Cinco de julio de 2009. Málaga vive la última madrugada en la que los jóvenes pueden hacer botellón en la zona habilitada por el Ayuntamiento: el Paseo de los Curas. Tres años antes salía a la luz la conocida como Ley Antibotellón -Ley 7/2006 de 24 de octubre, sobre potestades administrativas en materia de determinadas actividades de ocio en los espacios abiertos de los municipios de Andalucía- en la que se prohibía consumir tanto a menores como a mayores de edad cualquier tipo de bebida alcohólica. El próximo 24 de octubre la norma cumplirá 10 años. Gracias a que el Ayuntamiento de Málaga puso a disposición de los jóvenes una zona para beber al aire libre, disfrutaron unos años de la concentración juvenil con el único objetivo de beber y divertirse.

Entre las razones que fundamentan la medida del cierre del botellódromo, puntualizó el Consistorio entonces, se encontraba la responsabilidad de reducir el abusivo consumo del alcohol, la «drástica reducción» del número de jóvenes que acuden a la zona y los escasos niveles de socialización durante el botellón. Diez años después, apenas hay diferencia. Los jóvenes siguen consumiendo alcohol y el botellón se sigue realizando, en menor medida, en zonas poco transitadas y lugares encubiertos, como es el caso de la plaza de Mitjana. Los jóvenes no callejean ya con las típicas bolsas verdes o negras si no que sacan la bebida al exterior que han comprado en cualquier pub.

El Área de Juventud diseñó actividades como alternativa al ocio nocturno con áreas temáticas dedicadas a la naturaleza, el deporte o la cultura. El Consistorio llegó a asegurar que los hosteleros estarían dispuestos a rebajar el precio de las copas en las primeras horas de la noche e incentivar así la entrada en bares con descuentos. La iniciativa se llevó a cabo, pero diez años después, Málaga no ha conseguido erradicar el botellón ni frenar su expansión por los recovecos del Centro Histórico. Las bolsas verdes han sido sustituidas por copazos en la calle. Los propios bares de calles o plazas como la Merced, ponen a disposición de los jóvenes un amplio espacio exterior en el que beber, aunque a los vecinos no les haga ni pizca de gracia. Hasta hace dos años, más de 15.000 jóvenes habían sido denunciados por beber en la vía pública.

Desde su aprobación, la Ley Antibotellón ha sido aceptada por la gran mayoría de ayuntamientos andaluces sin que se detecte ningún problema. El Defensor del Pueblo Andaluz, que ha hablado estos días con varios medios de comunicación, advierte de que el problema de la nueva normativa es que hizo creer a la sociedad que consumir bebidas alcohólicas en una vía pública era algo abolido.

«Microbotellones»

La Asociación de Vecinos del Centro Antiguo de Málaga lleva más de diez años luchando contra el botellón. «En Málaga primero se hizo en la zona de la plaza de la Merced. Después se trasladó al Paseo de los Curas. Y ahora está por todos sitios», comenta la presidenta vecinal Ester Ramírez.

El colectivo de vecinos está contento con la labor del Ayuntamiento, pero necesita más seguridad. «A los jóvenes les da igual. El caso es que siempre el botellón se hace en zonas residenciales donde se molesta a los vecinos». Los microbotellones están de moda y en zonas que hace años sería impensable. «Es una forma de distraer a la Policía Local para que no les multen», dice la presidenta.

En cuanto a las zonas habilitadas para beber, en Andalucía ninguna se ha consolidado y los ayuntamientos han acabado por prohibir directamente que no se beba alcohol en ninguna parte. Almería, desde un principio, optó por no crear un botellódromo. Ciudades como Jaén o Huelva sí lo hicieron pero los espacios están en desuso. Granada ha sido la última capital en suprimir el botellódromo, después de contar con un espacio durante nueve años, hasta el mes pasado.

Los menores consumen más

La concejala de Juventud, Elisa Pérez, se apoya en un estudio realizado este año por el Ayuntamiento en colaboración con la Universidad de Málaga -Estudio sobre el perfil sociodemográfico de los jóvenes que disfrutan del ocio nocturno en la ciudad de Málaga- y advierte de que aunque la Ley Antibotellón se aprobó en Andalucía hace diez años, «el joven sigue bebiendo. En el estudio el 54,2% de los jóvenes que salen a divertirse en el fin de semana, beben alcohol». «Se observa en este estudio que existe un alto porcentaje de menores de edad que son consumidores de alcohol sobre todo los fines de semana, coincidiendo con los días que más dedican al ocio», detalla la concejala.

