Ningún rociero recuerda un camino igual. La lluvia ha sido un compañero más en multitud de ocasiones pero esta vez no ha dado tregua y los cientos de peregrinos que salieron el fin de semana pasado desde Málaga para ver a la Blanca Paloma llegaron ayer a la aldea, 24 horas antes de lo habitual debido a las inclemencias del tiempo.

«Había charcos inmensos con posibilidad de quedarnos ahí, el terreno estaba muy resbaladizo y las carreteras deslizaban demasiado», resume el presidente de la hermandad del Rocío de La Caleta, Juan Miguel Zurita, que ha ido con 15 carretas y 20 todoterrenos acompañados por 250 peregrinos.

La noche del martes, ante la incesante lluvia que anegaba el camino e imposibilitaba su paso, narra Zurita que el Servicio de Emergencias 112 avisó de que el itinerario del día siguiente iba a ser modificado. Las reuniones entre los coordinadores regionales del Plan Romero plantearon una ruta por carretera que acortaba el recorrido. La tradicional entrada a la Aldea el jueves por la tarde se adelantó ayer al mediodía, tras hacer noche en Villamanrique de la Condesa (Sevilla). «Conviviremos con el agua de la calle pero si la temperatura es buena y se presta a visitar a los romeros, bien», expresa.

Algunas de las anécdotas que ya forman parte de la historia del camino de este año ha sido el vuelco de un carro. Un caballo se atravesó en pleno recorrido del carro y hubo tres heridos leves.

Las dificultades han estado presentes para todos. El nerviosismo de los caballos era latente y los bueyes han salido en momentos puntuales ya que corrían el riesgo de enfermar.

La presidenta de la hermandad del Rocío de Málaga, María Jesús Maña, con unos 700 peregrinos y 62 carretas, detalla que en sus doce años de camino completo y una vida entera acudiendo entre idas y venidas asegura que éste ha sido el más duro, con diferencia. Las trombas de agua y grandes balsas de cientos de metros que pintaban el paisaje son los principales elementos que han compuesto este camino.

Las noches han sido también diferentes. Las tradicionales reuniones nocturnas fueron sustituidas por el rezo de un rosario y una pronta entrada a las carriolas. El frío y la lluvia no han permitido mucho más.

Una de las curiosidades que ha acompañado a esta hermandad, según detalla su presidenta, es que cada vez que escampaba y decidían caminar un rato con el simpecado comenzaba a llover. «Aun así hemos venido con más fe todavía», asegura.

Su entrada ha sido atípica. Se han desviado del camino para ir por carretera y la tradición manda que ningún simpecado entra hasta que llega la hermandad matriz. Este año la lluvia ha sido la que ha decidido por todos ellos y desde ayer ya están en la Aldea. La Agencia Estatal de Meteorología apunta a que hoy todavía convivirán con la lluvia pero a partir de mañana está previsto que escampe y regrese el buen tiempo. Sin embargo, el agua seguirá presente. La arena no puede asimilar tanta agua y los próximos días disfrutarán de los actos programadas para el Rocío entre fango y barrizal.