­Domingo de despedidas, caras largas y chantaje emocional en casa de Tamara González, enfermera de 32 años que, salvo cambios que no dependan de ella, esta tarde coge un vuelo a Estambul. A la familia de esta malagueña que trabaja en Urgencias del Hospital Clínico no le entusiasma ni la escala que hará en la capital turca hasta mañana ni su posterior vuelo a la isla griega de Lesbos, el último destino de su currículum humanitario pese a la recomendación de la propia embajada española en Turquía tras el intento de golpe de estado del viernes que hasta ayer sumaba al menos 265 muertos y más de 6.000 detenidos. «Nos han pedido que no volemos, pero no hay vuelta atrás. En lugar de dormir en el hotel que habíamos reservado lo haremos en la zona de seguridad del aeropuerto», dice como si nada. Entre ceja y ceja sólo tiene aterrizar mañana a las 11.00 horas en el aeropuerto de Mitilene, ya en Lesbos, e instalarse cuanto antes en una de las orillas del Egeo con más tránsito de refugiados sirios que huyen de la guerra: «La previsión es que los bombardeos anunciados por Hollande tras el atentado de Niza provoquen nuevas avalanchas». Tamara, que viajó el verano pasado a Nepal tras el terremoto para buscar personas y reconstruir un orfanato y ya ha estado cinco veces en África, se unirá al grupo de bomberos sevillanos que hace unos meses fueron detenidos en la zona por ayudar a no morir ahogadas a familias enteras que dan el salto desde Turquía y a Rebecca Michaelides, una lugareña que lleva dando todo lo que tiene desde que se desató la crisis migratoria. Rebecca ofrece asistencia primaria, comida, ropa, pero también tiene los contactos necesarios para entrar en los campamentos de refugiados que están muy vigilados por la policía y en los que Tamara tendrá más trabajo. Si en la costa atienden casos de hipotermia o deshidratación, en los campamentos destaca la presencia de embarazadas y niños pequeños con diferentes problemas. «Viven bajo plásticos y chapas y esto provoca problemas respiratorios, aunque también hay muchos casos de diarrea o varicela infantil». Esta será su vida durante un viaje que se ha pagado íntegramente ella y que durará los 19 días que le quedan de vacaciones. «Llego el 3 de agosto y me reincorporo el 5».