­Los huertos en la ciudad ya son una realidad. A pesar de que los trámites administrativos retrasaron su puesta en marcha, su actividad no ha parado de crecer en los últimos años. Creados para fomentar la participación ciudadana y los hábitos de vida saludable, han conseguido atraer a decenas de vecinos que han logrado convertir solares degradados en tierras de cultivo. La ciudad ya dispone de asociaciones que se dedican al mantenimiento de cultivos y al aprendizaje de los mismos como la asociación Huertos Molière de la Carretera de Cádiz, el huerto experimental de la Universidad y Jaulas Abiertas, detrás de la Facultad de Ciencias de la Educación en Teatinos, El Vergel de Málaga en Palma Palmilla, Huerta la Dignidad en Virreina, El Caminito en Fuente Olletas, El Jardín la Gamarra, La Salvia y Huerta La Yuca en El Ejido.

A pesar de que todos son huertos urbanos, «cada huerto se gestiona de manera muy diferente porque tiene una historia diferente y la gente que lo conforma también», según explica la coordinadora del Aula Vivero La Salvia de la asociación Ecohuerto El Rabanito, Elena Martín. Esta asociación sin ánimo de lucro está orientada a la agroecología y a la recuperación y preservación de las especies autóctonas. «Nosotros enseñamos a la gente a montar su huerto desde cero y hacemos muchas otras actividades relacionadas como talleres, rutas en bicicleta por los huertos urbanos, jornadas, huertas escolares, entre otras actividades», señaló. Según Martín para crear un huerto urbano no hace falta tener unas dimensiones concretas de parcela: «Lo que tengas, lo puedes usar. No hay una medida estándar, si son huertos que dan el Ayuntamiento, suelen ser 50 metros cuadrados que puede dar para cultivar verduras como lechugas, tomates, pimientos, pepinos, entre otras cosas que da para una familia. De 100 a 300 metros cuadrados son de autoconsumo, de 300 a 500 metros cuadrados da para plantar patatas, judías, alubias, etc».

Estos cultivos se abastecen a través de un sistema de goteo: «Lo ideal sería poder recolectar agua de lluvia pero eso aquí se hace muy poco porque además llueve muy poco. Lo que se hace en los huertos urbanos es poner un sistema de goteo y cogerlo de la red», recalcó.

Sin embargo, la coordinadora de El Rabanito no cree que el Ayuntamiento esté fomentando la creación de las huertas urbanas: «Lo que ocurre es que la gente tiene interés y el Ayuntamiento al final ha cedido. Un modelo muy bueno en España es en Vitoria y en Zaragoza donde el Ayuntamiento le ha ido dejando más espacio, eso aquí no está pasando. Hay terrenos que están abandonados».

Elena Martín argumenta que «los huertos urbanos establecen ese vínculo de lo rural con lo urbano; cuanto más locales sean los alimentos, más desarrollo hay en la provincia y más sostenible es porque no hay que traer alimentos de lejos, se tiene más contacto con la realidad rural, con el entorno. Pueden ser desde huertos terapéuticos, hasta huertos educativos mediante los cuales enseñas a los niños en ese entorno, a comer sano. No contamina nada, promueve entornos más amables, la interculturalidad, fomenta la intergeneracional y cambia los hábitos de vida».

El huerto comunitario El Caminito «surgió de reuniones de un grupo de personas hablando del urbanismo en Málaga, como una acción reivindicativa», según cuenta Jorge, voluntario del huerto urbano. El Caminito tiene 500 metros de parte cultivada cuyo objetivo es la sensibilización con el medio ambiente, el fomento de la cultura compartida, la gestión ciudadana de lo público y el desarrollo comunitario. «El Ayuntamiento nos da el agua de la red y nosotros hacemos el compostaje con residuos orgánicos», explicó.

El voluntario del huerto El Caminito destac que «hay interés general pero hace falta que el Ayuntamiento ponga de su parte. El Ayuntamiento no pone mucho de su parte. Entiende poco de la utilidad de esto. Lo ve como una moda pero no la entiende».

Beneficios sociales, intercambio de conocimientos y comer sano son algunos de los beneficios de las huertas ecológicas urbanas, todo un lujo sin salir de casa.