Unicaja afronta además en este final de junio el canje de los bonos necesariamente y contingentemente convertibles (cocos) que están en manos de los bonistas particulares de Banco Ceiss. Estas personas pasarán desde ahora a convertirse en accionistas de la entidad malagueña. El proceso tiene su origen en la compra de Ceiss por parte de Unicaja en 2014. Para materializar esa adquisición, Unicaja ofertó en su momento a los inversores particulares de la antigua Caja España-Duero un canje de sus acciones a cambio de estos bonos. Se estima que esta oferta fue aceptada por unos 15.000 particulares, con el compromiso de Unicaja de convertir los cocos en acciones en esta fecha. La metamorfosis modificará ligeramente el accionariado de Unicaja, hasta ahora controlado en un 90,8% por la Fundación Bancaria (heredera de la antigua caja de ahorros) y en otro 9,2% por los inversores institucionales de Ceiss. Se calcula que el canje de estos cocos, con un valor conjunto de 49 millones de euros, podría suponer para los bonistas particulares una representatividad del 4,5%, porcentaje que habrá que restar del actual peso de la Fundación. Al margen de eso, Unicaja tiene prevista su salida a Bolsa para 2016. Cuando eso ocurra, la Fundación reducirá aún más su presencia, en función del porcentaje de capital que se decida colocar para el debut en el parqué. La salida a Bolsa posibilitará captar recursos con los que podrán reintegrar al FROB el dinero público que inyectó en Ceiss (604 millones) antes de que Unicaja lo adquiriese.