Un jurado popular tiene previsto juzgar a partir de este próximo lunes día 20 a un hombre para el que la Fiscalía de Violencia contra la Mujer de Málaga pide 20 años de cárcel, al acusarlo de matar a su expareja, a la que supuestamente dio 30 puñaladas tres meses después de terminar la relación, ruptura que el procesado no aceptaba. Se le acusa por asesinato y por un delito de hurto.

Los hechos tuvieron lugar en marzo de 2014 en la localidad malagueña de Torremolinos. Según las conclusiones iniciales de la fiscal, el acusado y la víctima mantuvieron una relación afectiva durante un periodo de siete años.

Esta relación terminó a finales de 2013 a instancias de la mujer, pero el hombre "no aceptaba" esa ruptura. Así, el día anterior a los hechos, según el escrito provisional de la acusación pública, el acusado mantuvo una conversación telefónica con ella en la que la "culpabilizó" de romper y de un infarto que había sufrido un mes antes.

En ese contexto, señala el ministerio fiscal en su calificación inicial, a la que tuvo acceso Europa Press, se fue a una ferretería de Torremolinos y compró un cuchillo "con la intención ya decidida de acabar con la vida" de su expareja.

El día de los hechos, tras aprovechar que la mujer le llamó, fue a su casa "provisto con el arma blanca escondida entre sus ropas", dice esta acusación, y, después de una fuerte disputa, "de forma sorpresiva y sin mediar palabra", el acusado "le asestó una primera puñalada en el cuello sin darle posibilidad de defensa alguna por estar parcialmente girada y lo sorpresivo de su acto".

Así, la mujer le suplicó: "no me mates por favor", pero el hombre, según el fiscal, "siguió asestándole un total de 30 incisiones y heridas con el arma", con lo que el acusado "no buscaba más que aumentar el sufrimiento de la víctima, que nada pudo hacer para defenderse". Es más, sólo pudo protegerse con los brazos del "brutal ataque" en la cabeza y cuello.

Del número total de incisiones, la Fiscalía de Violencia contra la Mujer incide en la que se dirigió contra la laringe por degüello, de 15 centímetros; la del tórax y una tercera en el brazo a la altura de la axila. "Ante la certeza ya de su muerte", el procesado dispuso del móvil de la víctima "inutilizándolo" al no poder acceder a sus datos y tiró el cuchillo, que no fue encontrado.

El acusado tiene diagnosticado un trastorno afectivo de la personalidad, pero no tiene catalogación de enfermo mental ni esta circunstancia afecta a su voluntad ni anula sus facultades, "siendo consciente de sus actos y conductas", según distintas periciales, recogidas en el escrito de acusación presentado por el ministerio público.

Por estos hechos, se acusa al hombre por un delito de asesinato, por el que se solicita 20 años de prisión; y por otro de hurto, por el que se pide localización permanente durante ocho días. Asimismo, se insta a que el acusado indemnice a los herederos con 200.000 euros.