Que un cajero automático salte por los aires en algún punto de la provincia es cuestión de tiempo. Será el séptimo de la lista desde el 30 de julio, fecha del primer ataque que convirtió en chatarra una máquina del Banco Santander en la avenida Velázquez. El suceso refrescó a los investigadores de la Policía Nacional de Málaga la pesadilla que vivieron en 2014, cuando dos organizaciones simultanearon una espiral de robos por toda la Costa del Sol reventando terminales con gas acetileno. Otros dos asaltos a la misma entidad bancaria, en el polígono El Viso el 13 de agosto y el bombazo que seis días después arrasó una sucursal de La Cala del Moral, hicieron pensar a los investigadores que se enfrentaban a un único grupo que, además de manejar un explosivo mucho más potente que el gas que tradicionalmente usan estas bandas, mostraba una gran debilidad por la entidad cántabra.

Sin embargo, la tendencia cambió con los tres ataques siguientes. El radio de acción se amplió a Alhaurín el Grande (14 de septiembre), Monda (27 de septiembre) y Marbella (1 de octubre), municipios en los que la víctima pasó a ser Unicaja y donde en al menos un caso el acetileno fue utilizado para resucitar viejos fantasmas.

Tantos factores nuevos han provocado que los investigadores no puedan descartar la implicación de más de un grupo, aunque la máxima preocupación de Policía Nacional y Guardia Civil es el poder de destrucción y las malas intenciones que exhiben los criminales para hacerse con los billetes de los cajeros en el menor tiempo posible. Y con distinta suerte. Si en algunos golpes se van con las manos vacías o apenas unos cuantos billetes, en otros se han llevado cajetines completos.

Según ha podido saber La Opinión de Málaga, en algunas de sus acciones los autores no solamente han abandonado explosivos en el lugar de los hechos, sino que la policía sospecha que en algún caso se han tomado la molestia de hacerlo a modo de trampa. También han constatado que los ladrones han sembrado las calles cercanas a los bancos de clavos y grapas para pinchar los neumáticos de los vehículos policiales y facilitar su huida ante una posible persecución.

Tanto riesgo ha llevado a la Policía Nacional a distribuir entre las policías locales de la provincia una circular con una serie de instrucciones para garantizar la seguridad de los primeros funcionarios que lleguen al lugar. La prioridad será siempre socorrer a los heridos si los hubiera, pero, al tratarse de artefactos caseros, el alto mando insta a no acercarse a los mismos ni al epicentro de la explosión ante la posibilidad de que los artefactos no hayan detonado del todo. Por ello piden a los agentes municipales que se limiten a acordonar la zona hasta la llegada de la Policía Nacional. Los dispositivos, recuerdan, quedan reservados a las unidades de desactivación de explosivos, mientras que los objetos que los delincuentes hayan dejado quedarán a cargo de la Policía Científica para su posterior análisis.