Los malagueños se han acostumbrado desde hace años a ver una tienda típica en la calle Nueva: Ceylan. Ahora, un cartel en el exterior anuncia su cierre. Ya lo anunció no hace mucho Candilejas y ahora otra de las tiendas de «toda la vida» en Málaga llega a su fin. Tras 58 años los malagueños ya no podrán disfrutar de los velos de novia, los mantones de Manila, los abanicos o broches que se encontraban en su catálogo. Celia Ruiz, la propietaria, espera cerrar el local definitivamente para finales de agosto. El motivo: su jubilación. Para liquidar ha puesto todos los artículos al 40% de descuento.

Con la bajada de precios el número de clientes se ha visto acrecentado notablemente. Ocurren todo tipo de situaciones ante tanta aglomeración. Entre los episodios más llamativos que recuerdan se encuentra la discusión entre dos señoras por un mantón o el encargo de una mujer de Murcia a su amiga para que le llevara un abanico de Ceylan.

Son muchas las experiencias que se llevan tanto Celia Ruiz como Cristina Guerrero y Piedad Quintana, que trabajan junto a ella. Quintana afirma llevar 13 años en el negocio, «he aprendido mucho porque he tenido una buena maestra». No sabe que hará cuando acabe el mes, pero «orgullo» es la palabra que definiría su paso por la tienda. Guerrero lleva menos tiempo, aún así reconoce el calor humano que le han brindado al entrar allí y lo asemeja al «trato con el cliente, que se convierte en un amigo». Concluye afirmando que «ha sido una experiencia muy bonita».

Es justo ese contacto cercano el que define el trato de Ceylan con su público. Para Celia Ruiz es muy importante relacionarse con sus clientes, «no solo despacharlos». Las experiencias con ellos la reconforta y llena de dicha. En la tienda recuerdan el día que les trajeron un velo de tres metros para hacer un cambio de cara a una boda. Tuvieron que quitar una a una todas las lentejuelas a petición de la novia. Posteriormente, en agradecimiento volvió y les llevó una bandeja de dulces. «Ya no se trata del regalo, es la satisfacción de que el cliente vuelva», dice Ruiz.

La tienda ha sabido reciclarse a medida que los clientes se lo pedían. Recuerda cómo antes tenían bisutería, sables, escudos, joyeros, cajas de música, juegos de tocador, carteras de piel, cinturones, picos y un largo etcétera que poco a poco la llevó a convertirse en lo que es ahora. En palabras de Ruiz, «el negocio tiene que ir rotando según las exigencias del público». Con ella, este negocio familiar acaba, ya que su hijo tiene su propio trabajo. «Ahora toca vivir, hacer algún viaje, bailar, aprender manualidades... tengo que buscar una actividad», planea.

Este negocio cierra sus puertas pero otro lo abre. Tras haber trabajado ahí, Guerrero ha decidido abrir su propia tienda para conservar la esencia y tradición que ha adquirido en Ceylan. Este nuevo negocio se encontrará en la calle Márquez y se llamará Celyan, en homenaje a Celia Ruiz.

Con el cierre de Ceylan se acaba un negocio que ha visto pasar a hijos, padres y abuelos por las calles de la ciudad. Se va un pedacito de la historia de Málaga y de originalidad propia de una tienda local, con productos únicos. «La ciudad pierde su identidad, ahora vayas donde vayas encuentras lo mismo», concluye Ruiz.