A falta de computar las repercusiones a medio y largo plazo de las visitas de los Obama, el turismo estadounidense se estira poco a poco en la provincia. Con números que todavía están lejos del esplendor de los setenta, cuando el mercado aportaba una media de 500.000 visitantes por temporada, la Costa del Sol, catapultada por la promoción de las idas y venidas presidenciales, vuelve a tener a los viajeros norteamericanos de su parte. O al menos, no tan indiferentes como para quedarse fuera de los días de gloria que atraviesa el conjunto del sector, con todos su índices al alza.

Según los datos del INE, la provincia recibió en 2015 a un total de 93.829 turistas procedentes de Estados Unidos. Se trata de una cifra que supera ya en casi un 10 por ciento a la que se computaba en 2010, cuando las vacaciones de la primera dama.

A ese crecimiento se añaden las buenas sensaciones y una tendencia ascendente que se ha desbocado este año en consonancia con el conjunto de la industria. De hecho, en el primer trimestre del ejercicio, la Costa del Sol detectó un 43,2 por ciento más de viajeros estadounidenses. A finales de marzo, el registro superaba las 15.000 personas, con una subida, además, para el tercer mes todavía más contundente: de 64,2 puntos. Si se cumplen las previsiones, Málaga, con sus principales destinos arquitectónicos y de sol y playa a la cabeza, cerrará el curso con una nueva satisfacción frente a un mercado que empieza a ser ya objeto de campañas específicas. Los Obama allanan el camino: es el momento de la reconquista de los Estados Unidos.