Difícil competir con una importación cultural como Halloween: los estadounidenses son maestros del entretenimiento, saben cómo llegar a todos los públicos y modernizar sus tradiciones para que jamás sean conjugadas en pasado. ¿Cómo convencer a un niño o a un adolescente español de que debería asistir a una representación escénica más o menos afortunadas del Don Juan de Zorrilla cuando puede disfrazarse del personaje de una película de terror y salir a la calle en plena noche para aterrorizar a los más incautos? Desde luego, Halloween ha pasado de ser en Málaga una fiesta para frikis a un acontecimiento transversal, global, que gusta a casi todos en la familia, que no entiende de clases y que transforma no sólo al paisanaje sino también el paisaje de una ciudad, al menos por un día -o, mejor dicho, una noche-. Una velada como la de este lunes, poblada en media Málaga por fantasmas, zombies de The Walking Dead y sangre, mucha sangre. De mentira, claro.

Y disfraces, muchos disfraces, caseros o comprados en tiendas. Porque desde bien entrada la tarde, el Centro Histórico fue un paseíllo de monstruitos que movían a la sonrisa cómplice, la admiración -el nivel del atrezzo y el maquillaje sube año tras año: anoche se pudieron ver atuendos muy trabajados, desde luego- o, cómo no, cierto canguelo. Prueba de la profesionalidad, esmero e inventiva de los looks del Halloween malagueño fue el concurso de disfraces que tuvo lugar en el Muelle Uno, uno de los espacios de la ciudad que más apuesta por esta fiesta: su área cultural, Artsenal, desarrolló el certamen de atuendos con pasarela y photocall incluidos.

Hasta las instituciones se montan su propio show del terror: la sede del Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ), en la calle Carretería, convirtió su vestíbulo en un escenario de pesadilla, al estilo de películas como Saw, Hostel o El Orfanato. Por no hablar de las iniciativas vecinales: el distrito de Churriano se convirtió desde la tarde hasta la madrugada en el Pueblo del Terror; así, estrechas y serpenteantes pasaron a llamarse calle Aldea fantasma, Pesadillas, la Morada de los Murciélagos, o La Agonía de los Dementes, y estuvieron decoradas y habitadas conforme a su terrorífica denominación. Lo dicho: cada vez Málaga es más de Halloween.

Este martes, cuando el desmaquillador haga volver a los malagueños a sus rostros habituales, será el día para visitar a los seres queridos y recordados en los cementerios.