A veces buscar calificativos empequeñece la acción de los hombres, pero este no es el caso del presidente de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Málaga y del tribunal que enjuició el caso Malaya, José Godino, quien ayer recibió un merecido homenaje por su trayectoria y por su trabajo al frente de la mayor causa de corrupción urbanística y política jamás llevada a plenario en España. Más de 350 fiscales, magistrados, abogados, procuradores, jueces, policías y militares se dieron cita en la ya mítica sala cuatro de la Ciudad de la Justicia, precisamente donde se celebró la vista de este asunto durante dos años, para asistir a la imposición de la Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort de primera clase.

Entre los asistentes se encontraban el presidente de la Audiencia Provincial de Málaga, Antonio Alcalá, y el de la de Granada, José Luis López Fuentes, así como el magistrado del Tribunal Supremo Francisco Arroyo Fiestas, encargado de leer la laudatio en la que ensalzaba la carrera del veterano magistrado jiennense.

No en vano, Arroyo Fiestas conoció a Godino en Málaga en 1987, ambos como magistrados de la Sección Primera. Godino estaba recién llegado de Bilbao, «años duros». Antes, pasó por Fuengirola, Torremolinos y Huelva. Ya, en aquel momento, se veía que los macrocasos eran lo suyo, ya que ambos formaron parte del tribunal que en 1993 enjuició a los autores del secuestro de Melodie Nakachian. «Yo perdí siete kilos y él hizo su bautismo de fuego», aseguró.

Tras repasar los innumerables galardones y su currículum también como preparador de oposiciones, profesor y conferenciante, así como su experta sapiencia en temas de drogas, Arroyo Fiestas destacó que «Malaya es otro mundo, parecía imposible de enjuiciar», dijo, para relatar que el anterior presidente del TSJA, Augusto Méndez de Lugo, reunió a los presidentes de secciones de la Audiencia malagueña ante la concurrencia de los casos Minutas, Malaya y Ballena Blanca. «Nos hicieron una encerrona, pretendía que se suspendieran dos de las tres causas porque desde un punto de vista organizativo y de seguridad no creía que pudieran celebrarse. Nadie dio un paso atrás», indicó.

«Él nos dirá el secreto, el trabajo de contacto previo con los abogados, la confianza, una secretaria judicial excelente», precisó, para asegurar que huyó del protagonismo pero se convirtió, sin él buscarlo, «en un juez estrella». «A casi todos mis compañeros que han hecho macrojuicios ello les ha pasado factura en términos de salud y tranquilidad», para insistir después en su humanidad.

Godino, por su parte, dio las gracias a todos los que hicieron posible el juicio del caso Malaya, incluida la prensa, y destacó que el sumario tenía más de un millón de documentos, que hubo 95 procesados y la sentencia era de 6.000 folios. «Además, contamos con la digitalización informática. No estamos en el papel cero pero habrá que aproximarse con la informática», declaró, para recordar que hubo un respeto absoluto al pueblo de Marbella, «cuyas arcas fueron esquilmadas. De ahí nuestra intención, que se quedó luego en un brindis al sol, de que el dinero fuese a Marbella para el pago de la Seguridad Social y Hacienda. Espero que los políticos encuentren la solución que nosotros no supimos encontrar».

Tuvo emotivas palabras para su familia y también para sus compañeros de tribunal, Rafael Linares y Manuel Caballero Bonald, así como para los colegios de procuradores y abogados de Málaga y Melilla y para el Ejército, del que tan cercano se siente y que tanto le ha condecorado. «Tuvimos un gran apoyo de la Audiencia y la Junta», afirmó. A la comida posterior asistieron 350 comensales.