En 1874, el futuro ministro malagueño Francisco Bergamín localizó en la que hoy se conoce como Cueva del Tesoro y entonces como Cueva del Suizo la siguiente inscripción: «El descubridor de este templo Antonio de la Nari, natural de Suiza. El día 14 de mayo de 1847». Diez años más tarde, en 1884, Eduardo J. Navarro destaca en un estudio que la cueva fue «revuelta y trastornada por los trabajos titánicos del iluso conocido por el Suizo, que en ella vivió más de treinta años buscando el tesoro de los cinco moros».

El fascinante personaje de Antonio de la Nari ha vuelto a la vida en las páginas de El helvético soñador (ediciones del Genal), del abogado malagueño y antiguo alcalde accidental de Rincón de la Victoria Salvador Domínguez Ruiz.

La obra, de ediciones del Genal, será presentada el próximo lunes 4 a las 20 horas en la Cueva del Tesoro por el profesor Manuel Laza Zerón, hijo del propietario y redescubridor de la Cueva, el intelectual malagueño Manuel Laza Palacios. «Además de que tiene un tipo de lenguaje que atrapa al lector, otro de los méritos de la novela es haber dado cuerpo y entidad a una figura legendaria de la que no teníamos apenas noticias», cuenta Manuel Laza, que el pasado jueves acompañó al autor a la cueva.

«Todos buscamos algo, la búsqueda del suizo la podemos extrapolar: buscar la felicidad, la familia, el bienestar... la vida es búsqueda de cosas», cuenta Salvador Domínguez, un abogado apasionado del escritor austriaco Stefan Zweig y cuya anterior novela, su ópera prima Marengo, también en ediciones del Genal, quedó entre los diez finalistas del Premio Planeta de 2012.

«Yo quería contar algo del entorno y la cueva es apasionante», confiesa. Salvador Domínguez explica que para ambientar la novela se ha empapado de El Avisador Malagueño, el diario de la época.

Como refleja la novela, Antonio de la Nari, en cierta manera un Quijote suizo, se vio atraído por lo que entonces se conocía como la Cueva del Higuerón, al caer en sus manos un ejemplar de las Conversaciones históricas malagueñas de García de la Leña, del siglo XVIII, que recogía la leyenda del tesoro de los cinco reyes mahometanos oculto en la gruta.

El autor resalta que el libro también toma como base la obra de Manuel Laza Palacios quien, explica su hijo, se enfrentó al reto de tratar de demostrar que, por el cúmulo de testimonios y evidencias históricas, como hallazgos de monedas árabes o los escritos de un dominico del XVII, «la leyenda tenía base ».

Para Manuel Laza Zerón, Antonio de la Nari, que vivió dentro de la gruta, «llegó a obsesionarse con la cueva hasta extremos absolutos y dio su vida por ella sin saberlo».

En la Cueva del Tesoro puede verse en nuestros días el Pozo del Suizo, uno de los muchos que excavó. Además, Manuel Laza padre localizó en sus excavaciones una navaja del XIX, posiblemente de este helvético soñador.

Como recuerda Salvador Domínguez Ruiz, la explosión de una barrena, recogida en la portada de la novela -un dibujo de Juan de Málaga- fue lo que acabó con la vida y los sueños de Antonio de la Nari. En cuanto al posible tesoro que marcó su vida, la leyenda no ha perdido el encanto: queda cerca de un 30 por ciento de la Cueva del Tesoro por conocer.