Nunca antes me habían preguntado tanto sobre qué hay que hacer para donar médula como hasta ahora. De hecho, no recuerdo ninguna campaña institucional que haya logrado darle tanta visibilidad a la donación de médula como tiene en estos momentos gracias a Pablo, un joven de 20 años que tras superar una leucemia se enfrenta de nuevo a esta enfermedad y pide que la gente se anime a ser donante.

Reputados publicistas y empresas de marketing buscan ansiosos lo que Pablo ha logrado solo con ser él mismo: Calar en la gente y crear conciencia con su mensaje.

Superó una leucemia gracias a su fuerza y un trasplante de médula que llegó por parte de su padre con solo 18 años. Después de diez meses limpio, sin rastro de esa maldita enfermedad, ha reaparecido. Ahora busca un donante y nos anima a todos para que ayudemos a salvar vidas haciéndonos donantes.

Sigo a Pablo en la lejanía desde hace semanas aunque ha conseguido que me siente cercana a él. Me saca una sonrisa cuando veo que tiene un buen día o hace el pino. En cambio, cuando se abre en canal y expresa lo cuesta arriba que se hacen algunos momentos le mando toda mi energía para que salga a flote lo más pronto posible. Sé que no soy la única, hay miles de personas detrás de la pantalla que le siguen.

Si alguien me preguntara qué hace Pablo para que en Málaga, e intuyo que más allá de sus fronteras, se haya ganado el cariño de todos, creo que es la sinceridad y valentía que deja entrever en las redes. No tiene miedo de contar cómo se siente y eso, en un mundo cada vez más condenado a moverse por las apariencias, hace aflorar la condición humana.

Esta recaída ha sido algo inesperado y su papel también ha cambiado. Ha pasado de expresar sus sentimientos y utilizar las redes como una forma de desahogo a entender que tiene en su mano el poder de hacer que cambien las cosas. La vida le ha obligado a madurar a pasos agigantados y lograr que la lista de donantes engrose hará que para él que todo esto tenga sentido.

Me gustaría que Pablo fuera uno más. Hubiera preferido no conocerlo nunca. A su edad, lo habitual es creer que eres inmortal. Tu máxima preocupación es conseguir el trabajo de turno para echar el verano y no pedir dinero a tus padres o pensar si le escribes a la chica que conociste el sábado pasado. Sus prioridades son distintas y al resto nos hace equilibrar las nuestras. Eres un auténtico gladiador.

De entre todos los comentarios que he podido leer en sus redes sociales me quedo con el de un menor de edad. En una de sus publicaciones escribió que quería donarle su médula pero aún no podía (por edad). Me conmueve ver el lado más humano de las personas y, al igual que en ocasiones me avergüenzo de pertenecer a esta especie, es ahí donde veo lo mejor de nosotros mismos.