Justo ayer se cumplieron dos siglos del nacimiento en Bayona (Francia) de Prosper Dominique Lamothe Bernasqué, el primer Lamothe que se afincó en Málaga y convirtió este apellido del otro lado de los Pirineos en uno de los más malagueños. Por este motivo, unos sesenta miembros de la familia Lamothe llegados de toda España se reunieron ayer en la capital y recorrieron los lugares relacionados con la familia.

«Mi primo, Juan Manuel Molina Lamothe, me comentó que el 26 de noviembre era el bicentenario de Prosper Dominique y pensamos en realizar una reunión, la segunda tras la de 2009», comenta esta semana Jorge Lamothe Moreno, tataranieto de este primer Lamothe que, además de instalarse en Málaga hacia 1832, en 1844 se casó con la malagueña Concha Rivas Vázquez y con ella tuvo cinco hijos (María Dolores, Concha, Carlos Prosper, Prosper Carlos y Cecilia).

Prosper Dominique era hijo de Vidal Lamothe, un comerciante de vinos de Bayona, aunque nacido cerca, en Aramits, que en Málaga contaba con un socio y paisano, Monsieur Mongrand, que tenía unas bodegas.

A Málaga se trasladó el joven francés al fallecer Vidal, su padre, y según explica Jorge Lamothe, Prosper tuvo un sueño premonitorio en Francia, cuando estaba interno en un colegio, en el que vio morir a su padre. «Se lo comunicó al director, no le dejaron salir y al día siguiente le llamaron diciendo que su padre había fallecido».

Establecido en Málaga, su tataranieto recuerda que por su casa en la capital (posiblemente en la calle Santa Lucía) pasaron, además de Monsieur Mongrand, la madre de la emperatriz Eugenia de Montijo y el famoso Ferdinand de Lesseps, que antes de embarcarse en la gran empresa del Canal de Suez, en 1841 era el cónsul de Francia en Málaga.

«A Monsieur Mongrand, Prosper Dominique y a Ferdinand de Lesseps les unía la nostalgia de su añorada tierra bearnesa y su adoración por el emperador Napoleón Bonaparte», recuerda Jorge Lamothe.

En 1852, heredó el negocio de Monsieur Mongrand y se estableció junto a la casa en la ya desaparecida calle Siete Revueltas, cerca de la actual plaza de las Flores. Funda la sociedad Prosper Lamothe y Cía con la que se dedica a la exportación de vinos. Con los años, las bodegas van adquiriendo empaque y los Lamothe cuentan con un histórico lagar en los Montes, el de Benefique pero también con viñedos en Manzanares (Ciudad Real).

En 1879, cuenta su tataranieto, la empresa pasa a manos de dos de sus hijos, Prosper y Carlos Lamothe Rivas, que se asocian con Fernando Jiménez para crear las famosas bodegas Jiménez y Lamothe, en la zona de la actual calle Constancia, a las que aplican innovadoras técnicas que la hacen destacar y con las que consiguen en Norteamérica el premio Excellence, la medalla de oro en la Exposición Universal de Chicago de 1893 y ya en España, el título de Proveedores de la Real Casa, algo que quedaría constatado con la visita de Alfonso XIII a las instalaciones en 1904.

Las bodegas son pioneras en la producción de coñac, el famoso coñac (luego brandy) 1866 o el licor Triple seco, enumera Jorge Lamothe Moreno. En 1918, a causa de un préstamo, la familia Larios absorbe todo el negocio de las bodegas, incluidos sus viñedos en Manzanares. «Nuestra casa pidió un préstamo a los Larios, el pago tenía que hacerse en monedas de oro y plata. No pudo hacerle frente y se quedaron con las bodegas», resume Jorge Lamothe.

Ya había fallecido, posiblemente a comienzos del siglo XX, el primero de los Lamothe afincados en Málaga, Prosper Dominique, que sí pudo disfrutar de La Gran Casa, como era conocida, en su finca de Gamarra.

Fue levantada en 1884 como la construcción principal de la hacienda, que tendría otras casas independientes para cada uno de sus hijos, los Lamothe Rivas. De los jardines de La Gran Casa quedan fotografías familiares y sendos retratos del matrimonio en el jardín. Por cierto que Prosper Dominique aparece en él relajado mientras lee Le Figaro.

En 1943, la familia Lamothe vendió la finca de Gamarra a la congregación religiosa de las Hijas de Jesús, que fundaron el famoso Colegio de Gamarra.

Dos siglos después de su llegada a Andalucía, la huella de Prosper Dominique Lamothe y sus descendientes sigue muy viva en la Historia de Málaga.