­Ha sido una larga lucha, en muchos casos, a tumba abierta, para mantenerse en pie, pero finalmente se ha cumplido con el objetivo. Además, con un balance sin grandes bajas, algo que hace apenas cinco años sonaba quimérico, con el conjunto del sector apretándose el cinturón y viendo cómo por todas partes se estiraba la amenaza de la crisis. La oferta ha resistido. Ni la recesión, ni Pokémon Go ni los caprichos del turista han podido con los parques de ocio, que, al menos en la Costa del Sol, vuelven a constituir una oferta más que rentable. Y con una tendencia al crecimiento que abarca ya, y sin interrupción, los últimos tres años.

Según informa José María Yagüe, presidente de Apeco, la asociación que representa el sector, los centros temáticos de la provincia darán de nuevo la campanada este verano, con un aumento de la demanda que, en principio, se calcula en un 6 por ciento, con repuntes que en algunos complejos podrían superar, incluso, los dos dígitos. Se trata de unas cifras que, además de ofrecer tranquilidad a los empresarios, se mantienen dentro de la tónica de los últimos tiempos, que confirman, pese al susto, que la cara más adusta del estropicio económico, al menos para ellos, ya ha pasado.

El regreso a los números positivos trae aparejado en este curso una mejora de la temporada de invierno, que se saldó sin dramatismos y con una caída de la clientela sensiblemente menor a la de otros años. De hecho, a excepción de las instalaciones acuáticas y de dos parques en reforma, todas las instalaciones mantuvieron sus puertas abiertas, dando, de paso, un golpe de aire fresco a la estacionalidad y a la caída libre que sufre tradicionalmente el turismo tras el final del verano. José María Yagüe hace balance: «Han sido años muy malos, con muchos ajustes, pero se ha conseguido mantener la oferta y hemos entrado en otra dinámica», resalta.

La prueba de la recuperación estriba, sin ir más lejos, en el precio de las entradas, que ya guarda muy poca relación con la política de ofertas que sucedió, allá por 2008, a la contracción de la demanda. Esa subida de las tarifas ha provocado, no obstante, que la facturación se eleve a un ritmo inferior a la clientela. O dicho de otro modo, los visitantes vienen más y pagan por hacerlo un ticket más caro, pero sin que eso se traduzca en mayor consumo una vez que cruzan las puertas del parque. El responsable de Apeco habla de un público que no ha sufrido grandes variaciones en los últimos años. Y que es, en su composición, un reflejo fiel del mosaico turístico que llega a la costa: familias españolas en julio y agosto y el resto del año con predominio británico.

El regreso de los parques de atracciones al crecimiento sostenido suma una pieza más al conjunto del turismo, que anda en un momento de esplendor, con euforia estadística y sin dejar fuera de la fiesta a ninguno de sus subsectores. La oferta complementaria, intimidada hace una década por la crudeza de la crisis, ha demostrado su fortaleza y su capacidad para seguir conectando con los intereses de los clientes. Los complejos temáticos representan, en este sentido, un recurso cuyo valor no es únicamente sentimental. Los centros mueven en la provincia alrededor de cien millones de euros al año y dan trabajo a más de 1.500 personas.

Aunque todavía es pronto para fijar las previsiones, el colectivo confía en que al final del ejercicio se logre batir la marca de 2015, en el que de nuevo se rebasaron los cuatro millones de visitantes en las instalaciones operativas en la provincia. El sector firmó en 2013 una alianza estratégica con Turismo Costa del Sol y la patronal hotelera, Aehcos, para mejorar su visibilidad y estar presente en la información turística que se exhibe y distribuye en los alojamientos. En los últimos años, precisamente, los centros, a través de Apeco, se han quejado en más de una ocasión de la escasa atención que les brindan las administraciones. Especialmente, en lo que se refiere a la promoción. De acuerdo con las cifras de la organización, son más de sesenta las empresas radicadas en Málaga que se dedican a este tipo de industria del ocio, que cuenta, en la Costa del Sol, con más de cuarenta años de experiencia.