­La bodega malagueña Niño de la Salina, situada en Almargen, ha decidido dar este año el salto internacional y comenzará a exportar sus vinos en las próximas semanas a Francia y Alemania tras cerrar los primeros pedidos con los distribuidores, al tiempo que tantea ya el mercado de Gran Bretaña y Holanda en busca de potenciales clientes para ir ganando poco a poco cuota de mercado exterior. Con 35 hectáreas de vides y seis variedades de vino pertenecientes todas ellas a las denominaciones de origen Málaga y Sierras de Málaga, los hermanos Andrés y Francisco Fontalba Capote, dueños de la bodega, manejan también unas ambiciosas perspectivas de crecimiento del negocio, que pasan por doblar la producción en un plazo de cinco años, pasando de las 300.000 botellas que elaboran actualmente cada año a más de 600.000.

El origen de esta coqueta bodega, de carácter muy familiar y dedicada a la producción de vino ecológico, es ciertamente entrañable. Y es que Andrés y Francisco decidieron fundarla por una promesa que le hicieron a su padre, que era conocido en la zona como «Andresito, el Niño de la Salina» y que de joven vio frustrado su sueño de poder tener su propia bodega.

«Mi padre tenía unas viñas y un lagar pero tuvo que venderlas para ayudar a su familia. Era el tiempo duro de la posguerra, alrededor de 1950. Siempre le quedó esa pena de no haber podido tener su bodega para elaborar sus vinos. Mi hermano y yo le prometimos que algún día la tendría. Era un hombre excepcional. Falleció hace ocho años y pudo ver hecho realidad su deseo de ver su viña y su bodega», rememora Andrés Fontalba.

Aunque el negocio inicial se constituyó hace 30 años en el apartado agrícola y de producción de semillas, la plantación de las viñas no se produjo hasta 1998. Desde entonces, el trabajo ha sido duro y constante en la bodega, y más por la decidida apuesta de producir vino ecológico utilizando únicamente procesos naturales, algo que otorga mucha más calidad a los caldos pero que hace más dificultosas y costosas las tareas de producción. La producción de uva lleva siendo tres años supervisada por el Comité Andaluz de Agricultura Ecológica (CAAE), por lo que este año, sobre el mes de agosto, esperan contar al fin con la certificación oficial para la bodega en este apartado.

Niño de la Salina, que también forma parte de la marca «Sabor a Málaga», elabora actualmente vino tinto, rosado, blanco, Pedro Ximénez, moscatel y un rico tinto dulce abocado, y se prepara para el lanzamiento de un crianza. Una de las marcas de comercialización (la del tinto, Pedro Ximénez y moscatel) se denomina precisamente «Andresito» en honor a «El Niño de la Salina». La otra es «Al Fresco» (blanco, rosado y tinto abocado) pero también sacaron hace unos meses una séptima variedad de vino, el roble «Árbol» del que salieron 3.000 botellas que se vendieron todas rápidamente. Los caldos Fontalba Capote ya han recibido diversos reconocimientos, el último de ellos esta misma semana con la concesión de la medalla de oro a uno de sus tintos en barril pequeño en un certamen de Toulouse (Francia). Otras mención significativa es el bronce logrado para otro de sus vinos en los Premios Mezquita.

Andrés Fontalba explica que los planes de la bodega, donde suelen trabajar unas 30 personas entre fijos y jornaleros, pasan por la plantación progresiva de 20 nuevas hectáreas de viñedo en Almargen, lo que les permitirá en el plazo de un lustro, y si todo marcha según lo previsto, doblar su actual producción de vino. «El lema de la empresa es espíritu joven e ideales antiguos. Queremos mantener todas las tradiciones aprendidas de nuestros antecesores y transmitirlas a nuestros hijos. Y siempre con espíritu vivo, iniciativa y creación», concluye.