Antes de posar para el fotógrafo esta semana, José María Córdoba tiene que esperar a que un grupo de turistas se haga las fotos de rigor con la escultura que salió de sus manos, la del escritor danés Hans Christian Andersen, emplazado en la Acera de la Marina desde el 14 de junio de 2005. «La figura de Andersen la gente la ha asumido y además con mucho cariño. Yo no he visto más respeto a una escultura en la calle que la que tiene la de Andersen», recalca y recuerda con afecto un día de frío intenso en el que alguien le había colocado una bufanda al autor de El patito feo.

La historia de esta escultura, posiblemente la más popular de Málaga en la actualidad, surgió en el país natal de Andersen, en Dinamarca. «La Fundación Reina Isabel de Dinamarca decide que había que hacer algo en Málaga, dado que Andersen estuvo aquí, aparte de que la colonia más numerosas de daneses se encuentra en la Costa del Sol», explica este cordobés nacido en 1950 y afincado en Fuengirola.

Iba a ser por entonces la primera escultura erigida en Europa al escritor danés, además de las que ya había en su país natal, y José María Córdoba, que había expuesto en dos ocasiones en galerías de Dinamarca, que estaba casado con una danesa, Annette Skou y que era un artista andaluz, llamó la atención de la vicecónsul danesa, Annette Sahlertz, y del representante de la Fundación Reina Isabel, Jens Jensen. La fundación le encargó finalmente la obra tras ver unos dibujos previos.

«Había una serie de condiciones, Andersen era viajero y tenía que estar representada alguna maleta de viaje y luego me dijeron una cosa que no incorporé: una cuerda, porque Andersen tenía pánico a los incendios y viajaba siempre con una para poder escapar si se declaraba un incendio en las pensiones».

Como destaca, «la escultura está muy pensada». Andersen «está feliz en Málaga», como demostró con los piropos que dedicó a la ciudad en su libro Viaje por España; además, para identificarlo como escritor lleva un libro en la mano y en lugar de la maleta de la que hablaba la fundación danesa, un bolso de viaje en el que por cierto aparece la firma del escultor.

José María Córdoba también pensó en que, como la escultura iba a ser grande (de pie mediría 2,20) «si un niño ve una figura de bronce de un tío tan grande puede que tenga rechazo, por eso a la escala de los niños, junto al bolso, hay una representación del patito feo, que tiene una cresta muy rara para que sea feo pero entrañable».

En cuanto al sitio, cuenta que el Ayuntamiento «fue generoso y me dijo que escogiera la ubicación que quisiera». Eligió dos emplazamientos: la calle Larios, pero en el cruce elegido se instaló por esos días una escultura de Tony Cragg, y también la Acera de la Marina. «Me pareció un sitio maravilloso. Andersen estuvo residiendo en la Alameda en una pensión, estaba próximo a su residencia y luego también porque había palmeras, como iba a ser fotografiado, que se viera que estaba en el Sur».

En cuanto al diseño, el toque contemporáneo de un banco de acero inoxidable, pero también una plataforma de acero cortén: «La gente para sentarse con él tiene que subir un escalón porque es un escritor importante, hay que dar ese paso para estar a su altura», argumenta el artista, que tardó dos meses en realizar la obra. En cuanto al gran parecido físico de su escultura con el Andersen real contó con el apoyo de la casa museo de Andersen en Odense, que le envió numerosas fotografías del personaje. Y empleó modelos para el resto del cuerpo, dos fuengiroleños, el joven Domingo Osorio, «un chico sensible que posó con orgullo, con clase» y el profesor y deportista de triatlón Manuel Cortés, que además medía 1,90. «Tenía las proporciones de un tío fuerte pero no cachas», precisa José María Córdoba.

La obra se realizó en la desaparecida Fundiciones del Sur de Antequera y previamente, para el modelado en barro, empleó una estructura de hierro y tela metálica que cubrió con unos 300 kilos de barro. En la fundición quedó listo el monumento, con todas las piezas ancladas, incluido el banco y la peana, con un reforzamiento especial del famoso patito feo y del ala del sombrero de copa del escritor.

Hoy, turistas y visitantes se abrazan y fotografían con Andersen y puede que ya sea la inversión cultural más exitosa de Dinamarca en España .