Si el jurado que enjuicia a la modelo eslovaca María Kukucova por acabar de tres tiros con la vida de su exnovio, Andrew David Bush, el 4 de abril de 2014 en Estepona, tuviera que basarse en su declaración para resolver el caso lo tendría muy difícil, porque la acusada, que se juega 20 años de prisión por asesinato y una multa por robar un coche, hizo ayer una declaración imprecisa en la que vino a reconocer que sí disparó el arma, pero que antes él quiso dispararle y le pegó. Luego, se produjo un forcejeo que discurrió en las dos plantas de la mansión de Bush, cuya nueva novia esperaba fuera en el coche mientras él era supuestamente asesinado, y hubo hasta tres disparos, dos en la cabeza y uno en el hombro.

La modelo eslovaca se fue en el Hummer del fallecido, que abandonó en Marbella, y fue detenida en su país, que luego la extraditó a España, en lo que se ha convertido en un caso muy seguido por la prensa anglosajona.

La mujer, defendida por el penalista malagueño Carlos Larrañaga, explicó en su declaración -que continuará hoy, pues sólo contestó al fiscal-, que ella acudió a Estepona, a la mansión de su exnovio, con el que había roto su relación poco tiempo antes, para coger sus cosas. Él mismo le dio tres meses para que lo hiciera. Así, fue a la vivienda un dos de abril y los hechos se precipitaron en la madrugada del 4 de abril, cuando Bush y su nueva novia, también modelo y presente ayer en la Ciudad de la Justicia, acudieron a su domicilio.

La noche de autos ella estaba en pijama en la segunda planta viendo la televisión porque no podía dormir y no esperaba que su exnovio llegara a la casa. «Escucho su voz, tenía mucho miedo», precisó. El perjudicado venía con su nueva pareja y, cuando se dio cuenta de que en la mansión estaba su exnovia, le dijo a su acompañante que saliera. «Él no tenía que venir», dijo.

Él, según su versión, comenzó a gritar. «Me estaba gritando, me estaba pegando», indicó. La cogió «muy fuerte» y la empujó. Logró liberarse y corrió a otro dormitorio. Él la siguió y la agarró esta vez del cuello, «me hizo daño». «Él estaba gritando que me iba a matar a mí y a toda mi familia», señaló. Ella sólo quería encontrar las llaves y el móvil para huir y pedir ayuda, pero no los encontró.

El fallecido salió fuera de la casa a hablar por el móvil y luego entró. Ya cuando estaban en la planta baja, él entró, siempre según Kukucova, con el arma «apuntando, nos pegamos». «Quería disparar, estaba mirando el arma y el arma no disparaba, me fui encima de él; él quería disparar», añadió. Luego, se inició el forcejeo, una cruenta pelea según la modelo. «Estábamos peleando, yo cogí el arma y el arma se disparó. No escuchaba nada, salí corriendo, yo estaba librándome de sus manos, no quería hacerle daño», relató. No supo explicar cuántas veces se disparó el arma, porque se quedó sorda tras la primera detonación y tampoco supo responder a las preguntas del fiscal de si fue consciente de apretar el gatillo, así como no explicó si una de las detonaciones fue a la cabeza. «No se dio cuenta de que tenía el arma en las manos», comentó la esforzada traductora eslovaca que la ayudaba a recomponer semejante galimatías.

El fiscal insistía en ir paso a paso por los hechos, pero era prácticamente imposible. Antes, su abogado, Carlos Larrañaga, reconoció que ella disparó, pero pidió pruebas para demostrar que él la había maltratado y que ella tuvo un miedo insuperable. Incluso, es posible que alegue que ella se defendió legítimamente, además de haber podido obrar por estímulos tan poderosos como un arrebato, lo que habría nublado su razón.

La modelo insistía: «Cuando yo le estaba apartando sin querer disparó, yo no sabía si tenía el arma en la mano, si la tenía no me he dado cuenta». Luego se marchó, bajó del coche a la actual pareja de la víctima y huyó. Antes, no supo explicar si le dio un tercer disparo en la cabeza, aunque sí añadió: «Se disparó más veces, no solo una». Pese a ello, como no sabía que estaba grave no llamó a los médicos, y tampoco le explicó a la nueva pareja del fenecido lo que ocurrió, «no podía hablar ni moverme». Se fue a Eslovaquia junto a una expareja en autobús y tenía miedo de que le ocurriera algo a su familia. Aunque en un principio no parecía tener heridas, María indicó que le dolía todo el cuerpo y que le faltaba pelo. No fue a la policía por miedo.