"No cojo un cubierto limpio sino el que esté menos sucio", relata Andrés Tamayo que cerca de las once de la mañana del miércoles anda pululando por los pasillos del edificio que comparten estudiantes de Informática y Telecomunicaciones. Es más que probable que en la bandeja de entrada tenga un correo de Agustín Valverde,subdirector de calidad e innovación educativa en el que "comparte" con los jóvenes la respuesta que desde ambas escuelas se ha querido dar a las reclamaciones e instancias presentadas en la secretaría del centro y motivadas por el mal servicio prestado desde la cafetería.

Los rumores de rumores de los que habla el joven son ciertos, los trabajadores que prestan servicio a los estudiantes tienen varias mensualidades pendientes por parte de la empresa Global Food, que actualmente sigue haciéndose cargo del establecimiento hasta que algunas de las empresas interesadas en la cafetería comience a gestionarla.

Hace dos semanas que la Universidad de Málaga decidió acabar con el acuerdo que tienen con la empresa de servicios de alimentación aprovechando el final de su contrato el pasado mes de abril. Ángela Martina Padrón y Winnielean Ranjo, estudiantes de Ingeniería de Software y miembros del consejo de estudiantes de Informática han sido algunas de las víctimas del decaimiento de la cafetería que comenzó su declive el pasado mes de noviembre. "Nos han dicho que hay tres empresas interesadas en la gestión de nuestra cafetería y una de ellas podría ser la misma que gestiona el club deportivo", comentan al tiempo que critican la falta de variedad en los menús que se ofrecen.

Mario Dagostino y Gabriel Llaves están tomando una cerveza sobre una mesa metálica a las afueras del establecimiento. Llevan tres años estudiando Ingeniería Informática en la escuela y han decidido abandonarla a mediodía y cambiarla por la de ciencias. Por su lado pasan tres estudiantes de Telecomunicación que acaban de desayunar y que se quejan de la falta de alguno de los productos, "Hace un año hicieron un cambio estético que tuvo gran aceptación entre los estudiantes", comentan Carlos Castellano, Rosa Blanca y Paco García "pero lo que comes es un plato, no un cartel", apostilla este último.

Tras la barra y con una sonrisa permanente se encuentran Antonia Luna y Francisco Fernández, "Si me pides un batido no te lo puedo dar y si mañana vienes pro un café, igual no me queda", comenta el camarero que ha perdido las mensualidades de noviembre y diciembre pero no el buen humor, "El hecho de que no nos paguen no influye en el ánimo, los estudiantes no tienen la culpa e intentamos dar el mejor servicio pese a la falta de productos" dicen.

Antonia Luna acaba de posar sus manos sobre el carro en el que almacenan los cubiertos y platos empleados por jóvenes. A ella le faltan en su cuenta bancaria los meses de agosto y noviembre y una de las pagas extraordinarias de 2014, "No tenemos contacto con la empresa, si ahora llamo a mi jefe, no me responderá", dice la trabajadora que lleva aguantando un curso en unas condiciones precarias y que probablemente lo siga haciendo hasta el próximo mes de septiembre.

La mensualidad del mes de abril sigue siendo una quimera, pero no son los únicos afectados junto a los alumnos, "En la cafetería del edificio de Hacienda están en las mismas condiciones porque la empresa que los gestiona es la misma", asegura Francisco Javier Pérez que habla sin dejar de servir a los pocos alumnos que a media mañana se sientan en las mesas de la cafetería en la que sigue trabajando.

"¿Viste ayer la Champions?", preguntan los alumnos a uno de los camareros mientras se acercan a la barra, él le responde con una sonrisa y comienza a preguntarles qué van a tomar, rezando para que pidan alguno de los pocos productos que tienen en su almacén, y también, para aguantar hasta que otra empresa tome las riendas del establecimiento.