No se confundan, aunque el carné de identidad de Mabel Escaño informe de que nació en 1946, en realidad sigue siendo la joven veinteañera que llegó a Madrid llena de ilusiones. La actriz malagueña, que hace siete años volvió a su ciudad natal, continúa repleta de energía y de curiosidad por el mundo; de hecho, cuenta a La Opinión que acaba de terminar una obra de teatro, que confía en ver en las tablas pronto y que está embarcada en sus memorias.

En 2012 fue una de las protagonistas del documental Contra el tiempo, finalista de los premios Goya y producido por el malagueño Carlos Taillefer, en el que contaban su vida varios actores secundarios del cine español. Mabel calcula que ha participado en más de medio centenar de películas.

Pero todo comenzó mucho antes, cuando era una adolescente. Porque esta estudiante de Las Esclavas y luego de las Teresianas, que vivía en la calle San Lorenzo y que disfrutaba yendo al cine con su madre, quiso apuntarse al famoso Teatro ARA, que acababa de abrir. «Mi madre estaba de acuerdo pero mi padre puso el grito en el cielo», recuerda. No pudo entrar pero sí lo hizo, con la complicidad de su madre, «en un grupillo de teatro independiente» de Leo Vilar.

Y a partir de ahí, en 1966, y como su padre había fallecido años antes, pudo poner rumbo a la capital, para formarse en el Teatro Estudio Madrid (TEM).

«Disfruté como una enana, sobre todo porque en el teatro tenía clases por la mañana y por la tarde me busqué un trabajillo: íbamos a vender libros y también botiquines para coches en gasolineras. Pasábamos un frío en invierno que te morías», cuenta.

A los seis meses de estar en la escuela, la malagueña ya consiguió su primer papel en una obra: La dama del alba, de Alejandro Casona, en el Teatro Reina Victoria. Allí compartió tablas con dos históricos: Manuel Dicenta y María Fernanda Ladrón de Guevara.

Mabel recuerda de ese tiempo cómo, tras salir de la escuela, se iba con otras dos compañeras al Café Gijón, en el que las tres compartían un café. «Allí estaba Manolo Aleixandre, con el que luego he coincidido en muchas películas. Íbamos para conocer gente, para familiarizarnos con ese grupo de actores que tanto admirábamos». De Manuel Aleixandre cuenta que era «un ser encantador, sencillo y noble».

En esos comienzos también se estrenó en Prado del Rey, en las representaciones de teatro de Estudio 1. «Hice un papel muy pequeño. En mi casa, en Málaga, que ya tenían televisión en blanco y negro, se juntaron muchos vecinos y cada vez que aparecía en la tele, mi familia empezaba a pegar gritos», ríe.

La aparición en Estudio 1 le valió luego sustituir en solo dos días a una actriz en una obra de Juan José Alonso Millán. El buen resultado hizo que el conocido autor teatral le diera un papel en la obra siguiente.

Y en su vida profesional pronto se cruzó el doblaje. Fue en una de sus visitas al Café Gijón. «Pepe, un actor de teatro, me dijo que tenía una voz muy bonita y que podía hacer doblaje. Por entonces no había escuela de doblaje. Me presentó a Salvador Arias, que tenía los estudios Arcofón y me dijo que podía pasarme cuando quisiera a ver cómo se doblaba. Allí conocí a Jesús Puente y a Paco Valladares». Este último actor, por cierto, fue uno de sus grandes amigos.

Con el tiempo, Mabel se convertiría en una consumada dobladora, profesora y directora de doblaje. En su trabajo ha doblado a actrices como Joan Crawford o Bette Davis y como curiosidad, puso voz a la primera serie de dibujos animados de Telecinco, Las montañas de Ana, cuando nació la cadena privada.

Si hay una época en la que la artista malagueña no paró de trabajar en cine, televisión y teatro esa fue la década de los 70 y el arranque de los 80. Para empezar, estuvo cuatro años con una obra estrenada en 1972, Charly, no te vayas a Sodoma, cuya representación fue cancelada tres días por problemas con la dictadura. «El Príncipe Juan Carlos vino a ver la obra, recuerdo que reservaron dos filas de butacas. Fue él quien medió para que volvieran a abrir y cuando abrimos el teatro, la cola de gente llegaba... y no paramos».

El teatro lo compaginó con una película de 1975 «que fue un bombazo»: El libro del buen amor, en la que compartió pantalla con Patxi Andión. Pero, precisamente, la obligación de seguir en el teatro le privó de importantes ofertas de trabajo, incluido un anuncio de Chevrolet. «Cuando llegaba a casa, con el contestador lleno de llamadas, pensaba: Ay, Dios mío, en qué momento. Se me pasó el tranvía», concluye.

Con El libro del buen amor estuvo en el Festival de San Sebastián. Un año antes había rodado con Peter Fonda y William Holden Los cazadores. De esta película recuerda una escena de cama con Peter Fonda, rodada sólo con el equipo, «y siempre me decía, I´m sorry, por si acaso se pasaba».

Fernando Fernán Gómez, Vicente Aranda, Manuel Aleixandre, Maribel Verdú, Sancho Gracia, Juan Antonio Bardem, Antonio Ferrandis, Emilio Gutiérrez Caba, Victoria Abril, Alfredo Landa... la malagueña ha trabajado con las grandes figuras del cine español y el teatro. «A mí no me faltaba trabajo, cuando estaba en casa y sonaba el teléfono me volvía loca», recuerda de entonces.

Tejero «entra» en su vida

Y en efecto, Antonio Tejero no sólo entró en el Congreso de los Diputados, también lo hizo de forma indirecta en su vida, porque en febrero de 1981 Mabel Escaño producía la obra de teatro Un conde de probeta, dirigida por Fernando Fernán Gómez, en la que la malagueña también actuaba. Se estrenó en el Olimpia y en vísperas del 23-F, cuando se estaba montando en el Teatro Alfil, fue la propia Mabel la que, transistor en mano, irrumpió en el teatro para dar a conocer la noticia del golpe de Estado. «La obra, al final, se estrenó, pero hubo un tiempo en que la gente no salía a la calle, tenía pánico. Aquello fue un hundimiento total de taquilla. Tejero me hundió la vida y la economía. Todo lo que habíamos ahorrado», subraya.

En la actualidad, Mabel Escaño vive en Málaga, muy cerca de su familia, «que es fantástica», en una casa llena de luz. «No me he retirado nunca, todavía sigo trabajando», destaca. Además de la obra de teatro que ha finalizado, está escribiendo sus memorias y ayuda a amigos con guiones y libros.

En su ciudad natal, cuenta que sale con un grupo de gente más joven que ella, «porque conecto más». Al hacer balance de su vida profesional esta encantadora actriz deja constancia de su vitalidad y positivismo: «He tenido mucha suerte, he encontrado a gente estupenda».