El día que Carlos Cólogan Soriano entró en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y mostró el álbum de su tío bisabuelo, el embajador Bernardo Cólogan y Cólogan, la directora del archivo se quedó pálida y tras soltar un «no puede ser», llamó al resto de compañeros, que se arremolinó alrededor.

Lo que Carlos Cólogan mostraba era el álbum de fotos y anotaciones de los famosos 55 días en Pekín. Su tío bisabuelo, el tinerfeño Bernardo Cólogan y Cólogan (1847-1921), había sido ministro plenipotenciario en China de 1895 a 1901 y por tanto había vivido la legendaria rebelión de los bóxers de 1900, una revuelta antioccidental que durante 55 días cercó el barrio diplomático de Pekín, vecino del Palacio Imperial.

Pero hay más, porque Bernardo Cólogan, en su condición de decano del cuerpo diplomático, encabezó las negociaciones de las potencias occidentales, una vez apagada la revuelta, algo que muchos desconocen en España. De hecho, fue uno de los firmantes del resultado de las negociaciones, el llamado Protocolo Bóxer o Protocolo de Paz, un documento de papel amarillo, exclusivo del emperador de China, firmado en la embajada de España en 1901 que zanjaba la revuelta de forma muy beneficiosa para las naciones representadas en el barrio diplomático atacado.

«Es la vida más fascinante que he encontrado», reconoce Carlos Cólogan, que acaba de publicar Bernardo Cólogan y los 55 días en Pekín, una ambiciosa edición patrocinada por el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Gobierno de Canarias, que además de ofrecer el famoso álbum, conservado por su familia, incluye un amplio apartado sobre la Historia de China, los orígenes de la familia Cólogan -comerciantes irlandeses instalados en Canarias desde el siglo XVII- y, por supuesto, la agitada carrera diplomática de don Bernardo Cólogan y Cólogan, que entre otros destinos estuvo en el Imperio Otomano, Venezuela, Colombia, Estados Unidos, China y México, su última misión, donde vivió la caída en desgracia del general Porfirio Díaz.

La conexión con Málaga. La conexión de los Cólogan con Málaga viene de la mano de Matías de Gálvez, el padre de Bernardo de Gálvez, que permaneció en Tenerife con su familia de 1757 a 1778 y trabó una estrecha amistad con la pujante familia de comerciantes irlandeses, al igual que Bernardo, que jugó y se crió con los Cólogan. De hecho, en el archivo familiar de la casa irlandesa hay 105 cartas inéditas de la familia Gálvez. En una de ellas, de 1778, cuando Matías de Gálvez deja Canarias, deja escrito: «Yo no puedo decir más que adiós (a) mi amada casa de Cólogan e hijos». Por el trabajo de Carlos Cólogan Soriano de dar a conocer estas cartas, desconocidas hasta hace dos años, en 2014 la Asociación Bernardo de Gálvez le otorgó el premio Bernardo de Gálvez.

La paradoja es que Bernardo Cólogan, bisnieto de Tomás Cólogan Valois, el compañero de juegos de Bernardo de Gálvez en sus años tinerfeños, terminó representando a España en el extranjero, incluidos México y Estados Unidos, buena parte de los territorios que gobernó el militar malagueño en el XVIII.

La rebelión de los bóxers. Destinado en Pekín por segunda vez en su carrera, a Bernardo Cólogan le sorprendió la revuelta de los bóxers en el verano de 1900.

Los bóxers, en realidad la llamada Sociedad de los Puños Justos y Armoniosos, era un grupo nacionalista chino violento que propugnaba el odio contra los extranjeros, en unos tiempos en los que las potencias occidentales, con el Reino Unido a la cabeza, conseguían muchas concesiones comerciales y también territoriales en China.

Bernardo Cólogan y los 55 días en Pekín está escrito por Carlos Cólogan en primera persona, lo que da más verosimilitud a esos días de cerco y muerte, al tiempo que Cixi, la emperatriz viuda de China, daba calculadas largas al problema.

«Mientras esperábamos a las fuerzas del rescate, debimos ser nosotros mismos, el propio personal militar, civil y diplomático quienes debimos defendernos del asedio tan sólo con armas menores y un viejo cañón», cuenta el embajador en el libro.

Una gran cantidad de documentación, entre otra, cartas familiares, ha permitido al sobrino bisnieto seguir toda la carrera diplomática de Bernardo Cólogan, que luego encabezó las negociaciones con China, en la embajada española, en las que las potencias occidentales (Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia, Italia y Japón, entre otras, además de España) hicieron pagar caro la revuelta.

El libro no se olvida de 55 días en Pekín, la película de Nicholas Ray rodada en 1963 en España en los famosos Estudios Bronston, con David Niven, Ava Gardner y Charlton Heston entre los principales protagonistas.

El actor español Alfredo Mayo interpretó en un pequeño papel al embajador Guzmán, en realidad el embajador español Bernardo Cólogan y Cólogan.

El Ministerio de Exteriores ha contribuido al libro con documentos como el Protocolo Bóxer, firmado por las dos partes en conflicto y que sí se conservaba en el Palacio de Santa Cruz de Madrid. Como destaca Carlos Cólogan, nadie conocía de la existencia del álbum del embajador de España «que gestionó para todo occidente la negociación». Por eso considera que, con la excepción de Javier Solana, no hay un diplomático español que haya ejercido un papel tan importante.

En la actual embajada de España en China se conserva el retrato de Bernardo Cólogan y Cólogan así como dos leones de piedra que, dice la leyenda, fueron un regalo del Gobierno chino al brillante negociador español, recuperado del olvido gracias a un libro inolvidable.