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«Nos llamaban locos por abrir un comercio tan lejos del Centro», relata el dueño de Julia Bakery, Borja Hernández, un local situado en plena calle Carretería, a siete minutos y seiscientos metros de la calle Larios. Hoy, la pastelería anglosajona es una de las más reconocidas por comerciantes y consumidores en una zona que comienza a recuperar esa vida mercantil que un día la caracterizó y que desapareció con la llegada de la crisis económica y la plaga de negocios de compra-venta de oro. Carretería revive aunque lo hace con pies de plomo.

«Parece que la calle está levantando cabeza, los negocios de oro desaparecen y están abriendo locales de todo tipo por la zona», cuenta Pedro Fernández que lee el periódico tras el mostrador, ese tras el que lleva anclado 33 años atendiendo a aquellos que pasan por Autoservicio Ecobel. Desde la puerta de su negocio, con la claridad que deja un día de lluvia, se puede reconocer la escena; los extravagantes carteles amarillos y azules que revelan los negocios de la crisis se mezclan con las pequeñas tiendas locales, muchas de ellas de productos ecológicos.

Se trata de una especie de zig zag que también forma parte de ese resurgir de Carretería, un concepto que provoca medias sonrisas a aquellos que acaban de llegar como Raquel Cervantes y Mihai Mehedintu que la próxima semana cumplirán un mes en la calle en la que decidieron instalar el primer supermercado ecológico de la ciudad: Bioshop El Cambio.

Junto a uno de los negocios de oro en peligro de extinción se encuentra el establecimiento del indio Bhagwan Karamchand, al que todos conocen como Paco. El Bazar Kirpa ha visto pasar el tiempo desde su localización en la calle Carretería donde se instaló hace 34 años. Aunque el gerente del negocio familiar señala que han pasado malos momentos desde el año 2010, su local no ha sentido los golpes de la crisis más que durante la década de los 80.

Otro de los negocios más veteranos y dispares de la nueva calle Carretería es Trece Tattoo que aguantó el tipo durante los años de recesión y que lleva más de 14 años en una zona en la que solo había oscuridad y vecinos que habían llegado con la falta de trabajo. Ellos eligieron Carretería por ser el Centro sin serlo, con todo lo que eso supone. Esa idea es el nexo de unión con muchos de sus vecinos comerciantes como Luz y Tierra que esconde tras de sí mucho más que una tienda vegana y de productos a granel. Cursos de cocina o talleres de yoga son algunas de las actividades que se dan bajo su proyecto, una iniciativa con la que están comprometidos Rafael Jiménez y Sofía Pérez que no encontraron mejor sitio para abrir su negocio alternativo que una calle también diferente: «Cuando llegamos era una parte peligrosa de la ciudad, incluso a la hora de pasear», cuenta el propietario de una tienda que ya es parada obligada para malagueños y extranjeros que pasean a diario por allí.

Enrique Ortigosa se mudó de la céntrica calle Granada a la que fuera la parte más comercial de la ciudad el 2 de febrero de 2015. «Buscábamos algo céntrico y hemos venido al anillo vial del casco histórico». La librería Renacer fue uno de los primeros negocios locales que se vio obligado a trasladarse a la calle Carretería por la subida del precio del alquiler en el Centro de la capital, motivado por la aplicación de la Ley Boyer. La librería de humanidades y religiosa chocó de bruces con la franquicia del oro y viejos negocios que intentaban sobrevivir al pulso que les echaba la crisis económica.

El revivir de la histórica calle, tal y como relata Ortigosa es lento porque «Venimos de una crisis general que pasó a ser estructural pero también es pausado porque las murallas que separan el Centro de la calle en la que reside mi negocio no son arquitectónicas sino morales». Unas barreras que también viven en la falta de higiene de la zona y en la necesidad de las instituciones municipales de hacer hincapié para vender la zona a los malagueños.

Una oración de Kavafis recibe a los visitantes que quieran atravesar la calle Andrés Pérez, otra de las que han mejorado como el vino: «No hallarás otra tierra ni otra mar. La ciudad irá en ti siempre».

Tan interiorizada tienen Málaga muchos de los habitantes del céntrico paseo que han convertido una calle hecha para la oscuridad en una arteria más del casco histórico. Es el caso de la tienda de antigüedades La Casa del Cardenal que reside en un patio del siglo XVII en la que se encuentra su gerente Paco Cano, también presidente de la asociación de vecinos Andrés Pérez- Carretería que lucha por conseguir una mayor limpieza en la zona, que se encuentra sin luz.

Antes de que las nuevas tecnologías llegaran a nuestras vidas. Mucho antes. Cuando la crisis del ladrillo no era ni un mínimo atisbo de lo que vendría con el paso de los años, la calle Carretería se vestía de decenas de negocios locales de clientela fija y escaparates rebosantes.

Antes de que la muralla mental se zampara casi por completo la muralla arquitectónica que convierte la vía en parte de la periferia a pesar de estar a escasos seiscientos metros del corazón de la capital. Antes de que Carretería fuera una rúa de paso o el patio trasero de calle Larios fue arteria. Vena altiva y populosa donde la claridad de sus edificios se mezclaba con la modernidad de muchos de sus negocios que siempre se caracterizaron por ser diferentes, por aportar a Málaga aquello que no regalaban los locales del Centro, hechos para turistas y malagueños de paso.

Fue «milla de oro» cuando los locales de la crisis se adueñaron de la histórica avenida, decían que hasta daba miedo pasear por allí cuando el sol desaparecía. Nunca dejó de ser el anillo para los camiones que llevaban refuerzos para los locales del Centro pero hubo un tiempo en que los baches de la carretera solo los hacían sus neumáticos. Ellos o los tronos que durante la Semana Santa nunca la abandonaron.

Carretería está floreciendo y lo hace gracias a los establecimientos que apostaron y se comprometieron con ella.

Tiendas cofrades como La Morillera conviven hoy en una amplia avenida con negocios ecológicos, de tatuajes y los casi extinguidos compra-venta de joyas. «Eso significa que la crisis está acabando», afirma Raquel Cervantes que acaba de elegir la calle del Centro para abrir su negocio. La histórica Carretería ha comenzado a resurgir con la presencia de establecimientos presentes y futuros que buscan rentabilidad pero, sobre todo, ofrecer a Málaga nuevos productos. Y no hay mejor lugar que esta vía; un pasaje casi tan camaleónico como los que por allí transitan, un lugar admirado por lo que fue y que es, de nuevo, la arteria más palpitante de la ciudad.