Si hay un sitio en el que las administraciones no sufren de estrés laboral ese es el número 27 de la calle Cabriel, en La Palma. El año que viene se cumplirá una década del informe jurídico encargado por la Junta de Andalucía que respaldaba la expropiación del bloque de 13 plantas, dependiente de la administración autonómica, así como del último incendio importante, cuando prendió un panel de contadores.

La asociación de vecinos Huerta La Palma calcula que hace 12 años que el bloque no cuenta con ninguno de los dos ascensores, mientras que el enganche ilegal de la luz en buena parte de las viviendas ha provocado once incendios.

La situación sigue siendo insostenible: «Aquí vivimos tres propietarios y hay ratas de grandes como para asarlas a la parrilla», cuenta Pilar, que vive con su padre, Manuel, de 88 años, uno de los tres propietarios originales que quedan viviendo en este bloque de 52 pisos. Como viven en un décimo piso, su padre, que está enfermo, no puede bajar. «Hace un año que no bajo», cuenta Manuel.

Recorrer este bloque es entrar en un escenario de película de terror desde la misma planta baja, en la que una gran mancha verde y goteante en el techo anuncia la rotura de una tubería en algún piso de las alturas.

En la mayoría de las plantas, un bombilla desnuda ilumina con luz tenue cada descansillo, mientras de las falsas columnas, rotas a golpes, asoman cables de la luz.

«Ninguna de las dos administraciones se quiso hacer cargo del bloque. Hubo un acuerdo entre la Junta y el Ayuntamiento pero no ha servido de nada», dice un dirigente vecinal que prefiere permanecer en el anonimato.

Ese acuerdo era el que hizo posible que el Ayuntamiento rehabilitara buena parte de los bloques de La Palma, no así el de la calle Cabriel, 27 por la falta de una lista de propietarios para formar una comunidad, con el fin de que aportaran el 10% de la rehabilitación y el Consistorio pagaba el resto.

«Si antes la Junta no regulariza la situación de los titulares estamos atados de pies y manos», declaraba en 2012 a La Opinión la entonces concejala de La Palma-Palmilla, Mar Torres.

Hace ahora nueve años, la delegada de Vivienda de la Junta, Josefa López, se comprometió a regularizar la situación de los vecinos, muchos de los cuales tienen alquileres irregulares, pero no parece haber mucha prisa para solucionar el que probablemente sea el bloque en peor estado de Málaga y el que, de una forma injusta, proyecta su mala imagen a todo el distrito.

En un saliente del bloque, las bolsas de basura se acumulan, pero la situación más surrealista se presenta en el acceso a la terraza, en la planta 13, taponada por una montaña de basura y trastos. La falta de ascensores hace que la basura se acumule arriba y abajo.

Los vecinos critican la pasividad de los políticos. «Esto es una bomba, cualquier día pasa algo», asegura un dirigente vecinal mientras muestra los cables sueltos de la luz.

No hay prisa con el número 27 de la calle Cabriel. Es la mancha perpetua de Málaga.