«Lo voy a llevar a juicio por lo civil y por lo penal, le vamos a reclamar daños morales, físicos, psíquicos y los siete años de mobbing (acoso)», concluye Carlos Morales. Este técnico en electrónica e informática de 59 años lleva 35 años viviendo en un bajo del número 31 de la calle Madre de Dios, pero denuncia que su vida es una pesadilla desde la llegada del último propietario. «En estos años el propietario no ha reparado nada, lo he reparado yo, le he llamado miles de veces por las ratas, los cortes de luz, me electrocuté una mano, he tenido inundaciones, el ropero roto, se me han roto teléfonos móviles y el ordenador, he tenido desprendimientos de dos techos y sigue sin hacer nada», resume, al tiempo que precisa que por uno de estos desprendimientos ha estado cuatro meses con un collarín.

Carlos Montero muestra su vivienda, repleta de trampas para ratas. Cuesta creer que enfrente esté el Teatro Cervantes. Enseña una bolsa de plástico: «Aquí debe de haber unas 40 cucarachas», calcula. Está al lado del ordenador, desde el que señala una grieta que culebrea por la pared: «Esta grieta a mí me da miedo. Cuando dé un portazo se puede romper la pared», denuncia.

La vida, cuenta, se le hace muy difícil en esta vivienda, en la que el ropero está inutilizado por la humedad y en el que tampoco puede poner la lavadora desde hace años «porque el desagüe está obstruido».

También denuncia la ocupación por una cocina ilegal del ojo patio de la casa y el que el propietario haya colocado tres cámaras en la planta baja, que a su juicio buscan intimidarle.

El inquilino subraya que no tuvo nunca problemas con el anterior propietario. «Había un administrador y procuré arreglarlo yo todo, hasta pinté la fachada del edificio». Eran otros tiempos, cuando este inmueble centenario estaba lleno de inquilinos. Ahora él es el último que queda y cree que lo quieren echar.

En estos años, Carlos ha multiplicado las gestiones para denunciar la situación en la Policía Local, Urbanismo, Medio Ambiente y los defensores del Pueblo de las administraciones autonómica y central, entre otras instancias.

El pasado mes de mayo, el propietario comenzó las obras de rehabilitación del edificio, pero el inquilino precisa que «todas estas obras las ha hecho porque Urbanismo le ha obligado» y recuerda que «se me ha caído el techo, he tenido humedades, grietas y no ha respondido a nada durante años».

Por este motivo, Carlos Montero considera que la solución llega demasiado tarde por parte del propietario y además obligado por el Ayuntamiento, de ahí que continúe con la idea de demandarlo. Además, se queja de que, a la presencia de las cámaras frente a su vivienda hay que sumar el que las obras le hayan bloqueado el patio interior, por lo que no tiene acceso a una de las dos puertas de su vivienda.

«Estas obras tenía que haberlas hecho el propietario hace siete años y no haberme hecho pasar por este calvario de depresión y ansiolíticos porque le ha dado la gana». El inquilino informa de que un abogado ultima ya las acciones contra el propietario por supuesto acoso inmobiliario.

«Siempre he estado arreglando». El propietario de la vivienda, que prefiere no dar su nombre, negó esta semana todas las acusaciones de Carlos Montero y mostró a este diario un cronograma con todas las obras realizadas en la casa desde que adquirió el edificio, en la primavera de 2010, «hace seis años, no siete», precisa. Además, recuerda que ha intentado arreglar el problema con el servicio de mediación de la Policía Local pero el inquilino se ha negado.

Desde julio de 2010, informa de que fue solicitando varias licencias de obras menores para hacer revestimiento de forjados, renovar parte del saneamiento, sanear la electricidad, etc... «Mejoras indispensables, siempre he estado arreglando con la idea puesta en la intervención grande», subraya.

A este respecto, precisa que el anterior propietario ya solicitó el ITE en 2008, que salió desfavorable. «Como hay cambio de propiedad me hago cargo yo, hablo con el mismo técnico, pedí varias subvenciones a la Junta que no fraguaron, pido también licencia para catas y ver cómo estaba el edificio y todo va tardando porque el informe del ITE del anterior propietario era más suave ya que tenía intención de vender y no de ejecutar».

Finalmente, la licencia de obra de la rehabilitación llega el 9 de mayo de este año y el propietario inicia las obras a final de ese mes. El plazo de ejecución es de un año.

«Mi intención es vivir aquí, que sea mi casa, le dije a Carlos que íbamos a ser vecinos. Mi intención es ejecutar la obra y hacerlo rápido. En ningún momento he tenido la intención de acosar a nadie. Con 400 m2 que tiene la casa, que él tenga 60 m2 da igual, me vale para vivir yo», destaca.

Además, informó de que le ha ofrecido al inquilino la posibilidad de alojarse en otra vivienda mientras duran las obras. «Y aprovecho para reiterárselo».

En relación con la cocina del ojo patio, señaló que está sin funcionar y pertenece a un local en alquiler para el que se ha pedido la ampliación de cocina de la licencia. Con respecto a las cámaras instaladas dijo que son legales y se han puesto por seguridad, entre otras cosas para evitar robos en las casas vecinas.

También informó de que el patio central, con aperos de la obra, no puede cruzarse por seguridad. El propietario concluyó diciendo: «Estoy rehabilitando la casa, le estoy ofreciendo un piso mientras duran las obras, ¿qué más puedo hacer?, que me lo diga y si está en mi mano, lo haré».