­Continúa la presión sobre las terrazas. La negociación abierta con el Ayuntamiento, y el clima general de concordia que ha presidido los últimos encuentros entre las partes, no ha conseguido, sin embargo, enfriar el celo municipal en la aplicación de la ley, que se sigue ejecutando, sanciones incluidas, a rajatabla. Después de la polémica suscitada por las últimas redadas, el Consistorio ha vuelto a la ofensiva, haciendo caso omiso a la petición de moratoria planteada por el sector, que no entiende que se interpongan multas en pleno proceso, y conjunto, de revisión y aprobación de la norma.

El colectivo, que se presenta hoy oficialmente ya unido en una única asociación, asegura que si bien no se han producido inspecciones tan masivas como las de las primeras semanas de abril, las autoridades no han aflojado y mantienen el mismo criterio en la interpretación de la norma, independientemente del trabajo técnico que se está haciendo con la asociación para intentar transformarla.

Según José Simón Martínez, portavoz de Mahos Amares, el control de las terrazas no ha remitido e, incluso, pesa la amenaza de prohibición total en puntos como la calle Santamaría, cuyas dimensiones, de acuerdo con el Consistorio, no aconsejan la instalación a la intemperie de ningún negocio. La hostelería y el Ayuntamiento han acordado que la nueva ordenanza no sea uniforme y se adapte al grado de ocupación de cada zona, de manera que se actúe con más flexibilidad en las arterias menos saturadas y se consiga, de paso, redistribuir la oferta más allá de los puntos candentes actuales. De momento, los equipos del colectivo y de la delegación de Comercio han empezado a trabajar dividiendo el Centro en cuatro grandes áreas, que serán analizadas a fondo.

La petición del sector era precisamente que mientras durara la negociación se rebajara el ánimo sancionador, que, por contra, sigue vigente. «No se ha concedido ninguna moratoria. Vamos alternando ofensivas con inspecciones puntuales», resalta Martínez.

El objetivo de los hosteleros es que la nueva norma ponga orden en barrios como el Centro, donde en los últimos años han saltado las chispas a propósito de la convivencia entre vecinos y establecimientos.

La definición del marco legal para las terrazas es una de las tareas más acuciantes para el colectivo, que inicia hoy una nueva etapa, ya con sus dos principales asociaciones -Mahos y Amares- constituidas como una sola entidad presidida por Jesús Sánchez. Las tensiones con el Ayuntamiento han sido claves para la fusión de la organización, que el pasado febrero llegó, incluso, a amenazar con una convocatoria de huelga.

La hostelería apuesta por una reconfiguración selectiva de las terrazas y una norma que tenga en cuenta el nivel de explotación y concentración que soporta cada calle. La idea es que la variable de la proliferación de negocios, y no sólo las dimensiones, intervengan en la concesión de las licencias. El centro histórico y el distrito de Teatinos son los puntos de la ciudad más castigados por la polémica.