­La Audiencia de Málaga ha confirmado la pena de 18 meses de prisión impuesta a un hombre condenado por atemorizar y amenazar durante dos años a los profesionales sanitarios del hospital Materno Infantil que atendían a su hijo, aquejado de numerosas patologías crónicas. Asimismo, ha ratificado la prohibición de acercarse al centro hospitalario durante tres años y el pago de una indemnización a una enfermera. Según el relato de hechos probados del Juzgado de lo Penal, ahora confirmado en la sentencia de la Audiencia, el niño de dos años del acusado ingresó en dicho centro en julio de 2010 y, especialmente desde principios de 2011, el hombre estuvo «provocando numerosos incidentes, manteniendo una actitud beligerante y agresiva contra el colectivo de profesionales de la UCI y de la planta a la que fue trasladado el pequeño». El acusado realizó «constantes amenazas, insultos e incluso agresiones» contra el personal sanitario, al que «sometía a una tensión constante hasta el punto de que han evitado interponer denuncias por miedo a represalias, alterando el normal funcionamiento de la unidad de críticos y urgencias pediátricas». El hombre ya fue condenado en 2011 por la agresión a un enfermero.

Entre los incidentes, en la sentencia se destacan varios, uno de ellos en octubre de 2011, cuando tras requerir la presencia de una enfermera para que atendiera a su hijo y ante el retraso de ésta porque estaba con otro paciente, fue en su busca y entró en la zona de personal «muy alterado y agresivo, profiriendo amenazas de muerte y gritando que dónde estaba la enfermera, «cuando la encuentre la voy a matar». La resolución añade que la enfermera tuvo que ocultarse y sufrió una crisis de ansiedad; además de que la actividad de la UCI «resultó interrumpida, alterando gravemente el orden», al tener que intervenir los vigilantes de seguridad. En enero de 2012, ocurrió otro episodio cuando fue requerido a que abandonara la zona por no ser horario de visita; momento en el que intervino la Policía, aunque el personal no denunció «por miedo a represalias». En febrero de ese mismo año, ya en una planta de pediatría, «incrementó su actitud de presión hacia los profesionales sanitarios, contraviniendo las indicaciones de los facultativos y llegando a manipular un respirador», causando daños en el mismo no intencionados, pero valorados en 7.063 euros, entre otras incidencias.