violín, instrumento del que era un virtuoso, sin olvidar su mascota preferida, un chihuahua que se refugiaba en el bolsillo superior de su chaqueta blanca; o las rancheras mejicanas cantadas por Tito Guizar, Jorge Negrete, Pedro Infante y Luis Aguilar; los conjuntos Trio Calaveras, Los Panchos, Los Mariachis de Tecalitlán…

También estaba Inma Villa con su famosa Malagueña que se radiaba una y otra vez con gran complacencia de la audiencia; los éxitos de canciones como Guadalajara, La Guadalupana, las famosas Mañanitas, La Raspa y La Bamba, Allá en el Rancho Grande, Jalisco no te rajes, La Cucaracha; la llegada a España de la mejicana Ana María González, presentada como La Voz Luminosa de Méjico, y que debido a su tendencia a engordar, uniendo las palabras Voz y Luminosa, familiarmente se la llamaba La Voluminosa de Méjico; otra cantante de la misma procedencia que cantaba el corrido Canta y no llores y que como desafinaba a veces, un crítico madrileño modificó el título de la canción alterando de las dos palabras y escribió, refiriéndose a ella como Llora y no cantes. A los grandes de la música mejicana se sumó una española, Rocío Dúrcal, considerada como una de las mejores intérpretes de rancheras.

La música e intérpretes italianos tenía miles de seguidores, sobresaliendo Domenico Modugno, Renato Carosone, Al Bano…; autores de la talla de Nino Rota, Mario Nascimbene, Ennio Morricone…) las tarantelas napolitanas y mil canciones de amor.

Recordamos nombres y orquestas como la de Pérez Prado, con sus mambos números 5 y 8 que atronaban en las emisoras de radio y en los salones de baile, verbenas, bodas y celebraciones multitudinarias.

De Francia nos llegaban canciones interpretadas de forma única por Edith Piaf, Charles Trenet, Charles Aznavour,… y compositores como Maurice Jarre y Francis Lai.

Españoles

La lista de cantantes, cantautores, orquestas, grupos y conjuntos españoles que cantaban en español (ahora cantan en inglés y catalán) es interminable. Si nos remontamos a los años 40 y 50 hay nombres que todavía permanecen en la memoria de dos o tres generaciones. Algunos, para gente muy joven, son totalmente desconocidos porque sus obras no están en los programas de hoy, salvo en algún espacio aislado de música nostálgica. Bonet de San Pedro y los Siete de Palma, Jorge Sepúlveda, Azarola (un pianista que tocaba con los dedos, con los codos e incluso con el culo, y que era todo un espectáculo verlo ante el piano saltando, sudando, moviéndose de un lugar a otro), Martínez de la Rosa, Waldo de los Rios, con sus arreglos de obras de Mozart…

Párrafo aparte, Antonio Machín, cubano de nacimiento, y que se asentó en España, primero con El Manisero y después con una serie de boleros, con Angelitos negros como obra cumbre y que inspiró a más de un pintor a incluir en los retablos de nuevos templos ángeles de color, toda una novedad.

Se formaron grupos con canciones nuevas y pegadizas, alegres y románticas, trepidantes y sosegadas, del folklore popular y arreglos orquestales, como las que llenaron horas y horas en los programas musicales, como Los Canarios, Los Cinco Latinos, Los Bravos, Los Brincos, el Dúo Sergio y Estibaliz, Juan Pardo, Bertín Osborne, María Dolores Pradera…

Y nombres, como Luis Aguilé, Julio Iglesias, Raphael, Serrat, Llach, Miguel Bosé, Karina (El baúl de los recuerdos), Emilio José (Soledad), Luis y su guitarra, Miguel Ríos, la pléyade de canzonetistas (Conchita Piquer, Estrellita Castro, Juanita Reina, Paquita Rico, Marifé de Triana, Carmen Sevilla, Lola Flores, Lolita Sevilla…, sin olvidar a la primera del escalafón, Imperio Argentina).

De los nombrados están en activo Raphael, que es incombustible; Julio Iglesias, eterno; Serrat… y del amplísimo repertorio de todos los estilos está vigente Las chicas yeyé, que algunos grupos que animan bodas y celebraciones la sacan a colación para que los de mayor edad salten a la pista para bailar el twist y otros ritmos de la época.

Aquellos grupos o formaciones tuvieron una larga descendencia, optando a veces por nombres extraños e inexplicables, como No me pises que llevo chanclas, La Oreja de Van Gogh, Siniestro total, Un pingüino en el ascensor, La Polla récords…

Cada año pasan por el Festival de Eurovisión solistas y grupos con canciones cantadas en muchos idiomas. Después, a las emisoras españolas, no llegan apenas algunas de esas grabaciones, y si llegan, se guardan en los anaqueles sin programarlas nunca o casi nunca.

Los norteamericanos e ingleses

Hay que descubrirse ante los solistas y grupos anglosajones, como los Beatles en primerísimo lugar y que no han sido superados todavía. Ya nadie se acuerda de Louis Armstrong, de Frank Sinatra, conocido en Estados Unidos por La Voz, Bing Crosby, las orquestas de Benny Goodman, Artie Shaw, Glenn Miller, Mike Oldfield…, con grabaciones que se cotizan porque son irrepetibles. En muchas películas norteamericanas quedan imágenes de estos grupos que marcaron una época.

Y cómo no recordar las bandas sonoras de muchísimas películas de todos los géneros con composiciones de John Williams, Max Steiner, Micklos Rozsa, Dimitri Tiomkin, Henry Miller, Goldstein, Hammerstein, Legrand, Pink Floyd, Vangelis, John Barry, Leonard Bernstein… Están en la memoria aunque ya no se programen en 2016 las bandas sonoras de Lo que el viento se llevó, Ben Hur, Tiburón, Psicosis, El doctor Zhivago, El árbol del ahorcado, Casablanca, Solo ante el peligro, El bueno, el feo y el malo, Gilda, Juan Salvador Gaviota, Zorba el griego… Las orquestas de Henri Mancini y Paul Mauriat con arreglos de las composiciones más celebradas también han desaparecido de las ondas.

No puedo terminar sin recordar otros músicos y artistas como Libertad Lamarque y Hugo del Carril (argentinos), el conjunto sueco Abba, la griega Melina Mercouri, la portuguesa Amalia Rodrigues con los inigualables fados...

La música vienesa

Salvo en el popular Concierto de Primero de Año en la Sala Dorada de Viena, la rica música vienesa -valses, polkas, galopes…- también ha sido anulada de la programación musical de la radiodifusión española.

Hay que esperar todo un año para gozar de las composiciones de los Strauss o hacer un viaje a Austria, que vela por su cultura musical sin menospreciar las demás. El único vals que se oye en España, o en Málaga al menos, es El Danubio Azul, que es la pieza elegida por las orquestas para animar las cenas o celebraciones que siguen a la ceremonia religiosa o civil de la boda. Después del vals de Strauss, lo que mola, es una sevillana y la inmortal Chica yeyé.

Y para terminar: ni antes de empezar la radiación de una grabación ni al finalizar se informa al radioyente del título de la obra, ni el autor, ni el intérprete… Ya no hay ni locutores que cumplan esa misión.