­En los últimos tiempos nos están bombardeando las noticias sobre cierres de locales que permiten la venta de alcohol a menores, padres que hacen caso omiso a las cartas de la Policía Local sobre que sus hijos han sido sorprendidos haciendo botellón y, lo que ha hecho saltar todas las alarmas, la muerte de la chica de 12 años en San Martín de La Vega.

Pero no era de extrañar que acabara ocurriendo un hecho como éste. El Centro Provincial de Drogodependencia (CPD) realizó un estudio durante el curso académico 2012-2013 en municipios de Málaga con menos de 25.000 habitantes en el que descubrieron datos que no dejan indiferente a nadie. La edad de iniciación al alcohol está en los 14 años, aun así un 40,6% de los chicos y chicas de primero y segundo de ESO afirma que ha consumido alcohol alguna vez en su vida. Y de los jóvenes entre 14 y 18 años, un 80% declaraba lo mismo.

María de los Ángeles García Jurado es psicóloga y técnica de prevención en el CPD y afirma que los comas etílicos y los atracones de alcohol son más frecuentes de lo que la sociedad piensa. En el estudio se demostró que un 54,4% de los jóvenes reconoce haber bebido en forma de atracón, es decir, cinco o más copas en unas dos o tres horas. Y un 33% dice haberse emborrachado.

Los niños imitan las conductas de sus padres, hacen lo que la sociedad dicta. Cuando preguntaron por qué empiezan a consumir alcohol, la respuesta más extendida fue que lo hacen para divertirse, para demostrar que son adultos. Creen que el alcohol es la única forma que hay para pasarlo bien y podemos adivinar de dónde han sacado esta premisa. María Rosa Benítez, directora de prevención de Proyecto Hombre, afirma que «el inicio en el consumo suele ser recreativo, desde su perspectiva de la realidad este es la única forma para divertirse. No encuentran peligro ni riesgo en lo que hacen, piensan que controlan», afirma.

En el estudio, los jóvenes también detallaron que adquieren el alcohol en pequeños supermercados y que, mayoritariamente, consumen en pubs y discotecas. Es por ello que García Jurado hace hincapié en que es un problema en el que todos tienen que ser conscientes de la importancia de trabajar unidos. Los comercios, las autoridades, los centros de prevención, los colegios y las familias, cada uno en su labor, deben evitar que esta realidad esté cada vez más extendida.

Las labores de prevención

A pesar de todos estos datos y de lo extendido que está el consumo de alcohol en la sociedad más joven, son pocos, o ninguno, los padres que llevan a sus hijos a centros o llaman preocupados porque se han dado cuenta de que han comenzado a consumir.

«Es importante sensibilizar contra los riesgos de consumir alcohol para un cerebro en proceso de maduración, puede interrumpirse ese proceso, afectar al sistema central, al aprendizaje, la psicología y la forma de relacionarse», explica García Jurado, que lanza una pregunta para la reflexión. «¿Si consumieran cocaína lo veríamos igual? No hay drogas duras o blandas, hay drogas, sin más».

Es por todo ello que las labores en las que se centran estas organizaciones han de ser preventivas. Charlas en los colegios sobre hábitos de vida saludable, formación de los profesores para que puedan introducirlo como tema en tutorías, así como reuniones con la AMPA son algunas de las obras que hace el CPD y Proyecto Hombre. Es decir, se encargan de sensibilizar a los distintos agentes sociales implicados. Desde el CPD creen que es importante, además, generar alternativas de ocio para los jóvenes en cuyos municipios no dispongan de muchos espacios para cubrir el tiempo libre. «No solo a las tres de la tarde, sino también por la noche, que es cuando los chicos incrementan el consumo de alcohol», afirma la psicóloga del CPD.

Lo más importante es empezar a informar sobre qué tienen que hacer los padres si se encuentran en esta situación y mostrarle a los jóvenes los riesgos del consumo de alcohol a esas edades antes de que comiencen a consumirlo. Hay algunos factores que influyen en el hecho de que los menores empiecen o no con el consumo de alcohol. Los indicadores varían en función de la edad. Entre los chicos y chicas de primero y segundo de ESO suponen un factor de riesgo la inseguridad y que sean poco asertivos para decir que no, así como circunstancias del entorno como el barrio dónde vivan y se relacionen y el nivel económico de la familia. La situación de desempleo del padre y el no control de las horas de llegadas son algunas variables que se han relacionado con los menores que han consumido alcohol. Sin embargo, aquellos menores con una relación de cariño con la familia y los amigos, con normas fuera y dentro de casa, que hacen deporte y leen y, además, son seguros y tienen habilidades sociales tienen un menor riesgo.

En los jóvenes de entre 14 y 18 años son factores importantes también las horas de llegada, la mayor disponibilidad económica que le proporcionen sus padres, aquellos cuyos progenitores no saben dónde ni con quién están cuando salen de casa y el uso de redes sociales. La falta de control en estos temas suele caracterizar a ese 80% de jóvenes que asumió que consume alcohol.

Otras consecuencias

Desde el CPD quieren también recordar que los comas etílicos no son el único problema derivado del consumo de alcohol. Los embarazos no deseados, las conductas agresivas, las relaciones sexuales no consentidas y los accidentes de tráfico son otras de las consecuencias que tienen para los jóvenes el alcohol. El 33% confirmó que había conducido o ido de copiloto en una motocicleta tras beber alcohol.

Aunque el alcohol es lo más extendido, en el estudio que realizó CPD en el curso 2012-2013 también se descubrió el consumo de otras sustancias. Un 20,10% de los chicos y chicas de primero y segundo de ESO afirmó que había consumido cannabis. Y un 24,9% de los jóvenes de entre 14 y 18 años confirmaba lo mismo. La mayor demanda de tratamiento en la población malagueña de 12 a 21 años es por cannabis.

En lo que va de año, en el CPD han atendido a un total de 97 menores y solo 4 han sido por alcohol mientras que los otros 83 han sido por cannabis. El resto ha acudido por consumo de cannabis y por un uso preocupante de las nuevas tecnologías. Este perfil ha comenzado a emerger cada vez con más fuerza, siendo uno de los que más preocupa a los padres hoy en día: chicos que han cambiado su actitud y a los que les empieza a irles mal en el colegio pero no consumen ninguna sustancia, todo ello provocado por las nuevas tecnologías, sobre todo por las redes sociales.

Actualmente, 43 niños y niñas con conductas problemáticas se encuentran en Proyecto Hombre por consumo de cannabis y alcohol o por un problema con el uso de las nuevas tecnologías. Todos ellos están ahí porque los padres acuden al centro preocupados por la actitud de sus hijos, aunque son muy pocos los que están ahí por consumo de alcohol.