Zinedine Zidane podría servir como ejemplo. Pep Guardiola también. Ambos demostraron que supieron ver el momento exacto para despedirse antes de afrontar el inevitable ocaso. Ese instante en el que la llama ya no quema tanto y uno nota que el ciclo se ha cerrado. Algunos creen, sin embargo, que el fuego que arde en su interior dura para siempre y esto es algo que se transforma en un problema cuando los implicados convierten esta llama en el combustible de su propia existencia. Esta semana hemos vuelto a asistir como se aplana el camino de un Mariano Rajoy que parecía políticamente noqueado. Las placas tectónicas de la presión se van moviendo hacia la abstención, después de que Albert Rivera diera de nuevo buena fe de lo poco que dura una promesa electoral. La política es altamente adictiva para los que se dedican a ella. Va de esa sensación de sentirse importante, cuasi insustituible y que se erige en esa sustancia que corre por las venas y oculta otras carencias elementales. El futuro, después de la política, se convierte en algo incierto y eso explica por que en la Diputación Francisco Conejo intenta moverle la silla de nuevo a Elías Bendodo y éste hará todo lo posible para mantenerse al frente, hasta que no tenga bien amarrado su desembarco en el Ayuntamiento de Málaga, donde un Francisco de la Torre sufre cada vez más con su gobierno en minoría. Esta poderosa adicción también se ha adueñado, aunque no lo reconozcan, de los más novatos. Juan Cassá, Gonzalo Sichar, Ysabel Torrablo y demás no querrán bajarse de este tren y las batallas internas por seguir en el machito serán tremendas porque a nadie le gusta renunciar a privilegios. Hay cargos de confianza de Málaga Ahora que se han estrenado en esto de cotizar a la Seguridad Social gracias a las nóminas que les pagan todos los malagueños. No vendría mal que se acordaran de ello la próxima vez que vayan dando de nuevo lecciones de vida y ajusticiando en las redes sociales.

El PSOE amaga. La próxima semana, Francisco Conejo comenzará con su ronda de reuniones bilaterales con el resto de portavoces para impulsar lo que llamó «una agenda política alternativa». En realidad, lo que quiso decir es que les presentará un borrador de lo que viene a ser un programa de gobierno en toda regla. Conejo sigue soñando con impulsar una moción de censura para desbancar al PP. Como aquellos personajes de película que se obsesionan con algo, está dispuesto a seguir trabajando de manera incansable para lograr su objetivo. «Tres años son muy largos», advirtió a Bendodo. Sabe que las pocas posibilidades que tiene pasan por minar la relación entre el presidente popular y Gonzalo Sichar. El líder de Ciudadanos, adulado por ambos flancos, comentó por primera vez que no puede garantizar que Bendodo termine esta legislatura como presidente. Un primer aviso.

Golpe al mentón. El consejo rector de la Gerencia de Urbanismo, convocado a principios de semana, debió de ejercer como espada de Damocles. En juego estaba la futura construcción del hotel de Moneo y el consecuente derribo de La Mundial. Finalmente, Juan Cassá decidió alinearse con los grupos de la oposición y enterrar prácticamente un proyecto que llevaba 14 años dando tumbos y con una hipotética inversión de más de 30 millones de euros en el aire. Casi tan contrariado como el propio promotor, estaba Francisco de la Torre, que ha visto de nuevo como su voluntad ha sido sobrepasada por el resto de partidos en el Ayuntamiento. Deshilachado su poder categórico en la toma de decisiones sobre qué inversiones son buenas para Málaga y cuáles no, parece sumido en una especie de letárgica melancolía. Recordando aquellos tiempos en los que todo salía adelante gracias al famoso rodillo de la mayoría absoluta, a De la Torre se le multiplican las voces que advertían que este último mandato le iba a suponer serios quebraderos de cabeza o que, incluso, directamente le sobraba. Al alcalde se le acumulan los frentes abiertos. La decisión sobre el futuro de Limasa debería de ser inminente, aunque De la Torre no cesa en su empeño de posponerla, a la vez que sigue enrocado en evitar que el metro llegue al Hospital Civil escudándose detrás de un puñado de vecinos. Su bloqueo a esta infraestructura le ha costado incluso un rapapolvo en el Parlamento de Andalucía, donde todos los grupos políticos, excepto el PP, le han afeado su estrechez de miras. Al mismo tiempo, Bendodo demostró que las cosas se pueden hacer de otra manera e hizo gala de su voluntad por acercar posturas, inaugurando junto a Susana Díaz el Hospital del Guadalhorce. Fuentes del Ayuntamiento aseguran que el presidente del PP malagueño ya se está perfilando como el «desatascador del metro». En esta conjura de la oposición queda patente que la capacidad de convicción del alcalde es limitada o, al menos, mide mal al resto de concejales. La noche antes de que se votara sobre el futuro del Hoyo de Esparteros, una persona de su máxima confianza y muy cercana al equipo de gobierno popular se mostraba rotundo al afirmar que Juan Cassá se abstendría y que el hotel de Moneo saldría adelante. Escasas diez horas más tarde llegó el baño de realidad. Lo que más le fastidia al alcalde no es ya gobernar gracias a un acuerdo con Ciudadanos, sino hacerlo a expensas de su portavoz. Consideran a Cassá «incontrolable» y éste, lejos de sentirse afligido, parece cómodo personificando al líder rebelde. Considerado al principio como un invitado de lujo, predica con hechos en consonancia con su promesa de no casarse con nadie.

El futuro de La Invisible. La no construcción del hotel de Moneo puede salpicar, aunque algunos todavía no lo sepan, a otro histórico inmueble y a su incierto futuro. La firme oposición de Málaga Ahora ha deteriorado aún más la mala relación entre el equipo de gobierno popular y los concejales de la marca municipalista de Podemos. Ya hay entre los populares quienes están viendo cómo devolverles el golpe a los de Torralbo. Aquí emerge la cesión definitiva del edificio por parte del Ayuntamiento, que se habría negociado como moneda de cambio para conseguir que Málaga Ahora se alineara con el PP en el nombramiento del nuevo gerente de Onda Azul. Esta sed de venganza pone en peligro que se cierre ahora el círculo de aquel mercadeo de voluntades. Descartado el hotel de Moneo, al alcalde se le hará aún más difícil entregarle la llave de un edificio en pleno centro histórico para que lo exploten y utilicen como sede de partido justo aquellos, que le están dinamitando la posibilidad de cerrar su ciclo al frente del Ayuntamiento con un final feliz.