­Málaga no ha dejado nunca de abrir sus brazos a quienes huyen de la guerra o abandonan su país para salvar su vida. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) se encarga de esta labor en la provincia.

¿A cuántos refugiados puede acoger la provincia de Málaga?

En un cálculo aproximado debemos estar en torno a las 150 plazas que están autorizadas por el Ministerio para Málaga.

¿De qué nacionalidad son las personas que suelen acudir a CEAR?

Hay de muchas nacionalidades diferentes. Quizá todo el mundo enfoca el problema de los refugiados en el caso de Siria que es el que está en los medios. Tenemos personas de Siria, de Argelia, de Camerún, de Ucrania. Tampoco hay que particularizar en uno de los países de origen porque todos tienen el mismo derecho, un derecho internacional reconocido. No debemos favorecer a una nacionalidad en concreto. Porque vengan de un sitio concreto no tienen más derecho que otros, eso es un propósito que debemos hacer tanto el estamento político como la sociedad.

¿Qué recursos se les pueden proporcionar a estas personas?

El sistema de acogida español provee seis meses iniciales de acogida en el que hacen un aprendizaje del español, de centrar a la persona en su nuevo lugar de residencia, localizar todos los problemas que pueda tener y tratar de hacer una integración. A partir de esos seis meses, pasamos a una segunda fase en la que esa persona saldrá del centro con una serie de ayudas para favorecer ese camino iniciado de integración, a través de la búsqueda de un empleo. Creemos que es un periodo corto. Realmente hace falta un poco de más tiempo porque en seis meses una persona que viene de ver lo que ha visto, de pasar por una experiencia tan dura como es tener que abandonar su hogar, incluso ver cómo han muerto violentamente familiares o personas muy queridas, nos parece muy poco tiempo para que pueda aprender español a un nivel suficiente para empezar a trabajar su itinerario de inserción.

¿Hay algún tipo de ayuda o acuerdo por parte del Ayuntamiento o de la Diputación?

Ha habido algunas colaboraciones. El Ayuntamiento ha ayudo a Cáritas para que ponga a nuestra disposición unos dispositivos de acogida. El plan ha consistido en poder dar una ayuda económica a Cáritas para que ponga en funcionamiento unos pisos que ellos tienen para ponerlos al servicio de la acogida de refugiados; esa ha sido la labor fundamental. La Diputación, en su momento, hizo también un trabajo importante en tratar de ponernos en contacto con todos los pueblos de la provincia por si alguno podía colaborar en la acogida. Eso ha sido muy complicado, sólo Antequera se ha puesto en marcha y creemos que vamos a poder abrir un dispositivo en poco tiempo allí. En general, seguimos reclamando a todos los estamentos que puedan colaborar con la acogida de refugiados. Si bien, la acogida en sí corresponde al Gobierno central, puesto que es el que tiene las competencias, creemos que no sobra nadie y tanto la Junta, como la Diputación y el Ayuntamiento deben colaborar con el servicio de acogida.

CEAR ya tiene experiencia anteriormente con la atención a desplazados en el caso de Siria.

CEAR tiene una experiencia máxima. Somos una entidad de referencia en cuanto a la acogida de refugiados puesto que es el origen de nuestro trabajo y nuestra razón de ser. Desde hace mucho tiempo han sido tres organizaciones las que han organizado la acogida de refugiados en España: CEAR, Cruz Roja y ACCEM. Creo que nosotros hemos tenido un papel destacado y seguimos creciendo en eso. En Málaga llevamos desde 1993 acogiendo a personas refugiadas.

¿Qué medidas son necesarias para lograr la plena integración de los desplazados?

Lo principal es tener un sistema de acogida fuerte que realmente permita que esa persona tenga una buena recepción en el país y una buena integración, insistiendo sobre todo en el aprendizaje del español. Creo que esta situación no se debe diluir como parece que está pasando. Muchas encuestas dicen que a la gente ya no le preocupa tanto la situación de los refugiados y eso me parece muy grave puesto que es un problema que está llamando a nuestras puertas y que no nos podemos abstraer de esto, no podemos mirar a otro lado mientras la gente muere en nuestras orillas.