­La Costa del Sol despierta. Con un rugido turístico que, en su despliegue, empieza a acoger ya a todos los resortes interdependientes de su economía. Después de un invierno todavía viciado por la ralentización de la actividad -con decenas de cierres temporales de hoteles, algunos de ellos motivados por reformas- el sector aviva sus calderas para la Semana Santa. Y promete una vuelta a la temporada alta que este año, tanto por el calendario como por la buena marcha de la demanda, no incorporará presumiblemente nuevos periodos de letargo. Ni en la mayoría de los alojamientos ni en la llamada industria complementaria -formada, entre otros, por salas de fiesta, bares y restaurantes-.

En pleno compás de inicio de las fiestas, las empresas miden su musculatura para un desafío que este ejercicio durará más que en los años anteriores. Condicionado por la cita puntual del Domingo de Ramos, el fin de la siesta turística se adelanta, dejando atrás un invierno que, para felicidad de la provincia, ha sido más corto en los establecimientos de lo acostumbrado. Con un octubre entendido por la clientela en clave plenamente veraniega, el parón ha durado menos de lo previsto. Los hoteles se desperezan: y con su encendido de luces retornan también aquellos locales que habían reducido al mínimo su labor para no tener que lidiar con el descenso tradicional de consumidores.

En los chiringuitos no hay dudas de que el regreso al trabajo marcará el arranque de una temporada que se extenderá sin interrupción, como mínimo, hasta el final del verano. Según explica Manuel Villafaina, portavoz del colectivo en la provincia, únicamente faltan ya siete establecimientos por volver a abrir sus puertas. En Semana Santa se operará ya con la oferta al completo, incluido ese alrededor del 40 por ciento del total de locales que prefiere mantenerse inoperativo en la fase de la temporada en la que la afluencia de bañistas se reduce ostensiblemente.

Las buenas perspectivas para esta primavera no se notan únicamente en la apuesta de los establecimientos. La evolución del curso, junto a los pronósticos que manejan las administraciones, inducen a pensar en un ejercicio turístico a toda mecha, superior, incluso, en la mayor parte de sus indicadores al del pasado año. Enero, mes tradicionalmente a la baja, ya supuso en ese sentido una nueva constatación. El curso ha comenzado con fuerza y todo parece indicar que, salvo crisis generalizada de última hora -la huelga de limpieza de Málaga supuso, en este punto, una amenaza- la industria irá avanzando por la temporada con paso seguro, sabedora de la inminencia de un nuevo salto histórico.

Despejada, con el impulso de las predicciones, la incógnita de la tendencia, el reto se centra ahora en saber cómo mantener a la clientela que a buen seguro se hospedará y gastará este año en la Costa del Sol. Y todos parecen comprometidos, dada la claridad que reviste al diagnóstico. «Es obvio que estamos recibiendo a muchos turistas de los que han dejado de ir a otros países por la situación política que se está viviendo», reseña Villafaina.

La incidencia del llamado «turismo prestado» deja a la Costa del Sol frente al desafío de fidelizar a esa nueva remesa de clientes. En Marbella, a diferencia de otros destinos de la Costa del Sol, la puesta a punto implicará un esfuerzo más reposado. Según confirman fuentes del Centro de Iniciativas Turísticas (CIT), el grueso de los negocios y alojamientos han abogado este invierno por continuar con la actividad y no cerrar más allá de periodos de descanso puntuales, por lo que la reanudación de la temporada alta únicamente afectará al ajuste inevitable de las plantillas. Es justamente en esta variable en la que se esperan más alegrías, con la contratación en toda la provincia de entre 3.000 y 3.500 trabajadores.

La mayoría de estos nuevos puestos de trabajo, comenta Gonzalo Fuentes, responsable de Servicios en el sindicato CCOO, se corresponden precisamente con ese sector complementario, que suele ser el que más movimiento aporta al conjunto del destino. Eso sí, sin perder de vista la importancia estratégica de los hoteles, que son los que ponen en marcha el engranaje del sector en muchos de los puntos más deliberadamente dependientes de la capacidad de consumo de la clientela externa. Una vez más, los indicios vuelven a ser positivos para la Costa del Sol, que se prepara para extender la animación turística de la Semana Santa a los dos meses que restan para el inicio del verano. De momento, aún no ha llegado abril y ya está programado el primer acercamiento al lleno. Al menos, en la capital, líder en ocupación en estas fiestas.