El ambiente ha refrescado un poco en estos últimos días y bien que se agradece, después de meses de calor abrasador. El aguacero que cayó en Málaga el pasado martes rompió un largo periodo de sequedad y sirvió para dejar las calles y jardines de la capital con un suave aroma preotoñal. Eso no quita para que todavía nos quede sol a raudales, pues el final de septiembre trae siempre consigo el conocido como «Veranillo de San Miguel». Entretanto, la vida ha vuelto plenamente a la normalidad con el arranque esta semana del curso escolar el pasado lunes para los alumnos de Infantil y Primaria y ayer para los de Educación Secundaria Obligatoria, Bachillerato, Formación Profesional. El tráfico por la ciudad se ha intensificado y los alrededores de los colegios son un hervidero de coches, muchos de ellos estacionados de forma apresurada en segunda fila cuando los padres acuden a dejar o a recoger a sus retoños. Aparte de los habituales pitidos ocasionados por lo nutrido de la circulación -y en cumplimiento de la Ley de Murphy- siempre suele haber además algún vecino que, en ese momento de tránsito de los padres al colegio, se encuentra su coche encerrado por la doble fila justo cuando iba a cogerlo. Y como siempre hay progenitores que se demoran un poco más de la cuenta al dejar o recoger al niño, los sonidos del claxon del indignado vecino no tardan en escucharse de forma reiterada. Suele ser una musiquilla recurrente a lo largo del curso en cualquier barriada de Málaga, como puede constatar todo el que viva junto a un centro educativo y esté en casa a esas horas.

Los comerciantes también han retomado ya su plena normalidad tras los vaivenes del periplo vacacional. Sin duda, uno de los segmentos más entrañables del comercio tradicional lo constituyen las librerías, todo un ejemplo de supervivencia en estos complicados tiempos. Málaga puede congratularse de tener una pequeña pero significativa red que resiste de forma numantina al avance de los ebooks. Y dentro de ese tejido, se puede hacer una mención especial a las librerías de ocasión, unos rincones absolutamente mágicos con sabor a antiguo y aroma a papel donde el cliente puede encontrar desde viejas ediciones de los clásicos y libros descatalogados hasta incluso novedades editoriales de hace sólo unos meses en perfecto estado y a precio reducido. Hace unos meses abrió una nueva en la calle San Juan, Librería León, de los mismos propietarios de la veterana Libros Mata, en la calle Mártires. El mapa de las librerías de ocasión en Málaga, haciendo un breve repaso (y pidiendo disculpas por si omito alguna), está conformada además por la Librería Abadía, ahora en la calle Tejón y Rodríguez, Ollerías en la vía del mismo nombre, Códice en la calle Casapalma, Antonio Mateos, en Esparteros, Chatulani, en el Pasillo Santa Isabel y Re-Read en Plaza del Teatro. Aparte de alguna que, sin sede física, vende sólo por internet, caso de El Libro Errante. En realidad, la red se ha convertido para todas ellas en un pilar fundamental para las ventas. Y lo importante es que, con ello, siguen adelante.