La parroquia de Campanillas, la peluquería de Juan Martos en la calle Tercias, el cine Torrejón... cualquier lugar era bueno para que la asociación de vecinos Evolución de Campanillas, nacida a finales de octubre de 1976, celebrara sus reuniones.

Campanillas, un barrio marcado desde los años 60 por el aluvión de personas llegadas de Almogía, Cártama, Álora o Pizarra y por los emigrantes retornados, así como por la parcelación ilegal y la autoconstrucción, vivió con ilusión el nacimiento, ya en Democracia, de una asociación de vecinos en defensa del barrio.

Este otoño, la asociación cumple 40 años y prepara, todavía en una fecha por determinar, un acto muy especial en la Casa de la Cultura de Campanillas en el que entre otras cosas se instalarán paneles explicativos de los logros vecinales.

Y como recuerda Carmela Fernández, presidenta vecinal desde 1991, en esos inicios de la asociación, en Campanillas abundaban las calles terrizas, los riachuelos de agua sucia por el centro de las calles y no existían zonas verdes ni el agua municipal: Antonio Carmona repartía el agua a los vecinos gracias a su pozo y cobraba una cantidad fija mensual.

Y una curiosidad: el primer presidente de la asociación fue Vicente Torres Márquez, el párroco de Campanillas. «Fue el que promovió la asociación. Es que antes había curas que se implicaban en la lucha ciudadana», subraya Salvador Aranda, dirigente vecinal y socio número 2.

Salvador comenta que «el Ayuntamiento no ha existido aquí hasta los años 80, antes había un alcalde de barrio prácticamente sin funciones y la asociación de vecinos era la que llevaba la representación».

De hecho, Evolución llegó a tener la autorización para dar el permiso para las cédulas de habitabilidad, con el fin de ir legalizando la autoconstrucción. En esa misma línea, se presentaron 165 querellas contra los urbanizadores clandestinos.

Puede decirse que la asociación era el alma del barrio y de hecho, llegó hasta a montar por su cuenta, a finales de los 70, una escuela de adultos, ante la falta de presupuesto de la Delegación de Educación.

Hasta 1997, con el relevo por parte del Ayuntamiento, el colectivo vecinal se encargó de organizar la mayoría de eventos del barrio, desde la Feria a la Romería de San Isidro, pasando por la Campanada del Cante. «La romería se hacía donde hoy está Famadesa», recuerda Carmela Fernández.

En 1979, Evolución por fin estrenó sede: un antiguo colegio de una planta en la calle José Calderón se transformó en un edificio de dos plantas, diseñado de forma desinteresada por los arquitectos Damián Quero y Javier Martín Malo. La sede, que también albergó el Hogar del Jubilado, se costeó con los beneficios que dejaba la Feria de Campanillas.

Como destaca Salvador Aranda, durante un par de años, mientras se construía la sede municipal, los vecinos dejaron espacio para que pudiera cumplir sus funciones el distrito de Campanillas. Allí estuvo trabajando el concejal de Campanillas de la época, Mariano Díaz.

A Vicente Torres le sustituyó en la presidencia en 1989, José Miguel Olmedo, y durante su mandato se reclamaron semáforos en la carretera, después de varios accidentes mortales. Se instalaron un año más tarde.

Nueva etapa

El siguiente relevo se produjo en abril de 1991, con la llegada a la presidencia de Carmela Fernández Oliva, que sigue al frente de Evolución.

«Vino un grupo de vecinos a decirme que si acudía a una reunión. De ahí salió la junta directiva y en otra reunión se decidió que fuera presidenta», cuenta. Carmela Fernández señala que lo primero que dijo a los vecinos es que «no sabía nada» y se fue a visitar al antiguo párroco, Vicente Torres, en busca de consejo, «pero me dijo: no te voy a decir absolutamente nada, vete a la calle y mira los problemas que hay. Y todavía estoy en la calle, viendo los problemas», recalca.

De los años en los que la asociación organizaba las fiestas del barrio, recuerda una ocasión en la que actuaba Juan Peña El Lebrijano. «Nos costaba un dineral, un millón doscientas mil pesetas y pusimos la entrada a mil pesetas para poder cubrir los gastos y la caseta no se llenaba; estaba asustada por no poder pagar y el concejal, Mariano Díaz, me dijo que estaría detrás para apoyarme, me relajé y al final se llenó y pudimos pagarlo. Era el miedo que teníamos las asociaciones de no poder cubrir los gastos».

La presidenta no olvida el apoyo constante de su marido, Francisco Zambrana, ya fallecido. «Él ha estado siempre en la sombra, pero siempre colaborando conmigo y con el barrio», subraya.

En los 25 años en los que Carmela Fernández lleva al frente de la asociación, ha continuado la labor reivindicativa en todos los frentes, con la presencia de la asociación en comisiones de distrito, plenos, reuniones y en los medios de comunicación.

Por eso, al echar la vista atrás a estas cuatro décadas, Salvador Aranda señala que «todo lo que se ha hecho en Campanillas ha sido reivindicado por la asociación de vecinos».

A su lado está Ricardo Fombuena, dirigente vecinal desde el año 2000, que concluye que «de motu proprio de un concejal, aquí no se hace absolutamente nada si no es por la presión de la asociación de vecinos».

La llegada de la EMT en 2001 y la inauguración en 2010 del Parque Lineal de Campanillas, tras muchos años en el dique seco, son dos de los logros más importantes del colectivo.

Pero como señala Carmela, incluso hoy, con la presencia activa del distrito, la asociación de vecinos sigue cumpliendo un importante papel. «Ahora mismo, el colegio Francisco de Quevedo no tiene Ampa, así que los padres han pedido a la asociación que reserve el centro cultural para que los niños de sexto puedan tener su graduación», pone de ejemplo.

Evolución continúa muy presente en plenos, comisiones y debates ciudadanos en los que se abordan problemas del barrio.

En la actualidad, entre las principales reivindicaciones, los vecinos reclaman la llegada del metro a Campanillas y en general, la mejora de la movilidad, que empeoró con la llegada del PTA; también piden el arreglo y reapertura de la piscina del barrio, cerrada en 2013; un lugar estable como recinto ferial; un nuevo mercado y como proyectos estrella, surgidos de la asociación: la gran plaza peatonal con equipamientos ciudadanos en mitad de la calle José Calderón, a la altura de la finca El Roquero y una ambiciosa zona verde junto al río Campanillas y el Cortijo Jurado.

En resumen, 40 años trabajando por los demás con el único objetivo de hacer un barrio mejor. Muchas felicidades.