Eleuterio Sánchez (Salamanca, 1942) no puede evitar que se le humedezcan los ojos cuando recuerda la escena más terrible vivida por él en Mangas Verdes: «Salté por los tejados, la Guardia Civil se quedó con tres palmos de narices. Acabé en el cerro alto ese, entonces sin casas, era de noche y mis hermanos y yo estábamos viendo cómo a mi familia y a mis hijos los sacaban de la casa; a los niños, de 9 y 6 años, con las manos en alto. A las mujeres las mandaron a la cárcel de mujeres y a los niños a la de niños, al reformatorio».

Tenía Eleuterio Sánchez unos recuerdos algo borrosos de su estancia en Mangas Verdes, no en vano habían pasado casi 44 años desde ese mes de julio de 1972, pero fue llegar a la calle Pulgarín Bajo, donde se ocultó en una vivienda, y regresaron de golpe todos los recuerdos. «Esta era la casa, está en las mismas condiciones, aquí vivía mi hermana», señaló sin dudarlo. La escena tuvo lugar ayer, a las 10.30 de la mañana, momentos antes de que Eleuterio Sánchez, El Lute, el preso y delincuente más famoso del Franquismo, con 18 años de cárcel a sus espaldas e innumerables fugas, descubriera un panel de azulejos en su memoria, acompañado por medio centenar de vecinos.

«Encontrarlo a él fue complicado, el que viniera muy fácil, ha sido muy amable», contaba ayer Antonio Martos, presidente de la asociación de vecinos, que invitó a Eleuterio al barrio, después de cinco años tratando de dar con él -finalmente contestó a través de las redes sociales-.

Algo menos tiempo, tres años, estuvieron las fuerzas de seguridad intentando atrapar al Lute, tras fugarse de la prisión del Puerto de Santa María en 1970. Dos años residió oculto en Málaga, en la calle Francisco de Leyva del Camino de Antequera, pero algo muy serio truncó la clandestinidad: «Fui a la Estación de Cártama a cambiar divisa extranjera, pensé que en un pueblecito, con menos gente, pasaría inadvertido, pero el señor debió reconocerme, a través de un niño mandó un recado a la Guardia Civil, que estaba en Cártama pueblo y cuando me di cuenta tenía dos pistolas por la espalda. No me detuvieron, me pegaron dos tiros, uno en el muslo con entrada y salida y otro en el pecho y así y todo, me fugué, por eso me fui a casa de mi hermana a Mangas Verdes, buscando protección aquí».

En Mangas Verdes, con disfraz. Pasó un mes en la barriada, hasta la mencionada huida por los tejados y finalmente, la marcha a Sevilla -fue detenido en el 73- y como le recordaron ayer algunas vecinas, en esas semanas del verano del 72 frecuentó bares y tiendas de Mangas Verdes disfrazado, aunque todos sabían que bajo el disfraz estaba El Lute.

«Eso lo tengo grabado en el corazón y no lo olvidaré nunca: Cómo estas personas, sabiendo que con la delación podían incluso ser premiadas con mucho dinero y sin embargo mantuvieron silencio los dos años que pasé en Málaga. Los malagueños, las personas del Camino de Antequera y Mangas Verdes lo sabían, me mantuvieron en el anonimato y me dieron su cariño y su amistad», confesó.

A punto de cumplir 74 años, esta salmantino de 1,80, mirada tierna y verbo digno de un académico de la Lengua respondió en la mañana de ayer a diez niños de 6º de Primaria del colegio del barrio, el Ángel Ganivet, mientras los vecinos daban cuentan de un desayuno de pan con aceite.

Los niños fueron al grano: «¿Te arrepientes de lo que has hecho en tu pasado?». El Lute -un mote por cierto que le puso la policía en el 65- sonrío y se quedó pensativo antes de contestar: «La palabra arrepentimiento no me gusta por las connotaciones de orden timorato que tiene. Lo que me hubiese gustado es tener la suerte que tenéis vosotros, que apenas empezáis a andar y ya os enseñan el aeiou, el 1,2,3 y las sumas. Me hubiese gustado tener esa oportunidad».

Precisamente, habló a preguntas de los alumnos del gran cambio que experimentó en la cárcel -donde pasó un total de 18 años, hasta su indulto en 1981-: «Entré en la cárcel siendo un analfabeto, a los 22 años no conocía ni el aeiou: Lo que un niño de dos años, yo no lo sabía. Y fue en la cárcel donde me adentré en los rudimentos de la cultura y esto fue para mí un mundo nuevo y maravilloso del que no tenía conocimiento. A partir de aquí me declaré estudiante a perpetuidad». Con estos rudimentos, Eleuterio pudo escribir cartas a su mujer y a sus niños, pero como recalca, fue algo que partió de él: «La cárcel está hecha como un castigo, si jugamos a reinsertar al individuo hay que ofrecer un mínimo de condiciones y en aquella época no había demasiado -y en esta, ha cambiado poquito- Por eso, si alguien se superaba a si mismo, tenías que intentarlo por tu cuenta».

Y llegó a estudiar Derecho en prisión y a especializarse en Derecho Penal, «porque como a mí me habían aplicado el Derecho tan torcidamente, pensé que con la experiencia de estudiarlo podría empezar a remover los cimientos del sistema».

Durante todo el encuentro con los vecinos, Eleuterio Sánchez se muestra relajado y feliz. De vez en cuando interrumpe la charla para atender las llamadas de las radios. Algunos de los vecinos que asisten a la charla tomaron parte en el rodaje de El Lute II, Mañana seré libre,que tuvo lugar en la plaza Francisco López López de la barriada en 1987, precisamente la escena del intento de captura y la huida de El Lute.

Una de las vecinas, Paqui Martos, cuenta al periodista que recibió 15.000 pesetas por participar: «Fueron dos días de rodaje pero esa escena la hicieron por lo menos 20 veces. Se supone que yo estaba en la tienda comprando y cada vez que venía uno preguntando por el coche tenía que mirar».

Eleuterio se ha ganado a la audiencia, que aplaude todas sus intervenciones. Al acabar la tanda de preguntas posa con los alumnos del colegio, que además le han dedicado un mural sobre su vida, con fotos, noticias y también con sus libros, que luego dedica a los vecinos -ha traído una caja-.

Antes de dejar el colegio dedica una reflexión a todos los que quieren enderezar el rumbo de su vida: «El tiempo es vida, matar el tiempo es matar lo único que tenemos por eso puedes hacer algo maravilloso, aprovechar el tiempo porque el oficio de vivir es muy largo pero la vida es corta». El Lute aprovechó su tiempo y hoy es un ejemplo de superación para todos.