­Tras varias recaídas y mucha fuerza de voluntad, consiguió mudarse al bando de los exfumadores demostrando que «el miedo a fracasar no tiene que frenar la decisión». Desde entonces, Salvador Oña emprendió una lucha personal contra este hábito que lo ha llevado a ejercer como coordinador de la Unidad de Tabaquismo de la Asociación Española Contra el Cáncer en Málaga.

¿Qué ha cambiado en estos años?

Fundamentalmente han cambiado los tratamientos farmacológicos, que son mucho más potentes que antes. Han aparecido nuevos medicamentos más efectivos y técnicas psicológicas que facilitan el proceso, así como la incorporación de otras que previenen la ganancia de peso, que constituía un factor muy limitante de cara al éxito. De tal manera que los medicamentos, la terapia psicológica y el control de peso son los tres pilares más novedosos a lo largo de estos años.

Y el fumador, ¿cómo ha evolucionado su perfil?

Siguen llegando a borbotones, aunque también depende de las modas y de la presión legislativa o administrativa. Hay un mayor predominio de mujeres, que puede estar motivado porque se responsabilizan más de la salud familiar, y con la entrada en la edad de los 50, toman conciencia de que las oportunidades para dejarlo no son infinitas y que no quieren seguir viéndose afectadas por la toxicidad del tabaco.

¿Es la salud la principal motivación para dejar de fumar en los pacientes que asisten a su consulta?

Sí. Es el miedo a las consecuencias tóxicas que tiene el tabaco. Es un producto muy adictivo y tóxico que está implicado en más de 50 enfermedades.

¿Cuáles son las enfermedades que más inciden en los fumadores?

Enfermedades de carácter oncológico, respiratorias o cardiovasculares. Por ejemplo, el cáncer de pulmón es uno de los que tiene peor pronóstico en los fumadores. Se estima que el tabaco está implicado en un 25 por ciento de todos los cánceres. Pero no todos los que consumen van a desarrollar este tipo de enfermedades, en eso también influye la genética. Básicamente, el tabaco se comporta como un elemento tóxico que envejece dos órganos muy importantes como son el corazón y el pulmón, lo que predispone al desencadenamiento de un montón de enfermedades.

Entiendo que superar las primeras semanas será lo más complicado...

El síndrome de abstinencia dura entre tres o cuatro semanas, cuando se consigue controlar se logran mayores tasas de éxito a largo plazo porque el paciente empieza a ser consciente de las ventajas que conlleva. Hay fumadores que pueden dejarlo por sus propios medios pero otros sí requieren de medicación específica y apoyo psicológico. Sabemos que el 72 por ciento de las personas que deja de fumar sin ningún tipo de apoyo, necesitándolo, vuelve a hacerlo en 72 horas.

Pero, ¿nunca es tarde para dejar de fumar?

Los beneficios de dejar de fumar se obtienen a todas las edades. Muchas personas piensan que a determinadas edades ya no merece la pena, pero el organismo responde siempre frente al cese de sustancias tóxicas. El miedo al fracaso es uno de los factores que más limitan la decisión de dejar de fumar. Millones de personas lo consiguen. Mi propia experiencia lo demuestra.

¿Qué medidas quedan por aplicar para reducir el consumo, más impuestos?

Sin ningún tipo de duda. Hay dos medidas que son decisivas en el control efectivo del tabaquismo. Por un lado, el aumento de los impuestos que cerraría la puerta de entrada de los jóvenes, por su menor poder adquisitivo, y el envasado, que al convertirlo en un producto menos atractivo, también incidiría en el descenso de la demanda. Aunque esté muy regulado, espero que lo esté aún más con la aplicación de la nueva normativa europea, donde lo más relevante son las medidas que afectan al etiquetado y envasado.