El nombre de la editorial, Azimut, es un guiño a la que durante casi 30 años ha sido la profesión de Francisco Javier Rodríguez Barranco, militar en el Ejército del Aire. «Ahí se ven mis antecedentes aeronáuticos, azimut es una palabra que en ese mundo se usa mucho más que rumbo», aclara.

Nacido en Alcalá de Henares, la tierra de Cervantes, hace 55 años y formado en la Academia General del Aire de San Javier (Murcia), Francisco Javier confiesa que entró en el Ejército por su amor por los aviones. «Quise ser piloto, pero no pudo ser porque mis destrezas son limitadas, así que he ocupado destinos tácticos pero seguir así en el Ejército me sabía a poco». Finalmente, con el grado de comandante se prejubiló en 2005, después de renunciar a un ascenso a teniente coronel, «porque eso implicaba dejar Málaga, y mi mujer y mis hijos estaban muy afincados aquí».

En Málaga lleva desde 1997, cuando fue destinado a la Base Aérea, y lo cierto es que en sus destinos por toda España, Francisco Javier Rodríguez compaginó el Ejército con su amor por las letras, así que, entre las universidades de Salamanca y Málaga y los estudios en la UNED, obtuvo la licenciaturas y el doctorado en Filología Hispánica (este último en Málaga). Su tesis: Bioy Casares pero sin olvidar la intensa relación literaria con Borges.

Pero, pese a la doble vocación cervantina por las armas y las letras, su salto al mundo editorial en 2013 fue fruto de la casualidad. De hecho, se debió a la trastada que le hizo un editor cuando Francisco coordinaba un libro colectivo sobre amores imposibles. «Entonces me dijeron, ¿por qué no lo intentas tú?, le empecé a dar vueltas a la idea y pensé: ¿por qué no?».

La sede de Azimut se encuentra en su vivienda, encima de una tetería de la calle Andrés Pérez. Allí lee los manuscritos, los corrige a lápiz y planifica la edición, una labor que por cada libro le lleva unos dos meses. «Por eso procuro ser selectivo». Prejubilado, confiesa que edita libros «por darme el gusto, soy consciente de que desarrollo una idea romántica pero creo que merece la pena».

En la actualidad, lleva publicada una decena de libros, entre los últimos, Los brazos de Venus, veinte relatos de amores imposibles del propio editor, muy ducho en estas lides pues para eso La invención de Morel de Bioy Casares, que habla de un gran amor imposible, fue el «eje central» de su tesis.

Entre las sorpresas que le ha deparado este despegue editorial con Azimut, el correo eléctronico que un buen día le envió, sin conocerlo, Enrique Gallud Jardiel, nieto de Enrique Jardiel Poncela en el que le proponía editar un libro humorístico de su autoría que resultaría Majaderos ilustres.

El editor resalta de Enrique Gallud su sencillez y cercanía, lo que le ha permitido proponerle un reto: llenar un hueco en los estudios sobre su abuelo con Jardiel Poncela y el cine, un libro de Gallud editado por Azimut este año que entre otros aspectos recuerda la etapa en Hollywood del autor de Eloísa está debajo de un almendro.

El último libro publicado por la editorial de calle Andrés Pérez es Eslabón de papel, de Guadalupe Eichelbaum, historias cruzadas a causa de un marcapáginas.

Como confiesa este afable editor, «desde luego no voy a marcar un punto de inflexión en la cultura, pero me siento muy a gusto conmigo mismo sabiendo que al menos aporto un granito en la cultura española». Azimut, una aventura editorial de altos vuelos.