A finales del siglo XIX y principios del XX, hubo varios intentos fallidos de construir un nuevo Matadero. El alcalde, José Alarcón Luján, consciente del problema desde hacía tiempo, había mandado publicar en el BOP del 17 de noviembre de 1876 un anuncio solicitando a los entendidos la realización de un proyecto de Matadero. El gasto no podía exceder de 300.000 pesetas y dicho proyecto se remitiría a la Real Academia de San Fernando en el plazo de dos meses. El Ayuntamiento premiaría con 1.500 pesetas el proyecto escogido. Unos meses después, la referida Academia adjudicó el premio convocado al trabajo que llevó por lema Necesaria mors est de Eduardo Fernández Rodríguez, arquitecto municipal en aquellos años, concediéndose, además, un accésit al presentado por José Novillo y Fertrell bajo el título P. Málaga.

Sin embargo, el expediente no se llevó a cabo, quizá debido a los avatares políticos del momento. En 1901 se presentó un nuevo proyecto que no llegó a realizarse, obra de Tomás Brioso y Mapelli. Éste era mucho más sencillo que el de Eduardo Fernández, tanto en sus dimensiones como en su decoración.

Años después, el tema continuó sin resolverse. Para solucionar en parte el problema, el municipio fue creando sendos mataderos en las barriadas de Churriana, Teatinos y El Palo, con el fin de descongestionar y aligerar los inconvenientes que venía arrastrando el ya antiguo de la calle Salitre. Aunque no fuese la mejor solución, de momento, mientras se construía un Matadero Central, ese fue el camino seguido por el Ayuntamiento, hasta que se libraran las cantidades oportunas para su construcción.

Todavía existen los nombres de las calles: Matadero Viejo, con entrada por la de San Jacinto y salida a Mamely; y el Pasillo del Matadero, con entrada a la calle de Cuarteles y salida a la de Donoso Cortés que nos sirven de recuerdo del lugar donde estuvo tantos años el antiguo Matadero municipal.

Tuvo que pasar todavía un largo periodo para la construcción de uno nuevo que se inició, como veremos a continuación, en el año 1928.

El nuevo Matadero en Carranque

El expediente se inició el 11 de enero de 1928, cuando el Ayuntamiento certificaba que la Comisión Permanente del 5 de enero había aprobado la expropiación de treinta y seis mil ciento cuarenta (36.140) metros cuadrados de terrenos pertenecientes a la finca denominada «Carranque» para emplazar en ellos el Matadero de nueva construcción, aprobándose, igualmente, el precio convenido en una peseta y cincuenta céntimos el metro cuadrado, lo que ascendía a una cantidad total de cincuenta y cuatro mil doscientas diez (54.210) pesetas.

La subasta de dichas obras se celebró el 16 de abril de 1929, adjudicándosele a Ángel Palacios Bernad por valor de 614.313,33 pesetas, debiendo éste constituir la fianza definitiva que ascendía a 61.431,33 pesetas, importe del 10% del presupuesto de la contrata, en el término de diez días.

Descripción de los planos

Los planos del mencionado Matadero, catorce en total, fechados en junio de 1928, fueron realizados por el arquitecto Fernando Guerrero Strachan. El primero de los catorce planos describía el pabellón vivienda del director y fachada lateral. El segundo, tercero y cuarto eran relativos al pabellón de tripería, fachada principal, lateral y planta de sótanos; el quinto sexto y séptimo correspondían a la nave de matanza de cerdos, sección longitudinal, sección transversal y fachada lateral; el octavo describía la nave de matanza de ganado lanar y cabrío, fachada lateral; el noveno el pabellón de establos, fachada lateral; el décimo, el alzado del pabellón Urinarios y W.C. Y por último, la nave de matanza de ganado vacuno constaba de tres planos de fachada lateral y uno de sección.

Visitas a las obras en 1929

El 1 de julio de 1929, en una publicación local, vemos un artículo con varias fotos, en el cual relataba su autor cómo el alcalde, Fernando Guerrero Strachan, junto con el arquitecto municipal, Daniel Rubio, y parte del personal técnico del Ayuntamiento, como el ingeniero Wifredo Delclós, Tomás Brioso, entre otros, así como los periodistas de diarios y revistas, fueron a visitar, a finales de junio, algunas de las obras que se venían realizando por la Corporación: el nuevo Matadero, situado en Carranque -según proyecto del propio alcalde Guerrero Strachan-, anejo al cual iría un mercado. En dicho artículo se indicaba que dicho edificio ocuparía una extensión de 35.000 metros cuadrados y, en aquellos días, se estaban iniciando los trabajos de cimentación. El edificio tendría fachada a cuatro calles

Fallece Guerrero Strachan

El 5 de junio de 1931, su viuda, Enriqueta Rosado León, en un escrito dirigido al alcalde decía que, el Ayuntamiento, con fecha 25 de agosto de 1926, acordó expresar a dicho arquitecto su agradecimiento por la donación a dicha Corporación del proyecto de nuevo Cementerio. Y en la misma sesión se tomó el acuerdo de encargarle la confección del proyecto del nuevo Matadero. Dicho encargo fue redactado por el citado arquitecto remitiéndolo al Ayuntamiento el 28 de julio de 1928. Al perecer, fue nombrado alcalde de la ciudad, y debido a esto, tuvo la corrección de no presentar los honorarios correspondientes a dicho proyecto durante el tiempo que duró su mandato. Y por tanto, la Corporación desconociendo la cantidad correspondiente a estos honorarios, no podo proceder a su pago. Enriqueta Rosado añadía que había consultado al arquitecto Antonio Palacios, quien, en un escrito que adjuntaba, fechado el 2 de junio, certificaba que, el presupuesto para la construcción del Matadero alcanzaba la suma de 1.571.568’10 peseta, luego le correspondía, por la formación del proyecto, el 1,5% de dicha cifra, resultando por consiguiente la cantidad de 19.644’60 pesetas, como importe total de sus honorarios. Por lo tanto, su viuda, esperaba de esa Corporación, cuando fuese posible, el abono de dicha cantidad.

El 16 de julio de 1931 se ordenó pasase el escrito de la viuda de Guerrero Strachan al arquitecto municipal, para que éste informarse si los honorarios a los que se refería eran por la confección del proyecto del Matadero, o si en ese tanto por ciento iba incluida la dirección de las obras. El 23 de julio el arquitecto Eduardo Esteve informaba que el 1’25% era exclusivamente por el proyecto.

El 29 de julio de 1931 los vocales de la Comisión de Hacienda, acordaron procedía aceptar los honorarios que devengó a Guerrero Strachan, abonándoseles a su viuda del presupuesto extraordinario de 1924-25, con cargo al cual se estaba realizando el Matadero.

Sin embargo, la Comisión Jurídica exigió, un mes después, que la viuda de Guerrero Strachan justificase que a su esposo le fue adjudicado el mencionado crédito. Y al parecer, puesto que ya había pasado un año sin recibir la cantidad solicitada, ésta no lo había podido demostrar.