En un escenario en el que el euríbor, el tipo de referencia, se encuentra en negativo y en que las cláusulas suelo han sido demonizadas, la banca busca nuevas fórmulas para tratar de mantener la rentabilidad, un objetivo ciertamente complicado en un sector damnificado por la falta de alegría crediticia y un precio oficial del dinero situado en el cero por ciento. En el rentable mercado hipotecario —siempre que no se incurran en los desmanes que condujeron a la crisis—, las entidades financieras han hecho una apuesta decidida por las hipotecas con interés fijo.

Los últimos datos de la Asociación Hipotecaria Española (AHE), cuyos socios son las propias entidades financieras, ponen de relieve cómo los contratos a interés variable, que en 2011 alcanzaban el 81,8 % del total, han bajado a solo el 58,5 % en febrero de 2016, mientras que los fijos han pasado de un 19,2 % a un 41,4 %, lo que implica un crecimiento del 115 %. Entree diciembre y febrero, el aumento ha sido de ocho puntos.

La gerente de la AHE, Lorena Mullor, asegura que, en esta dinámica, las entidades financieras están ofreciendo de media intereses del 2 % a entre 20 y 25 años en los créditos hipotecarios. Hay bancos más atrevidos, como el Sabadell, que concede a sus mejores clientes hipotecas a un tipo constante del 1,75 %. Mullor explica que hay que tener en cuenta que, en la actualidad, «hay pocas operaciones» en el mercado inmobiliario, al menos no tantas como las que se registraban en los años anteriores a la crisis, «y las personas que realizan esas compras suelen tener solvencia y capacidad para elegir entre entidades y productos».

Este tipo de operaciones son rentables para los bancos por diversos motivos. Por un lado, se garantizan unos ingresos constantes en un período en que las hipotecas a tipo variable cada vez rinden menos y es posible que a corto plazo aún vayan más a la baja. Además, prestan su dinero a personas de las que tienen garantías claras no solo de que devolverán el dinero por su capacidad adquisitiva sino que lo más probable es que amorticen el crédito antes de tiempo, lo que no les compromete en exceso de cara a la futura etapa en que suba el euríbor. A este respecto, Mullor puntualizó que la amortización media, «dependiendo de la finalidad», se encuentra en estos casos entre los siete y los tres años.

No se espera que el euríbor suba a gran velocidad, pero Bankia considera «perfectamente factible» un escenario en el que este indicador se eleve desde los mínimos actuales hasta situarse entre el 2 % y el 4 % dentro de unos años. Este vaticinio lo realizó esta semana en una nueva entrada de su blog, en el que también aconsejaba a quienes piensen en comprar una vivienda que tengan en cuenta la evolución a largo plazo de los tipos de interés y su influencia en los índices de referencia variables.

¿Y cuáles son los beneficios para el cliente?. Pues Mullor asegura que el principal de ellos es la estabilidad a unos precios ciertamente baratos. Sobre todo si tenemos en cuenta que en las hipotecas variables, aunque el tipo esté en negativo —cerró en el 0,012 % en marzo—, las entidades financieras aplican sobre el mismo un diferencial que oscila entre el 0,75 % y el 1 % de media. Así que en un crédito a tipo fijo del 2 %, prácticamente se paga solo un punto más que en uno variable, pero el cliente se cubre las espaldas ante la futura subida del euríbor.