El pintor y escultor José María Córdoba ha logrado captar el espíritu de Hans Christian Andersen en este monumento en el Centro de Málaga, aunque como confiesa divertido, un día antes de la inauguración, el 14 de junio de 2005, temió que no pudiera verlo instalado: «Una grúa de esas gigantes desplazó la obra, se cortó el tráfico y estaba sujeta con unas cintas. Pregunté: ¿No se soltará?, y pensé que si se soltaba una cinta de estas y mañana venía la princesa y todo el mundo aquí...».

Pero la ley de la gravedad no causó estragos y Andersen, con su banco y peana incluidos, aterrizó sin problemas en la Acera de la Marina. Esa noche, por cierto, un policía veló por la seguridad del monumento, tapado con una tela de seda.

A la inauguración al día siguiente asistieron numerosas autoridades danesas, empezando por la hermana de la reina Margarita de Dinamarca, la princesa Benedicta. Mientras el hijo de Anette y José María, Oliver Skou, tomaba fotos del acto, el artista cordobés cuenta que la princesa le hizo un gesto para que posara junto a ella y el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, al lado de su obra.

«Me puse detrás y yo, como si fuesen dos colegas, voy a ponerles la mano en el hombro y de pronto pensé: una princesa es intocable para el protocolo, así que reaccioné a tiempo y sólo le puse la mano en el hombro al alcalde», ríe.

También se llevó una sorpresa en el cóctel que más tarde se celebró en el Jardín Botánico de La Concepción. «Me sentaron en una mesa con muchas condesas y marquesas, a mi lado había un hombre que me preguntó en español si quería un cigarro, le dije que sí pero al ver el cigarro le comenté que prefería los míos, con boquilla, luego le pregunté, ¿Tú quién eres? y me contestó: el ministro de la Guerra. Era el ministro del Interior, una persona muy campechana».

Casi 11 años después, Andersen sigue en plena forma, inmortalizado con su conocida frase de elogio a Málaga, y sólo falta la placa vertical con el nombre del escultor: José María Córdoba.