Hay jóvenes que antes dedicaban el mayor tiempo del ocio al botellón y que ahora ven correcto que la práctica se prohibiera. Es el caso de Marina Fernández, que admite que acudía al botellódromo del Paseo de los Curas por pura diversión. «Yo no bebía, pero allí estaba todo el mundo. Era una manera de reencontrarte con todos para después decidir qué hacer».

La malagueña afirma que habilitar una zona en cualquier polígono como se planteó en un momento, daría lo mismo ya que «lo que interesa es hacer el botellón cerca de los pub y discotecas, no en la zona más alejada de Málaga».

En el décimo aniversario de la ley que lo combate, el botellón se sigue haciendo y permitiendo. Tanto colectivos vecinales afectados como el Ayuntamiento ponen en marcha planes de actuación, pero hasta la fecha no han dado con la solución definitiva.

«Ya no es solo por nosotros si no también por ellos. Beber en la calle por que sí, emborracharse para nada y encima molestas a los vecinos. ¿Con qué fin?» se pregunta la presidenta de los vecinos del Centro. Diez años después, la ley sigue vigente pero no ha logrado su objetivo: erradicar el botellón.

Ayuntamiento"Los jóvenes comienzan a beber antes"

La concejala de Juventud, Elisa Pérez, admite que el perfil del joven está desactualizado desde el 2002, «cuando ni siquiera la Ley Antibotellón estaba implantada en Andalucía». La concejala menciona un reciente estudio municipal en colaboración con la UMA, que indica que el consumo de alcohol entre los jóvenes comienza incluso antes. «En el Ayuntamiento de Málaga hemos hecho todo lo posible para administrar alternativas de ocio a los jóvenes para que no recurrieran al alcohol ni al botellón». La concejala destaca que, siempre que hay eventos especiales como la Feria o Halloween, ponen en marcha un programa especial de seguridad tanto para prevenir como para ayudar a los jóvenes por si tienen problemas. La responsable de Juventud, a la vista de las conclusiones del estudio, que se hará público en los próximos días, invita a que «todos los entes sociales reflexionen e intentemos solucionar entre todos el problema».

Vecinos"El botellón sigue estando en la calle"

La presidenta de la Asociación de Vecinos del Centro Antiguo, Ester Ramírez, asegura que el botellón sigue existiendo. «He de admitir que ha mejorado muchísimo el aspecto de la ciudad». La presidenta cuenta que, antes de que el botellón se trasladase al Paseo de los Curas, la concentración masiva se hacía en la plaza de la Merced y «aquello era inhumano, nos sentíamos indefensos». En la actualidad considera que se incumple la normativa de convivencia ciudadana -el artículo 23- debido a que «no se puede beber en la calle» pero se practica el «botellón encubierto». La presidenta considera que la vigilancia ha aumentado en Málaga, sobre todo en el Centro, pero hay pequeños grupos que se concentran en las calles menos transitadas para beber. «Nosotros recomendamos que se denuncie desde el minuto cero. Si en diez años no se ha conseguido erradicar del todo hay que hacer algo», reclama Ester Ramírez.

Jóvenes"Hacer botellón daba mala imagen"

Cristina Cuadrado, de 24 años, trabaja y estudia a la vez. Admite que ya no se considera una adolescente para hacer botellón en cualquier esquina. «Antes claro que te apetecía hacer botellón, pero aquello daba mala impresión» comenta. El Paseo de los Curas se encuentra frente al Muelle Uno, por allí pasean la mayoría de turistas que se alojan en la ciudad por lo que «encontrarte esa suciedad y a miles de chicos bebiendo no agrada». Sin embargo, Cuadrado admite que algo sí que se ha avanzada en estos diez años de ley. «A mi parecer, la gente se esconde para beber porque se sigue haciendo, pero al consumir bebida en sitios que están escondidos no se ensucia tanto». «Antes era una locura pasar por el Paseo de los Curas, ahora que me considero más madura, creo que lo que se hacia antes era una locura y veo muy bien que el botellón haya sido prohibido porque no le hace bien a nadie ni a la ciudad».